La aventura de Riquelme en Barcelona: el "plan Bianchi", los conflictos internos y el día que "resucitó" al que era en Boca

Llegó como la estrella que cambiaría la era de fracasos que vivía el club pero se encontró con un entrenador que no lo quería. Dejó perlas de su buen fútbol, pero nunca pudo asentarse. "Un jugador como Riquelme me enamoraba", le cuenta a Infobae el ex presidente Gaspart, que hasta pensó en llevar al "Virrey" para ayudar al 10

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La obsesión del presidente Joan Gaspart había comenzado mucho tiempo antes. Casi que ni recuerda cuándo lo sorprendió con su magia. En cada mercado de pases se adelantaba a todos e insistía para comprarlo aunque Boca se mostraba como un club complejo para negociar. La magistral actuación contra el Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental a fines del 2000 lo convenció: Juan Román Riquelme debía ser jugador del Barcelona sí o sí.

"Me gustaba Riquelme porque era un jugador excepcional. Técnicamente, de lo mejor que he visto en el mundo del fútbol. ¡Y muy buena persona! Le tenía mucho aprecio", confiesa a Infobae el propio Gaspart, quien fue clave en las llegadas de Diego Maradona y Lionel Messi al club catalán y responsable principal de allanar la contratación de Román en julio del 2002.

"Ya lo habían pedido apenas se inició en Boca y les dijimos que no. El presidente del Barcelona tenía un enamoramiento con Riquelme, todos los mercados de pases lo venía a buscar. A lo último era imposible competir con lo que iba a ganar allá", rememora ante este medio Orlando Salvestrini, tesorero de Boca por entonces y todavía miembro de la directiva xeneize. "Un jugador como Riquelme me enamoraba, es una cuestión lógica. Esos grandes jugadores generan una atracción especial", reconoce el ex mandatario culé.

Un año y medio y 13 millones más tarde de aquella actuación memorable en Japón, Gaspart hizo lo necesario para llevarlo al Camp Nou como el timonazo que haría cambiar tres años de fracasos deportivos y dirigenciales con un club en pleno proceso de búsqueda de una nueva identidad. La expectativa era gigante: Riquelme, el que había puesto de rodillas al Real Madrid, el mejor futbolista de Sudamérica, llegaba al Barcelona para iniciar una nueva era.

Riquelme, van Gaal y Gaspart
Riquelme, van Gaal y Gaspart el día de su presentación: “Un jugador como él me enamoraba” (Foto: Reuters)

Mauricio Macri por entonces era presidente de Boca y viajó personalmente a Barcelona para terminar de negociar los últimos detalles con Gaspart, quien recuerda la particular anécdota que se desarrolló: "Vino para terminar la operación. Fuimos a comer varias veces a mi casa, tuvimos una cierta relación. No sé si lo pensaba –supongo que sí– pero me dijo que si un día iba a Argentina me invitaba a comer a la Casa Rosada. Y la verdad que muchos años después, cuando fue nombrado Presidente, le mandé una carta recordándole su promesa. Me contestó por intermedio de una secretaría que sí, que se acordaba de la promesa. Tenía muy claro dónde quería llegar".

¿El primer gesto del club? Heredar la 10 del amado Rivaldo, que fue confinado al Milan con la excusa de no tener lugar en la plantilla por el cupo de extracomunitarios. Presagios de lo que le sucedería a Román. "Habíamos disfrutado de él en Boca y habíamos visto cómo había destrozado al Madrid en la Intercontinental. Llegó como una estrella", asegura el periodista catalán David Amador, quien por entonces cubría el día a día del Blaugrana para COMRadio. "Era uno de los mejores y más respetados jugadores de esa época, claro que generó expectativa", advierte Daniel Tortolero, que en esa temporada se desempeñaba en el Barça B, entrenaba con el plantel principal y compartía el día a día con el argentino.

Sin embargo, había un detalle que pocos habían tomado en cuenta: al entrenador Louis van Gaal no le interesaba el estilo de Román y su postura inflexible marcaría el futuro del futbolista que por entonces tenía 24 años. El holandés era infranqueable: había prescindido de Rivaldo, le bajó el pulgar al desembarco de un Ronaldo que finalmente emigró a Real Madrid e hizo público su desacuerdo con el aterrizaje del ex 10 de Boca. "Yo no pedí a Riquelme. Fue una decisión del club y yo formo parte de él, pero no lo pedí", confesaría ante la prensa tres meses después de la contratación. Él prefería a un extremo izquierdo y el elegido era el argentino "Kily" González, líder del Valencia.

El 15 de julio del
El 15 de julio del 2002 hizo su presentación formal en el Camp Nou (Foto: AFP)

Más allá de esta tardía declaración ante los micrófonos, puertas adentro ya le había manifestado su pensamiento al futbolista apenas unas horas después de su llegada al aeropuerto de Barcelona ante 500 fanáticos que lo esperaron para saludarlo. "No sabía que me querían tanto", alcanzaba a esbozar Juan Román entre la muchedumbre. Tras el chequeo médico, las fotos en el estadio y la conferencia de prensa, sintió el desplante al ver por primera vez a su nuevo DT en una anécdota que relató en 2012 al programa Animales Sueltos.

