Pese a haber ganado ya seis Copas de Europa (dos de ellas, las más recientes, con el formato de Champions League), el Liverpool nunca pudo consagrarse campeón del mundo y tendrá la ocasión de conseguirlo justamente ante un equipo sudamericano, el Flamengo, que lo venció en 1981, cuando todavía se jugaba la Copa Intercontinental en Japón.
Liverpool enfrentará al Flamengo en la final del Mundial de Clubes de Doha, en la cuarta oportunidad en la historia de esta competición en la que se repetirán los rivales. En 1964 y 1965, Inter de Milán e Independiente se enfrentaron por la vieja Copa Intercontinental, cuando todavía dirimían el título mundial entre los campeones de Europa y Sudamérica, y en ambas oportunidades se impusieron los italianos. En 1960 (la primera edición) y 1966 se enfrentaron Real Madrid y Peñarol. En la primera oportunidad se impusieron los españoles y en la segunda, los uruguayos. Finalmente, Boca y Milan se enfrentaron en 2003 por la Copa Intercontinental, con triunfo argentino, y en 2007 por el Mundial de Clubes, con victoria de los italianos.
“A mucha gente de Europa no le interesa para nada el Mundial de Clubes. La situación es diferente para ellos que para nosotros. Flamengo fue enviado con la orden clara de ganar el Mundial y regresar como héroes. A nosotros nos dijeron ‘quédense acá y ganen la Carabao Cup’. Esa es una gran diferencia y no podemos cambiar eso, pero mi equipo quiere ganar el torneo, aún cuando la opinión de Europa es diferente de la de Sudamérica”, dijo el alemán Jürgen Klopp, director técnico del club inglés, en la conferencia de prensa previa a la final, acaso abriendo el paraguas.
El Liverpool fue campeón de la Copa de Europa de 1977, 1978, 1981 y 1984, y luego, de la UEFA Champions League de 2005 y 2019. En el caso de las dos primeras, le correspondía jugar en ambos casos por la Copa Intercontinental ante Boca Juniors, que fue bicampeón de la Copa Libertadores de América en esos años, cuando lo dirigía Juan Carlos Lorenzo, pero el club inglés desistió en ambas ocasiones por “razones de calendario”.
Así es que pese a que en 1977 venció a Borussia Möchengladbach en la final de la Copa de Europa en el Estadio Olímpico de Roma por 3-1 con un equipo que dirigía el legendario Bob Paisley y en el que atajaba Ray Clemence, y tenía a Phil Neal como defensor, a Ray Kennedy como volante, pero especialmente a su máxima estrella, Kevin Keegan en el ataque (los goles los marcaron Terry McDermott, Tommy Smith y Neal), el que terminó enfrentando a Boca por la Copa Intercontinental fue el club alemán, subcampeón, que contaba con figuras como Bertie Vogts, Rainer Bonhof, Uli Stielike y Jupp Heynckes y que dirigía Udo Lattek (luego entrenador de Diego Maradona en el Barcelona), y cuya figura era el danés Allan Simonsen, que había llegado a empatar provisoriamente la final ante los “Reds” de Anfield.
En 1978, otra vez el Liverpool de Paisley se coronó campeón de Europa al vencer 1-0 al Brujas de Bélgica (que dirigía el holandés Ernst Happel) en Wembley con gol de quien sería uno de sus máximos referentes históricos, el escocés Kenny Dalglish, aunque también se había agregado Graeme Souness. Esta vez, el “problema de calendario” para jugar contra Boca lo tuvieron tanto los Reds como los belgas, por lo que la Copa Intercontinental quedó desierta y no se disputó, tal como había ocurrido en 1975, cuando Independiente ganó la Copa Libertadores pero el Bayern Munich, campeón de Europa, no quiso jugarlo, ni tampoco el subcampeón, el Leeds United.
El dominio del Liverpool de Bob Paisley en Europa, por aquellos años, era muy grande, y apenas tres años más tarde, en 1981, volvió a ser campeón, esta vez ganándole la final al Real Madrid por 1-0 en el estadio del Parque de los Príncipes en París con un gol de Alan Kennedy a apenas ocho minutos del final y ante un equipo blanco que no conseguía el título continental desde 1966.
Los blancos estaban dirigidos por Vujadin Boskov y contaban en sus filas con el arquero Agustín, con José Antonio Camacho y Uli Stielike en la defensa, Vicente Del Bosque en el medio, y con Juanito, Carlos Santillana y Laurie Cunningham en el ataque. Esta vez, los ingleses decidieron jugar por la Copa Intercontinental porque desde el año anterior, 1980, Japón se había impuesto como sede para atraer a los equipos europeos que durante la década de los Setenta se habían negado en muchas oportunidades a viajar a Sudamérica, argumentando cuestiones “de calendario” cuando en realidad, temían padecer episodios de violencia como le ocurriera al Milan ante Estudiantes en 1969, o a Johan Cruyff ante Independiente en 1972, jugando para el Ajax.
