Después de jugar en Boca con Diego Armando Maradona, Cristian González fue transferido al Zaragoza de España, donde demostró estar a la altura del fútbol europeo. Allí disputó tres temporadas antes de captar la atención del Valencia, uno de los equipos más poderosos en ese entonces, que contaba con Héctor Cúper como entrenador.
Esa plantilla tenía nombres pesados como Santiago Cañizares, Gaizka Mendieta, el italiano Amedeo Carboni, el rumano Adrian Ilie y el capitán, Francisco Paco Camarasa, además de otros argentinos como Mauricio Pellegrino, Daniel Fagiani y Claudio López.
Lo cierto es que el Kily ya había tenido algunos fuertes cruces contra el Valencia cuando todavía jugaba para el Zaragoza. "Yo era calentón y Mendieta jugaba bien. Lo peor que te pueden hacer cuando le entrás fuerte a alguien es que te ignore, porque quedás como un boludo. Él no me contestaba y yo me fastidiaba más", recordó en una nota radial para El que abandona no tiene premio (Radio Club 947).
De cara a la temporada 1999/2000, el club "che" decidió contratarlo sobre el final del mercado, mientras González realizaba la pretemporada con el Zaragoza en Holanda. Viajó de inmediato a suelo valenciano y se preparó para la presentación oficial del plantel, a estadio lleno y como si fuera un show de la NBA. El Kily estaba en el palco esperando por el Piojo López: sabía que necesitaba a su compatriota para romper el hielo con sus nuevos compañeros, con los que había tenido varios altercados durante sus enfrentamientos.
"Me vino a buscar el manager y me pidió que bajara, que me tenía que cambiar. El Piojo no venía y yo quería que me diera el pie, porque ya me había peleado con los 24 jugadores del Valencia, con el utilero, con todos…", se sinceró el Kily. Y describió el panorama cuando ingresó al vestuario: "Estaban todos sentados y el manager vio cómo me miraban. 'Creo que no hace falta presentarlo, va a estar con nosotros aquí cinco años', dijo él, mientras yo les apretaba fuerte la mano a cada uno".
Cuando terminó con el saludo a cada uno, se percató de que no tenía lugar para cambiarse en el vestidor y estaba decidido a salir justo en el momento en el que entraron el Piojo López y Paco Camarasa, que le dio la bienvenida. Algo nervioso, el Kily le propuso al español: "Mirá, vamos a hacerla corta. Ahí hay una ducha grande, que vengan de a uno, nos cagamos a trompadas, nos sacamos la bronca y ya está". Su coterráneo intentó calmarlo pero él estaba como loco: "No sentí rechazo pero sí que tenían una bronca contenida. Y la verdad es que yo era terrible, insportable dentro de la cancha".
Los ánimos se calmaron pero hubo otro momento de tensión justo antes de que saltara al campo de juego. El Kily estaba sentado en una escalera esperando que lo llamaran. "Veo que alguien se para adelante mío, miro sus pies, levanto la cabeza y era Mendieta. Me dice 'tú eres un cabrón'. Yo pensé, me levanto y le meto un cabezazo. Pero siguió hablando y dijo 'estoy muy contento de que estés aquí con nosotros'", confesó. Hubo beso, abrazo y agradecimiento. También final feliz: "Hicimos una relación importante, ellos entendieron que quería ganar por más que tuviera a mi mejor amigo enfrente. Y que defendía a mis compañeros".
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