"Llego al vestuario y había una mesa gigante llena de videos. 'Estos videos son todos de usted, me dice. Usted es el mejor jugador del mundo cuando tiene la pelota; cuando no tiene la pelota jugamos con uno menos'. Yo lo miré, recién le había dado la mano. 'Mire, lo trajo el presidente'. Allá habían hecho una encuesta después que le ganamos al Madrid y la gente quería que llegue a Barcelona", detalló en aquella entrevista.

Entre fanáticos y cámaras, así
Entre fanáticos y cámaras, así arribo Riquelme a Barcelona

Riquelme mostró sus credenciales en los primeros días de agosto ante 45 mil espectadores en el Amsterdam Arena con dos "bonitos" tantos al Parma de Fabio Cannavaro en un amistoso, aunque su debut oficial fue todavía más auspicioso unas semanas más tarde: golazo al Legia Varsovia en el 3-0 del duelo de ida de la pre Champions tras comenzar como suplente. Eran épocas en las que el Blaugrana debía jugar instancias previas del torneo más importante de ese continente y acumulaba diez años sin levantar la orejona.

"En el Barça debe cambiar el chip. Adaptarse a la banda izquierda, trabajar y robar pelotas", exigía ante los medios van Gaal en esos días. "Con van Gaal era fácil no tener una relación muy buena. Yo mismo lo sufrí en años anteriores", define la personalidad del entrenador en diálogo con Infobae el ex blaugrana Jofre Mateu González, quien surgió en aquella época de la cantera del club y tuvo que buscarse otros horizontes ante la superpoblación de figuras en la plantilla.

Las horas estaban contadas para el 10. No había goles ni gambetas que pudiesen torcer el rumbo. "Acá tenemos un sistema en el cual confío y usted va a tener que jugar de puntero izquierdo", le dijo el holandés al argentino. "Tenía que estar quieto ahí y no aguantaba. Jugamos el segundo o tercer partido y yo me metía siempre atrás del número 5, como jugaba siempre. Ganamos, le di los pases de gol a Kluivert. Como puntero izquierdo me metía atrás del 5, me daban la pelota, le daba los pases al negro e hizo los dos goles. Yo contento. Al otro día vamos a entrenar. Vamos a empezar el entrenamiento, los jugadores de un lado, el técnico del otro y me dice: 'Usted es un desordenado. Todos dicen que jugó partidazo pero yo le dije que tiene que jugar de puntero izquierdo'. Ahí ya la cosa fue complicada, yo no aguantaba jugar ahí, me metía para el medio a agarrar la pelota y después de unos partidos… para afuera. Jugaba el segundo tiempo. Si jugaba de puntero izquierdo tocaba tres pelotas", explicó Román años más tarde. El precoz cortocircuito fue el principio del fin.

El rendimiento del equipo no convencía y van Gaal llegó a reconocer que le daba la titularidad  ante el Lokomotiv ruso en Champions sólo para que el público colmara el Camp Nou. El 10 todavía era la referencia de los aficionados. "Él estaba acostumbrado a que jugaran para él. Y en el Barça eso es difícil a no ser que seas un fuera de serie como Messi. Le faltó tiempo para poder demostrar más su calidad y su juego", explica su ex compañero Tortolero.

Al finalizar el primer semestre, la situación ya era insostenible. La relación Riquelme-van Gaal estaba cortada y los resultados del equipo eran malos a nivel local tras ser eliminado en primera ronda de la Copa del Rey por el último de la tercera división y cosechar sólo 6 triunfos en la Liga sobre 19 juegos. La situación institucional también era inviable. La renuncia masiva de dirigentes expuso a Gaspart, quien pactó la salida del técnico. El club estaba en llamas y una de las ideas que se barajó en estos días caldeados fue la de encolumnar el fútbol detrás de la esperanza de Román.

"Un directivo del Barcelona ya estaba preparado para viajar a Buenos Aires para fichar a Bianchi. Dicen que el Virrey ya estaba preparado para viajar a Barcelona. La estadía de Riquelme en el Barcelona con Bianchi seguramente hubiera sido diferente", explica el periodista Amador. Gaspart reconoce que el plan sobrevoló a la mesa directiva: "En aquel momento estaba considerado como uno de los mejores técnicos. Sí, se habló de la posibilidad de contratarlo. Era un poco la idea de la época de "Menotti-Maradona" o fichar jugadores holandeses y a van Gaal. Futbolistas de una misma nacionalidad que el técnico por la lengua, la forma de ser…". Finalmente, y a pesar que había otros argentinos como Bonano, Saviola y Sorín, fue el serbio Radomir Antic el elegido por Gaspart, que también tenía los días contados al frente del club y semanas más tarde abandonaría su puesto acorralado por la situación.

