Los mensajes ocultos de Messi en la entrevista más trascendental de su carrera

A veces los silencios y los gestos dicen tanto o más que las palabras. El de Leo fue un mensaje sincero, crudo, cero demagógico...

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Pese a su deseo de
Pese a su deseo de emigrar, Lionel Messi continuará en Barcelona (Foto: EFE)

No es lo mismo oír que escuchar. Obliga ser capaz de leer entrelíneas. De procesar lo que dice el entrevistado. A veces los silencios -los gestos- dicen tanto o más que las palabras. A diferencia de los mensajes escritos, en las charlas existen los tonos. La nota a Messi llegó en su típico idioma rosarino. Igual vino con subtítulos. Más cuando se trata de una bajada de línea pensada durante más de un día, de un mano a mano que se graba para evitar que se escape alguna palabra. Y si hay preguntas que faltan seguramente es porque a propósito no pueden ser parte. Así Messi desarrolló una crónica exacta de los 11 días que lo tuvieron en la tapa. En primera persona. Se podrían sacar las comillas y se escribiría sola. El orden hasta define la relevancia de cada hecho en el episodio Barcelona. Su propio relato deja ver que sigue pensando lo que pensaba, sufriendo lo que sufría. Messi quiere irse. Su pensamiento de “ciclo cumplido” en el club continúa en su cabeza. No lo hizo porque no lo dejaron. El contrato y la dureza de Bartomeu le pusieron la traba: exponerlo a hacer un juicio para forzar su viaje a Inglaterra lo paralizó. Por eso no habló de retirarse en el club. Es riesgoso adelantar su futuro, más después de los últimos vaivenes. Alcanza para percibir que ahora tendrán que seducirlo para que no cumpla el contrato y se vaya.

Buscarle un costado emotivo o sensible a su decisión parece ser más messista que Messi. El 10 en ojotas habló de su familia pero no puso el llanto de su hijo mayor por delante de la fecha en la que podía romper el contrato. Fue un mensaje sincero, crudo, cero demagógico. Nunca declaró que repensó su plan por el amor que le demostraron los hinchas. Quedó rehén de la firma y de la jugada legalista del presidente. Más cuando quiere vivir en la ciudad cuando se retire. No se pudo desatar del Barcelona aunque jugó fuerte con el burofax para tratar de forzar una partida que nunca creyó sencilla. Messi asumió sus actos. La carta documento -excesiva si no estaba seguro de poder salir-, las faltas a las prácticas y el viaje de su padre ya eran acciones fáciles de leer. Pero a veces el fanático no cree hasta que no escucha al ídolo. Suele pasar que prefiere una mentira que guste antes que una verdad que duela. “Voy a seguir en el club porque el presidente me dijo que la única manera de irme era pagar la cláusula de 700 millones. La otra forma era un juicio. Yo contra el Barsa no iría porque es el club que amo. Es el club de mi vida. Me dio todo y yo le di todo. Jamás se me pasó por la cabeza llevar al Barcelona a juicio... El presidente siempre dijo que yo al final de temporada podía decidir si me quería quedar o ir. Y al final no cumplió su palabra”. No quiere la foto con Bartomeu. Cada vez confía menos en él. En realidad su problema es personal, no contra el escudo. Ahora será una relación forzada por el poder, si es que no prospera el pedido de los hinchas para sacar al dirigente del club.

Lionel Messi tiene una tirante
Lionel Messi tiene una tirante relación con Josep María Bartomeu

“Quería un proyecto ganador. Ganar títulos con el club para seguir agrandando la leyenda del Barcelona. Y la verdad es que hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada. Se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que pasan las cosas... Le dije al club, sobre todo al presidente, que me quería ir. Se lo llevo diciendo todo el año. Creía que se había terminado mi etapa en Barcelona. Que el club necesitaba más gente joven, jugadores nuevos. Lo siento muchísimo porque siempre dije que quería acabar mi carrera aquí. Pero este año no encontré la felicidad acá”. El animal competitivo aún se debe domesticar. Su derrumbe emocional no tuvo que ver sólo con el 8-2 contra el Bayern Munich. Recordó los palazos que fueron las derrotas con Roma y Liverpool. La ventana que nunca abrió en la entrevista fue dónde prefería jugar -Manchester City- al decidir irse ni si llegó a hablar con el entrenador que más respeta -Pep Guardiola- para encontrar ese modelo serio que dejó de ver en Barcelona. No quería ir a vegetar a una liga sin estrés. A los 33 años buscaba medirse para intentar ganar la Champions. Messi es así: se enchufa desde el vestuario al césped. Igual ahora deberá resetearse en Barcelona. Habrá que ver si llegan jugadores para darle equipo. Qué pasa con su amigo Luis Suárez, de quien no hizo ninguna mención. Cómo será la relación con Koeman después de este comienzo soberbio. Messi -se vio- no anunció una buena noticia para él. Su cara y sus tonos fueron de resignación.

La mudanza de su mujer y sus hijos siempre fue un tema sensible. Messi igual no los usó como escudo. Él ya había afrontado su propio dolor y el drama familiar. No se quedó para privilegiar la zona de confort de ellos. “Toda la familia estaba llorando. Mis hijos no querían irse de Barcelona. Mateo (4) es chico todavía y no se da cuenta de lo que significa irte a otro lado. Hacer tu vida unos años en otra parte. Thiago (7) sí, es más grande. Escuchó algo en la tele y averiguó algo y preguntaba. No quería saber nada de poder irnos, tener que ir a otro colegio o hacer nuevos amigos. Me lloraba y me decía no nos vayamos”. Los futbolistas suelen convivir con este dolor. Leo es un caso excepcional. En dos meses se cumplirán 17 años de su debut en el club. En su proyecto estaba ser el Bochini del Barcelona. Eso provocó un shock. La decisión igual estaba asumida. Y no manejó la alternativa de irse solo a otro país y que su familia se quedara en España. Cuentan los más íntimos del 10 que jamás se plantearía esa chance. No lo ven como un Javier Mascherano, que estuvo dos años en el fútbol de China sin su mujer y sus tres hijos. Messi -dicen tal vez con un poco de exageración- dura una gira con la Selección. Más si tenía que cambiar el sol de local en Barcelona por los días grises y lluviosos de Manchester de visitante.

“Yo pensaba y estábamos seguros de que quedaba libre. El presidente siempre dijo que a final de temporada yo podía decidir si me quedaba o no. Y ahora se agarran a que no lo dije antes del 10 de junio, cuando resulta que el 10 de junio estábamos compitiendo por la Liga en mitad del virus este de mierda y de esta enfermedad que alteró todas las fechas. Este es el motivo por el que voy a seguir en el club…”, dijo al fin de cuentas. Una frase tan Messi -de tanta honestidad brutal- que no necesita ningún subtítulo.

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