La actitud paternal del DT con Álvarez, quien luego habló tras su gran partido
“Es un jugador que a los entrenadores nos encanta. Por su calidad, por su generosidad, por su picardía. A cualquier cuerpo técnico le gustaría tenerlo. Es un chico muy joven y tiene mucho recorrido por delante”.
La frase de Marcelo Gallardo tiene el valor del anticipo. Fue dicha casi dos años antes de la explosión definitiva de Julián Álvarez con la camiseta de River Plate. El delantero, de 21 años, fue la gran figura en el triunfo del Millonario 3-1 ante San Lorenzo: anotó los tres goles y alcanzó la decena de conquistas en la Liga Profesional, que tiene a su equipo como líder del certamen, cuatro puntos por encima del escolta Talleres de Córdoba.
Un remate de primera, casi de mediavuelta, desde el borde del área. Un toque al gol en soledad. Una corrida cargada de fe, aprovechando la salida tardía del arquero Torrico. Las tres acciones rutilantes de su actuación fueron diferentes; el cordobés hace de todo. Y todo bien. Pero además tiene una obsesión con el arco.
Y el Muñeco lo mima, disfruta de otra apuesta que resultó satisfactoria. En el 2-1, celebró de una forma poco habitual para su gestualidad: se subió a caballito de su ayudante de campo, Matías Biscay. Más allá de lo que representaba en el desarrollo, de que el gol llevó la firma de Álvarez; la concepción, sus protagonistas, avalaron la propuesta del DT. Inició Enzo Fernández, a quien hizo entrar por De la Cruz. El desborde y el centro atrás fue de Robert Rojas, a quien Gallardo puso de lateral tras la salida de Vigo. Anticipó y definió Palavecino, otra pieza en la que trabaja para que cierre su adaptación en el club. Y, tras el rebote de Torrico, resolvió la Araña de Calchín.
“Fue clave que llegó nuestro gol rápido después del de ellos. Y el segundo nos dio un poco más tranquilidad y supimos manejar mejor la pelota para que ellos corrieran detrás y nosotros no nos cansáramos tanto. Seguir ahí arriba es importante. De mis goles, me quedo con el primero; me gustó, fue una jugada colectiva linda y linda definición”, declaró el punta.
Cerca de donde habló con la transmisión oficial y recibió la pelota luego del triplete, se acercó Gallardo. Antes, había caminado desde el banco junto al uruguayo De la Cruz, consolándolo por la lesión que sólo le permitió jugar 23 minutos. Pero, ante Álvarez, el rostro se le iluminó al coach. Lo abrazó, le dijo algo que sólo ellos dos saben, y le palmeó dos veces la mejilla izquierda, en un gesto paternal.
Matías Suárez (hoy operado) y Emiliano Romero aparecían como los dueños de la delantera al inicio del semestre; muchas veces formando un tridente con el juvenil. Hoy Julián Álvarez, campeón de América con la selección argentina e integrante del plantel albiceleste que participa de las Eliminatorias, se erigió como la gran figura de la Banda. Por algo, Gallardo, que no suele regalar elogios, edulcoró su radiografía cuando apenas era la promesa del enorme jugador en el que se convirtió.
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