El nuevo aire fue apenas una brisa en el fútbol de Román, que ya era mirado de costado por los aficionados a raíz de su carácter introvertido. En esa conclusión coinciden periodistas, ex compañeros y hasta el propio Gaspart a la hora de hablar de las complicaciones de adaptación que vivió en tierras catalanas. "Demostró que era un gran jugador, pero quizás esa humildad, esa forma de ser. Era muy tímidio, quizás debió ser más extrovertido", señala el histórico directivo."Lo que más recuerdo es que no acabó de convencer a una parte del aficionado por esa manera reservada de comportarse, porque futbolísticamente era una delicia verlo jugar", dice Mateu González. El cronista Amador lo ejemplifica con una anécdota: "Se mostró como un jugador distante, poco carismático y eso lo alejó de alguna manera del sentimiento de la afición. Cuando viajó a conocer a su hijo a Buenos Aires y retornó, estábamos buena parte de la prensa deportiva esperándolo a primera hora en el aeropuerto porque normalmente los jugadores hablaban en esa época. Él llegó con dos amigos, casi que no saludó, no dijo nada y se metió en el taxi. Ese carácter retraído no contribuyó para nada en que las cosas mejoraran para él".

Tortolero, en cambio, lo narra desde la otra óptica: "Tenía un carácter muy reservado. En un equipo con estrellas, con los jóvenes no todos tiene trato. En cambio, Román se relacionaba con nosotros. Muy humilde y buen compañero. Nada de creerse una estrella, al contrario: tenía presentes sus orígenes". Ese vestuario tenía pesos pesados como Kluivert, Overmars, Cocu, De Boer, Reiziger y Mendieta, pero al mismo tiempo ostentaba a jóvenes pujantes como Xavi o Puyol.

El último chispazo de fantasía que dejó la "era Riquelme" en el Barcelona se vivió en marzo del 2003, cuando comandó la orquesta que goleó 6-1 al Racing de Santander en el Camp Nou anotando un gol y dándole dos asistencias a los holandeses Patrick Kluivert y Marc Overmars. Vaya paradoja: los analistas coincidieron en que aquel fue el encuentro más distinguido del argentino en la institución.

"Antic resucita al mejor Riquelme de Boca", tituló un medio tras aquel encuentro. "Riquelme jugó de estrella", aseguró otro. "Vivió su día más feliz en el Camp Nou", analizaron. Sus compañeros también se deshicieron en elogios. "Es extraordinario, un jugador único", lo definió Kluivert. "Le sobra calidad", agregó Puyol.

Sin embargo, el romance sería efímero. Él seguía resistiéndose a la posición pegado a la línea izquierda. "Hasta el último día que juegue, espero no cambiar nunca mi forma de jugar. He llegado al Barcelona jugando así. De mí conocen esta manera de jugar, entonces, ¿por qué debería cambiarla?", advertía en la "primera" entrevista que le brindó al diario catalán Mundo Deportivo a casi un año de su arribo a la entidad. Entre medio, los rumores de conflictos con algunos de sus compañeros –entre ellos Javier Saviola– crecían a su alrededor.

Unas pocas semanas más tarde, el secretario técnico le bajó la persiana a la aventura del 10 argentino en Barcelona: "Hemos decidido que Riquelme sea el jugador extracomunitario que quede fuera del equipo". ¿El motivo? El recientemente contratado entrenador holandés Frank Rijkaard ya tenía un nuevo destinatario para darle la 10 en la nueva temporada: un tal Ronaldinho, el joven brasileño de 23 años contratado al PSG francés. Aunque nadie lo percibía, aquella era la piedra fundacional de la mejor era del Barcelona en su historia. "Me hubiese gustado estar más tiempo en el club", reconocería muchos años más tarde el argentino, que encontró su sitio ideal en el Villarreal tras ser corrido del plantel.

"Riquelme triunfó porque demostró que era un gran jugador. Es cierto que en el Barcelona fue un paso que no se corresponde con lo que hubiera podido dar, pero en otros equipos como el Villarreal hizo historia. Lo que le faltó no fue por culpa suya. Tal vez las circunstancias que ha tenido Leo (Messi) para triunfar en el Barça rodeado de Xavis, Iniestas, Carles Puyol, de Busquets, ¡de grandes jugadores! En el caso de Riquelme había buenos jugadores pero no del nivel tan especial", analiza Gaspart. "¡Seguro que hubiera encajado Riquelme en el Barça de Guardiola! Es un gran jugador que tiene una forma innata de ver el fútbol y eso no se aprende en la escuela, se nace con eso especial", agrega.

El legado de Riquelme en el club se cerró con 43 partidos, 6 goles y una perlita: las constantes paredes que tiró con un pibe que debutaba el día que Barcelona venció 1-0 al Brujas de Bélgica por Champions con su gol. ¿Quién era el muchacho que se estrenaba? Andrés Iniesta, que con el tiempo se confesaría un admirador de Román.

 

LOS NÚMEROS DE RIQUELME EN BARCELONA
• Liga de España: 30 partidos (14 como titular / 16 como suplente) y 3 goles
• Champions League: 12 partidos (7 como titular / 5 como suplente) y 2 goles
• Copa del Rey: 1 partido (titular) y 1 gol
• Efectividad: 20 triunfos / 10 derrotas / 13 empates (56% de los puntos)

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