El 13 de diciembre de 1981 en el Estadio Nacional de Tokio, Liverpool tuvo que enfrentar a un muy fuerte Flamengo -el mismo rival que ahora-, que estaba dirigido por Paulo César Carpegiani y que contaba con Zico como máxima estrella, pero también con jugadores como Mozer, Junior, Andrade, Tita o Nunes. Los brasileños liquidaron el partido en el primer tiempo y se impusieron 3-0 con dos goles de Nunes y uno de Adilio, pero en los tres intervino Zico, “El Pelé Blanco”, con dos pases milimétricos y un tiro libre que alcanzó a rechazar a medias el arquero Clemence (al que poco antes Maradona había gambeteado en Wembley en un amistoso Inglaterra-Argentina aunque la pelota acabó rozando el palo y todo el estadio se puso de pie para aplaudir al argentino).
Tres años más tarde, en 1984, el Liverpool ganaría su cuarta Copa de Europa al vencer a la Roma en su estadio Olímpico de la capital italiana tras empatar 1-1, por la vía de los penales (4-2). Ya el director técnico Paisley había sido reemplazado por Joe Fagan, el arquero era Bruce Grobbelaar, y ahora a Dalglish lo acompañaba en el ataque un poderoso goleador galés, Ian Rush. Los “Reds” había logrado vencer a una gran Roma dirigida por el sueco Nils Liedholm, un defensor del fútbol vistoso, y con jugadores como el arquero Tancredi, los brasileños Roberto Fakcao y Toninho Cerezo en el medio, y un ataque compuesto por Bruno Conti, Roberto Pruzzo y Franco Graziani, casi todas figuras del Mundial de España 1982.
Este triunfo le dio la chance al Liverpool de disputar otra vez la Copa Intercontinental en Japón, ahora ante el Independiente de José Omar Pastoriza, campeón de la Copa Libertadores. Se enfrentaron el 9 de diciembre de 1984 y Liverpool salió a la cancha con Grobbelaar; Neal, Gary Gillespie (escocés), Alan Kennedy, Hansen; Nicol, Craig Johnston, Jan Melby (danés), John Wark (escocés), Dalglish (escocés) y Rush (gales), mientras que Independiente alineó a Carlos Goyén; Nestor Clausen, Hugo Villaverde, Enzo Trossero, Carlos Enrique; Ricardo Giusti, Claudio Marangoni, Jorge Burruchaga, Ricardo Bochini; José Percudani y Alejandro Barberón.
Pese a que los ingleses tuvieron más tiempo la pelota, se impusieron los argentinos con un tempranero gol de Percudani a los 6 minutos del primer tiempo. El Liverpool quedaría cerca de jugar otra vez la Copa Intercontinental en 1985 (le habría tocado ante Argentinos Juniors) pero fue derrotado en la final de la Copa de Campeones de Europa por la Juventus de Michel Platini en el contexto de los luctuosos episodios de Heysel en los que muchos hinchas ingleses murieron o fueron gravemente heridos en las tribunas.
Tras ese glorioso período de entre fines de los ’70 y mediados de los ’80, el Liverpool tuvo que esperar dos décadas para volver a los primeros planos europeos, cuando ya se disputaba la Champions League. Fue en la temporada 2004/05 cuando, dirigido por el español Rafa Benítez, levantó en la final de Estambul ante el Milan de Carlo Ancelotti uno de los partidos más increíbles de la historia de la competición.
Al terminar el primer tiempo, perdía 3-0 ante un equipo que contaba en sus filas con el arquero brasileño Dida, su compatriota Cafú integrando una defensa con el holandés Jap Stam, Alessandro Nesta y Paolo Maldini, un mediocampo con Andrea Pirlo, Gennaro Gattuso, el holandés Clarence Seedorf y Kaká, y el ataque con el ucraniano Sevchenko y el argentino Hernán Crespo. Maldini había marcado el primer gol al minuto de juego, y Crespo, otros dos. Pero en el segundo tiempo, los “Reds”, con los españoles Xabi Alonso y Luis García en el medio, y con Steven Gerrard como gran estrella, lograron empatarlo 3-3 en una ráfaga de seis minutos por Gerrard, el checo Vladimir Smicer y Alonso. Tuvieron que ir a los penales, en los que el polaco Jerzy Dudek se convirtió en la figura, y eso le valió pasar luego al Real Madrid. El Milan se desquitaría dos años después y le ganaría la final de 2007.
Esa Copa le dio al Liverpool de salir a buscar otra vez el título mundial en Japón, esta vez ante el San Pablo de Paulo Autori, que contaba con un gran arquero como Rogerio Ceni, con un lateral como Cicinho, un marcador central como el uruguayo Diego Lugano y figuras como Danilio y Aloisio. En los Reds el español Pepe Reina se había adueñado del arco y su compatriota Fernando Morientes se había sumado al ataque para lo que se dio en llamar el “Spanish Liverpool”. El San Pablo terminó imponiéndose 1-0 en Yokohama con gol de Mineiro, a los 27 minutos del primer tiempo.
Tras haber perdido una chance en 2018 luego de caer en la final de Kiev ante el Real Madrid por la final de la Champions League, esta vez, en Doha, el Liverpool tendrá su sexta oportunidad de coronarse campeón mundial de clubes cuando vuelva a enfrentarse al Flamengo 38 años más tarde, y tras haber ganado la final de la Champions League al Tottenham de Mauricio Pochettino en junio pasado en el estadio Wanda Metropolitano por 2-0, con goles del egipcio Mohamed Salah a los 2 minutos del primer tiempo, y del belga Divock Origi a tres minutos del final. ¿La sexta será la vencida?
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