La final del Mundial de Italia 1990 marcó a los argentinos por la derrota (1-0) ante Alemania, en un partido en el que el árbitro, Edgardo Codesal, tomó un rol protagónico con el polémico penal que sancionó a favor de los germanos cuando faltaban doce minutos para el final. La decisión del juez hizo estallar la bronca de los jugadores albicelestes (ese día jugaron con la camiseta azul) que se le fueron encima al referí mexicano. Muchas historias se contaron sobre aquel domingo y uno de los que jugó, Pedro Troglio, recordó ese día.
En diálogo con ESPN F360, al ser consultado sobre si hubo algo armado para que Argentina no fuera campeón, el actual director técnico del Club Deportivo Olimpia de Honduras aseguró que “todos esperaban que Argentina no fuera campeona del mundo. Todos esperaban que el campeón fuera Italia u otro europeo, porque un sudamericano en Europa no es del agrado de nadie. Si yo creería que se armara algo a ese nivel, empezaría a descreer de lo que hago, que tanto me gusta. Yo creo que se ha dado inconscientemente lo del penal a Codesal. A ver, un jugador que va al piso, el árbitro puede comérsela y cobrarlo”.
“Que no querían que fuésemos campeones, eso era claro, ahora, armar algo, a lo mejor inconscientemente puede pasar con alguna falta, pero me moriría si a nivel mundial pasara una cosa así”, agregó sobre el tema.
Aunque reveló qué les dijo el azteca a los argentinos cada vez que le reclamaron algo. “No nos gustó el trato con nosotros, un par de veces nos dijo ‘argentinos, ustedes siempre llorando’, cuando le íbamos a protestar. No nos gustó ese trato y por eso la calentura. Nosotros estábamos locos y por eso yo estaba sacado y en una Diego (Maradona) me vino a decir ‘andá, salí, que a vos te va a echar, pero a mí no’. Bien sutil Diego conmigo, como diciendo ‘no sos nadie’ (risas). A él lo amonestó y le dijo de todo”, afirmó.
Ese penal definió el encuentro y la jugada previa nació de un pase en profundidad de Lothar Matthäus a Rudi Völler; el defensor Roberto Sensini fue a cruzar abajo, el delantero teutón cayó, y Codesal sancionó de inmediato. El ángulo televisivo que ofreció inicialmente la transmisión oficial puede llegar a generar dudas, pero en una cámara ubicada detrás del arco no se advirtió una infracción.
Ni bien Codesal marcó el penal, uno de los primeros que se acercó a reprocharle fue Troglio, quien lo pecheó y le gritó dos veces “¡No!” El por entonces volante fue uno de los más efusivos y recibió la mencionada amonestación.
Andreas Brehme capitalizó la pena máxima con un remate cruzado, abajo, a la derecha de Sergio Goycochea, que no pudo repetir otra atajada en los penales como lo hizo en las definiciones ante Yugoslavia (cuartos de final) e Italia (semifinal).
Luego, Codesal siempre repitió que la jugada fue penal y que su decisión fue la correcta. Si bien se lamentó porque se confesó admirador de Maradona, se mantuvo en sus convicciones sobre su labor en aquel encuentro.
El enojo argentino fue no solo por la sanción de la pena máxima, sino porque minutos antes no sancionó una clara falta de Matthäus sobre Gabriel Calderón, que hubiese sido una gran posibilidad para la Argentina.
Ese día Alemania no se mostró tan superior como en la mayoría de sus encuentros previos de ese certamen y el esfuerzo de los jugadores dirigidos por Carlos Salvador Bilardo les permitió poder llegar a esa instancia final. El encuentro tuvo un trámite peleado y friccionado, con pocas llegadas, y sin el histórico penal era posible que el partido hubiese ido al alargue y, en su defecto, a la definición desde los doce pasos.
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