Racing Club enfrentó a Melgar en el Cilindro de Avellaneda por la quinta fecha de la Copa Sudamericana. La Academia salió urgido del triunfo, ya que se trató del rival con el que compartía la punta del grupo.
Sin embargo, al cuadro de Fernando Gago el partido se le hizo cuesta arriba rápidamente, ya que apenas pasada la primera media hora de juego se quedó con un futbolista menos por la expulsión de su arquero Gastón Gómez por cortar con la mano fuera del área el avance de Bernardo Cuesta.
Pese a las protestas del conjunto argentino, el árbitro Derlis López tomó una correcta decisión al mostrarle la tarjeta roja, ya que el brazo con el que desvía la pelota el guardameta local fue considerado como corte de una ocasión manifiesta de gol (OMG).
El juez paraguayo primero le mostró una tarjeta amarilla a Chila Gómez, por entender que había cortado un ataque prometedor con mano. Esto provocó que de inmediato todo el equipo peruano se le fuera encima para protestarle. No caben dudas de que Derlis López en primer momento no registró esta acción como OMG.
Seguramente, los árbitros asistentes le habrán comunicado que se trató de una ocasión manifiest de gol y el árbitro cambió su postura. Esto reglamentariamente está bien, aunque quizás hubiera estado mejor que respete las directrices y avisar que la amarilla se anulaba y que la correcta cartulina era la roja. Al margen de este detalle, los jueces acertaron con su decisión.
Luego de algunos segundos en los que se mostró incrédulo, Fernando Gago dispuso del ingreso del arquero suplente Matías Tagliamonte en lugar de Edwin Cardona. La cara de pocos amigos del colombiano fue elocuente, ya que al abandonar el campo de juego mostró gestos de fastidio.
El ex futbolista de Boca Juniors recibió algunos silbidos mientras se dirigía al banco de los suplentes y esto fue porque la acción de la falta y expulsión de Chila Gómez se originó tras un mal despeje de Cardona, quien intentó hacer rebotar la pelota en un rival con la mala fortuna que el balón no salió al lateral y le permitió a Melgar encarar el contragolpe.
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