Un 3-4 en el Camp Nou y un 0-2 en el Santiago Bernabéu en una misma campaña fueron los triunfos emblemáticos en la evolución de un equipo que jamás lo había logrado en su historia. El Real Betis ganó en casa del FC Barcelona y Real Madrid en un lapso de seis meses la temporada pasada. Aunque más allá del resultado, lo destacable fue que lo hizo comprometiéndose con el balón y, por momentos, marcando el ritmo de los partidos. Desplegando un fútbol de alto vuelo, presionando alto, siendo fiel a la filosofía que dio a conocer al mundo a su entrenador: Quique Setién.
Esos fundamentos de su etapa en el Betis le abrieron la puertas de la Meca del juego de posición. Setién es el nuevo DT del Barça, la institución que heredó el ‘fútbol total’ de Johan Cruyff y tuvo su apogeo con Pep Guardiola, quien impulsó estos conceptos a un nivel asombroso y ha inspirado a toda una generación de jugadores y técnicos. Incluido a este estratega que con 61 años, después de 14 temporadas en los banquillos –pasando por el Racing de Santander, Poli Ejido, Lugo, Las Palmas y Betis–, afrontará la oportunidad más grande de su vida deportiva.
Como si de una bendición a futuro se tratara, Quique Setién había recibido de la Fundación Johan Cruyff el premio al ‘Entrenador Más Cruyffista’ en 2018. Un galardón muy especial para un hombre que ha admirado desde siempre las ideas del genio holandés. “Recuerdo cuando llegó el Barcelona de Cruyff. Jugabas contra ellos y te pasabas casi todo el partido corriendo detrás del balón. Entonces me dije a mí mismo: ‘Esto es lo que a mí me gusta. Me gustaría estar en ese equipo y saber por qué pasa esto’. ¿Cómo se puede llegar a conseguir que un equipo tenga el balón permanentemente y que el rival esté persiguiéndolo casi todo el partido? A partir de ahí empiezo a darle sentido a lo que he estado sintiendo durante toda la vida, a lo largo de mi carrera. Comencé a realmente ver el fútbol. A analizarlo. A entender lo que sentía y lo que quería poner en práctica cuando me convirtiera en entrenador. Yo quería el balón”, confesó en el sitio The Coaches Voice.
Aquel 2018, su Betis terminó de construir una admirable identidad de juego. Se convirtió en un equipo reconocible por su fútbol asociativo y estético, siendo probablemente uno los practicantes más ortodoxos del juego de posición en todo el territorio europeo. En el Benito Villamarín –o fuera de casa– las pautas siempre estuvieron claras: la salida siempre fue con balón y desde atrás, la presión era mayormente alta e intensa, y las triangulaciones siempre fueron la principal herramienta para progresar en el campo. Todo sin ni una gota de miedo al riesgo. Solo modificando pequeños matices para cada juego.
Jugaron mayormente 4-3-3 o 4-1-4-1 en su primera temporada, aunque también lo hizo algunas veces con un 3-5-2, el esquema que adoptó definitivamente para su segunda campaña. Esa mutación en la ocupación de espacios profundizó aún más su modelo, agudizando su capacidad de controlar el balón y dándole aún más valor a su principal fortaleza: la construcción del juego en el bloque bajo. Con Marc Bartra como eje, la defensa de tres centrales –con los carrileros dando amplitud, los interiores acercándose a la primera línea y el líbero permutando entre su puesto natural y el de mediocentro defensivo–, les permitió crear mayor cantidad de líneas de pase y generar una superioridad númerica en la salida. Quique Setién dotó de múltiples soluciones a sus jugadores con tal de no dividir el balón. Sus mecanismos, basados principalmente en la cimentación de triángulos, permitieron explotar al máximo los espacios. Los pupilos de Setién dominaban como nadie el concepto del “tercer hombre”. Según datos de Opta facilitados a Infobae, en su primera temporada terminaron como el 3° equipo con mayor porcentaje de posesión (57,6%) y al curso siguiente, al profundizar este patrón de juego, fue el 2° equipo con más tenencia de todo el certamen (62,5%).
