No hay un solo futbolista que no sueñe con llegar a lo más alto del fútbol, con formar parte de uno de los mejores equipos del mundo y conseguir muchos títulos a nivel personal y colectivo. Todos esos objetivos van de la mano con el incremento en su economía personal, la cual a más de uno acabó por perjudicar.
Este caso fue el de dos futbolistas que formaron parte del Barcelona de Johan Cruyff; el español José Cano López, Canito y el brasileño Williams Silvio Modesto Verísimo, Bio, quienes alcanzaron su sueño y terminaron padeciendo las consecuencias del éxito.
En 1975, Bio llegó a España después de debutar en el Palmeiras de Brasil y de dar sus primeros pasos en el fútbol europeo como futbolista del Standard de Lieja (Bélgica). En aquella temporada, con 22 años, iba a formar parte del Terrassa (de la tercera división), y su vida iba a cambiar drásticamente.
Su carrera futbolística iba en ascenso, igual que su vida personal, ya que conoció a su novia española Julia Lomas. Los goles caían por sí solos, a tal punto que en un amistoso frente al Barcelona, el joven paulista despertó la atención de Marinus Michels y Johan Cruyff (quienes integraban la plantilla culé). Ambos terminaron por aconsejarle a la directiva su traspaso.
La nacionalidad española, que obtuvo gracias a su pareja, le facilitó el fichaje por el club azulgrana. La Perla, como lo apodarían en ese momento, arribó a la institución en la temporada 77-78, con una tarea muy difícil: alcanzar la titularidad que hasta ese momento estaba ocupada por Cruyff y Neeskens.
"Cuando el Barça me pidió que le hiciese un informe sobre Bio, les dije que era bueno, pero algo indisciplinado y de carácter inestable (…) A menudo llegaba tarde a los entrenamientos, así que le regalé un despertador", reconoció en su momento el entrenador del Terrassa, Josep Seguer.
En cinco encuentros había marcado tres goles, pero su presencia en el equipo comenzó a perder peso con la llegada del francés Lucien Müller como entrenador. Finalmente, en la temporada siguiente, iba a abandonar el club, siendo moneda de intercambio para la llegada de Canito, del Espanyol.
Para ese entonces el brasileño había ganado mucho dinero, pero las malas influencias y las inversiones fallidas le costaron caro. El cuerpo le pasó factura y su carrera futbolística comenzó a decaer, pasando por clubes cada vez de más bajo nivel, hasta el final de su carrera, en el Esplugenc (1993) con 40 años. En lo personal, su matrimonio con Lomas también había llegado a su fin.
Bio quedó en el olvido. Nunca más se supo de él hasta que Joaquim Piera, corresponsal del diario Sport en Brasil lo localizó en 2007 en su país: "Vivía en un cobertizo, con lo justo para protegerse del frío y de la lluvia (…) Lo dejaban estar allí por su condición de antigua estrella. Estaba muy deteriorado. Recuerdo que se cambió de camiseta cuando le hice una foto. Estaba totalmente esquelético", reconoció en aquel entonces.
Tras la publicación de aquella entrevista, al ex jugador "le hicieron llegar una subvención mensual de unos 500 euros. El dinero le sirvió para que pasara su último año de vida con cierta dignidad", reconoció el periodista.
Los años en la calle le habían hecho mucho daño, a tal punto que contrajo una tuberculosis que al año siguiente acabó con su vida. El ex futbolista de 54 años pasó sus últimas tres semanas en coma inducido en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Guarulhos. El 22 de febrero del 2008 se anunció su muerte, y dos días más tarde, el Camp Nou guardó un minuto de silencio en su honor.
Canito llegaba al Barcelona en la temporada 79-80, procedente del Espanyol, a cambio de 40 millones de pesetas y tres jugadores, entre los que se encontraba Bio. Un defensor central con un físico privilegiado (1,82 m de estatura y 80 kg de peso): "Todos dicen que lo tuvo todo para triunfar. Y es cierto, en cuanto a sus dotes futbolísticas y a su corazón, como persona. Pero el resto era muy duro: sin padres, con un entorno que se aprovechó de él, con su fracasado matrimonio…", recordaba Fernando Molinos, ex futbolista y dirigente deportivo español.
El Franz Beckenbauer de aquel momento mostraba gran clase, pero su personalidad terminó por acabar con su carrera futbolística. Trajes exclusivos, autos de lujo, mujeres y su adicción a las drogas fueron las causas que terminaron llevándolo a la ruina. Muchos lo asociaron con la difícil infancia que padeció, en la que su padre murió cuando él tenía seis años y que su madre Antonia lo entregó al colegio La Salle, de Nuestra Señora del Port, donde se crió junto con huérfanos y abandonados.
"Podía haber sido el mejor líbero de la historia del fútbol español", aseguró Ladislao Kubala, quien lo hizo debutar en la selección española en el único partido que disputó (21 de diciembre de 1978, ante Italia).
El español duró solo dos temporadas en el Barcelona. Los seguidores no lo apoyaron después de ver algunas polémicas reacciones, como aplaudir al rival cuando convertía un gol o irse de gira con el clásico local (el Espanyol) teniendo contrato con el conjunto culé, entre otras.
El cuadro Perico, el Betis, el Zaragoza y el Lloret fueron sus últimos clubes. Donde comenzó a perder su calidad futbolística a medida que aumentaban sus gastos y excentricidades. Necesitado de reconocimiento, los medios locales aseguraron que cambió 5 mil pesetas en billetes de 100 para darle uno a cada niño que le pedía un autógrafo.
Se retiró asegurando que el fútbol le aburría a los 30 años y su situación personal estaba en caída libre. Dificultades económicas, problemas emocionales y la drogadicción fueron los detonantes de su depresión.
Cuando se conoció públicamente su estado recibió ayuda de la Asociación de Veteranos del Barcelona y del Espanyol, pero sus excesos lo habían condenado. El ex futbolista fallecía un 25 de noviembre de 2000, a los 44 años, en los brazos de su hermana, que lo había recibido en su casa en Tarragona.
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