Cuando Diego Maradona arribó a Sevilla ya había forjado su figura en mito por lo realizado en Nápoli y los mundiales de México e Italia. La fórmula del éxito junto a Carlos Salvador Bilardo entusiasmó a los fanáticos andaluces con la llegada del astro argentino, pero el Diez también dejó una huella imborrable en el sur de la península por sus aventuras fuera de las canchas.
La sanción por el doping ya era parte del pasado y la leyenda internacional quería demostrar que estaba en óptimas condiciones. “Fue un sueño compartir el vestuario con él. A cualquiera le hubiera gustado estar al lado del mejor del mundo”, advirtió Ramón Rodríguez, quien es reconocido popularmente como Monchi y en la actualidad es el director deportivo del combinado sureño. “Lo puso fácil desde el primer día, Diego es un tío muy cercano, a todos le daba su sitio”, continuó en unas declaraciones brindadas para un documental que se emitirá el jueves en la televisión española.
“No llegó al ciento por ciento, pero entre noviembre de 1992 y enero de 1993 tuvo su mejor momento, cuando mostró un fútbol que asombró a todos”, continuó el dirigente y recordó una anécdota inolvidable relacionada a los días en que la estrella se instaló en su ciudad: “Yo llevaba un reloj falso durante un paseo por Barcelona, y cuando se enteró que era una imitación me invitó a su casa para regalarme un Cartier. Me dijo: Ahí tienes un reloj bueno para que no tengas que ponerte uno falso. Así era Diego, eso lo define a la perfección”.
El especial llamado Informe Robinson marcará un antes y un después en la TV europea, dado que será el primero sin la presencia del reconocido periodista que falleció el pasado 28 de abril en Madrid a los 61 años.
Otro de los episodios que rememorará el documental se basará en las jornadas nocturnas que protagonizaba Maradona en Andalucía. “Todos los jueves el equipo se iba a cenar afuera. Y Maradona venía a comer, pero lógicamente a él no te lo llevas a dormir a las doce y media de la noche. Era imposible”, reconoció Prieto, otro de los integrantes de aquel plantel.
“Íbamos a tomar una copa por ahí, porque teníamos 24 o 25 años (Diego tenía 32) y creíamos que teníamos más fuerza que consciencia. Salíamos. Teníamos un lugar al que íbamos, pero Maradona era Maradona. Él podía desaparecer en cualquier momento”, concluyó.
En la temporada 1992/93 el Diez participó de 29 compromisos con la camiseta del Sevilla, en los que convirtió 8 goles y brindó 13 asistencias. Otra escena imborrable en la memoria colectiva fue la que protagonizó el Doctor Bilardo en el banco de suplentes, cuando le recriminó al médico de su plantel la falta de atención con el Diez, luego de un golpe con un rival del Deportivo La Coruña. “¡Domingo, Domingo! Los de colorado son los nuestros ¿Cómo no lo va a atender a Diego? ¡Me quiero morir! Qué me importa el contrario, a ese pisalo ¡Pisalo!”
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