“Quique Setién intenta cuidar todos los detalles. Él cree en lo que intenta poner en práctica, en ese estilo de juego elaborado. Me lo explicó bien una vez. Me dijo que su estilo era jugar sencillo, pero jugar sencillo implica hacer muchas cosas bien, como los automatismos, la colocación y una forma de moverse en el campo donde cuidar cada detalle es fundamental. A Quique le preocupa mucho entender el juego y eso se nota. Creo que me sentí muy identificado desde el principio porque en el Betis he encontrado claves parecidas a las del Barcelona en cuanto a la interpretación de este juego. En este Betis he vuelto a encontrarme con los entrenamientos que hacía con Guardiola y también con Luis Enrique”, confesó Bartra, surgido de La Masía e integrante del Barça de Pep, en diálogo con El País en septiembre de 2018.
Con esas premisas llegó a febrero de 2019 siendo 6° en LaLiga, semifinalista de la Copa del Rey y estando clasificado a dieciseisavos de final de la UEFA Europa League. Previamente, Setién se había convertido en el único técnico del Betis capaz de derrotar al Atlético Madrid de Simeone, logrando además una victoria en el clásico ante el Sevilla FC en Heliópolis tras 12 años y ganando en el Camp Nou después de dos décadas. Con jugadores de renombre fichados desde equipos muy competitivos como Andrés Guardado (PSV), Marc Bartra (Dortmund), Giovani Lo Celso (PSG), William Carvalho (Sporting de Portugal), Cristian Tello (Barcelona) o Javi García (Zenit). Explotando también el talento de jóvenes como Junior Firpo, Loren, Francis y Kaptoum.
Aunque eso no evitó un desgaste mental y físico de disputar tres competiciones bajo premisas complejas, lo que trajo malos resultados y un derrumbe que acabó en el fin del ciclo. El Betis ganó solamente siete de los últimos 20 partidos de LaLiga 2018/19, cayó eliminado en dieciseisavos de la Europa League ante el Rennes y en esas semifinales de la Copa del Rey ante el Valencia CF. Su fútbol estético empezó a carecer de efectividad en el último tercio, empezó a jugar más bonito pero a ser poco efectivo. Pasó de ser el 5° equipo con más goles a favor (60 tantos en la temporada 2017/18) a ocupar la 13° plaza al campeonato siguiente (44).
Esas cifras no han eclipsado su labor intangible, valorado a nivel mundial y elegido por el FC Barcelona, donde ha quedado claro que lo que importa no es solo el éxito, sino el estilo. Eso es prioridad absoluta para el nuevo DT. “Me gusta que mi equipo juegue bien. Es la única manera de que me vaya satisfecho a casa. Si ganamos sin jugar bien, me iré a casa de mala leche. Para otros jugar bien es estar arropado, que el rival no te genere ocasiones, que puedas hacer tres contras que acaban en ocasión o gol. Los hay resultadistas y lo respeto. Pero he llegado hasta aquí pensando de la otra manera”, dijo a El País.
Al irse Ernesto Valverde, es Setién quien deberá cargar con el peso de la historia culé a sus espaldas. Porque se hace cargo de un FC Barcelona líder de LaLiga, donde es vigente bicampeón, que además se ha clasificado sin derrotas a octavos de final de la UEFA Champions League y está en dieciseisavos de final de la Copa del Rey, pero cuya matriz de juego se ha diluido. Cuenta con una plantilla donde los extraordinarios talentos y la calidad individual se devoraron paulatinamente la mecánica colectiva. Un grupo que aún padece aquellos duros golpes en el Olímpico de Roma y en Anfield.
Su desafío será imponer nuevamente la doctrina “cruyffista” y limitar las libertades individuales, es decir, sacar de su zona de confort a un equipo que se acostumbró a que el éxito depende de la interacción de sus mejores exponentes y de las genialidades de un Lionel Messi inagotable. “Lo importante de verdad es la filosofía, tener claro a lo que jugamos. Posiblemente valoremos algún cambio del 4-3-3 o del 4-4-2 que se ha estado jugando últimamente. La filosofía no va a cambiar pero el dibujo no digo que no”, avisó en su primera rueda de prensa Quique Setién, quien apela como carta de presentación más a sus convicciones que a su currículum. Su obsesión por el juego es el factor que pone a soñar al Camp Nou con recuperar el ‘ADN Barça’.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: