Lionel Messi es un líder natural, dentro y fuera del campo de juego. Con sus genialidades, muchas de ellas en los momentos más propicios, suele transmitir tranquilidad a su equipo en instancias claves como lo fue su debut en la red con el París Saint-Germain, que este martes le ganó 2-0 al Manchester City en la segunda fecha del Grupo A de la Champions League. Aunque más allá de la majestuosidad de su tanto, que fue el segundo del elenco parisino, colaboró para recupera la plena armonía del plantel.
En un grupo con varias estrellas de elite a veces el ambiente puede no ser el mejor. En la previa el clima interno se complicó porque en el último partido por la Ligue 1, en el triunfo 2-0 ante el Montpellier, cuando Kylian Mbappé fue sustituido por Mauro Icardi, en el banco de suplente y en diálogo con Idrissa Gueye, se quejó de que Neymar no le pasaba el balón.
Tampoco ayudó al ambiente un testimonio del ex futbolista Nicolás Anelka en una entrevista que le concedió al diario francés Le Parisien: “Mbappé tiene que ser el jefe del ataque porque es el número uno. Messi lo era en el Barça, pero ahora tiene que servir a Mbappé. Lleva cinco años en el club y eso Messi tiene que respetarlo”.
Pero Messi pareció no darle importancia a los dichos del ex delantero galo. Ya recuperado de su golpe en la rodilla izquierda, hoy el entrenador argentino, Mauricio Pochettino, dispuso que el temible tridente, Mbappé, Messi y Neymar vuelva a integrar el frente de ataque. De momento esta alta sociedad no pudo explotar en su máxima expresión, pero con pocas pinceladas marcan la diferencia.
Luego del primer tanto que fue obra del propio Gueye, en el festejo Mbappé tardó en sumarse al abrazo de sus compañeros y no se acercó a Neymar. Nadie lo advirtió. Pero en el segundo tiempo, cuando llegó la obra maestra de Messi, en su celebración el tema empezó a esclarecerse. Todo gracias al gesto del argentino.
Luego de que Leo anotara su tanto tras acariciar la pelota en el borde del área, para convertir su primer gol en el PSG y el segundo de su equipo, fue a festejarlo y uno de los primeros en acercarse para abrazarlo fue Neymar. Pero rápido y astuto, como lo es cada vez que tiene la pelota en sus pies, levantó la cabeza y lo buscó a Mbappé, lo miró y señaló y le hizo el gesto para que se sume al abrazo. La Pulga le agradeció por el taco que tiró el francés en la excelente parece, antes de que colocara la pelota en el ángulo.
El crack galo se sumó al festejo, pero el fiel testimonio de que llegó la paz entre el delantero brasileño y el francés fue en el vestuario. El PSG decidió publicar una foto en sus redes sociales con el tridente Mbappé, Messi y Neymar, con el argentino en el medio. Sin embargo, el rostro de felicidad en los tres enterró cualquier controversia que pudo existir antes del encuentro frente a los ingleses.
La actitud conciliadora de Messi pudo haber sido la clave. El rosarino es gran amigo de Neymar, pero por sobre todo un gran referente para el ex futbolista del Santos. La relación entre ambos se forjó en el Barcelona. Puede o no haber existido una charla sobre lo que pasó con Mbappé en el cotejo contra el Montpellier, pero su rápido gesto sirvió para calmar las aguas.
El gol de Messi en el PSG estaba al caer, pero se dio en un momento clave, cuando su equipo más lo necesitó para empezar a cerrar el encuentro contra el City. Pero también fue relevante para marcar su actitud de líder y de poner calma entre sus dos compañeros. Esta vez hasta cumplió el rol de mediador entre dos súper estrellas.
Los líderes positivos pueden construir todo el tiempo. Cuando Mbappé vio el gesto de Messi no tuvo opción: debió acatar la mirada y el pedido del mejor futbolista del planeta para que se una al abrazo y enterrar la interna con Neymar. Y la foto en el vestuario con los tres ratificó que ya no había lugar para las diferencias.
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