El ‘sepelio’ de Ricardo Ferretti está lleno de simbolismos. Este sábado, Atlas se encargó de su homilía fúnebre, en la fosa común del Repechaje. ¿El epitafio? Una puñalada. El marcador favorito del Tuca: golear por 1-0.
El Tuca llegó al futbol mexicano a través del Atlas. En el 77 (1977), llegaba el 7 de Botafogo, de Vasco da Gama y de Bonsucesso. En el primer club, creyeron encontrar a un nuevo Garrincha. En el segundo, a un nuevo Ademir Menezes, para asociarlo con Roberto Dinamita en el ataque. En el último, un nuevo Leónidas da Silva. No ocurrió.
Ferretti llega al Atlas a un entrenamiento vespertino en las instalaciones de El Paradero en Tlaquepaque. Llegaba en un taxi acompañado de otro atacante brasileño, rubio, Tadeo Galván. Ambos con sus mochilas al hombro y cuchicheándose en portugués.
Esa tarde había pocos reporteros. Junto con Gilberto Ramos Camacho y Héctor Huerta, indagamos sobre los festivos futbolistas. “Los trajo Nicola Gravina”. Esa era una poderosa tarjeta de presentación. Pocas veces se equivocaba en elegir refuerzos. Un tal Evanivaldo Castro ‘Cabinho’ estaba en su bagaje.
Atlas necesitaba victorias, puntos, milagros. Odilón Mireles estaba a cargo. Ni él ni su relevo, el peruano Claudio Lostanau, pudieron evitar el descenso al final del torneo ante el Unión de Curtidores. Y Ferretti se quedó sin chamba.
Durmió dos noches a la intemperie, en las bancas del Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, cerca de la Embajada de Brasil, relató en 2007 a Soccermanía. Quería volver a Río de Janeiro, pero nadie le quería prestar 150 dólares que le urgían para completar el precio del boleto.
Nadie se imaginaba que esas dos noches en la indigencia, preparaban a un futuro subcampeón mundial de clubes. Miguel Mejía Barón llegó al rescate y lo reclutó para Pumas. Lo que vino después sería un cuento de hadas, imaginable sólo para Perrault, Andersen, o los prolíficos Hermanos Grimm.
Exiliado de Tigres, el Tuca no tira la toalla. Ni el silbato, ni la cachucha, ni la cruz, que lleva cada técnico a cuestas. Dice que está abierto a ofertas. Ya ronronean algunos: que Chivas, que Mazatlán, que San Luis, que la MLS, que etcétera…
A los 67 años, le desagrada la mudanza. Especialmente por el patriarcado en que ha vivido en Monterrey, protegido por Tigres hasta en violaciones de orden cívico, como estacionar su famoso Ferrari rojo en zonas de discapacitados.
Además, es uno de los técnicos más caros en México, y ya se sabe la cantidad y calidad de refuerzos que exige. En tiempos de pandemia, más que lujos, son extravagancias. Ahí es donde la MLS observa.
Además, no será fácil. Miguel Herrera, exitoso, reconocido, tuvo que despachar desde las redes sociales, porque nadie le abrió la puerta durante el #Guard1anes2021, aunque se gestó su aparición en Zuazua.
Algunos allegados hablan de un año sabático, pero otros aseguran que quiere una revancha inmediata, especialmente porque el ninguneo y el desdén parecen definir su relación actual con Tigres.
Él se siente traicionado por la directiva, pero en el club se sienten aliviados. Que el Atlas los arrojara a la fosa común hizo menos escandalosa la separación. Enterrar vivos a los héroes, suele ser complicado.
¿Va a extrañar el futbol mexicano a Ricardo Ferretti si no toma un equipo de inmediato para el próximo torneo? Por supuesto que no. Por supuesto que sí.
1.- Habrá nostalgia a nivel deportivo. Los equipos del Tuca exigen, molestan, compiten, arredran, excepto tal vez esta última versión de Tigres.
2.- Habrá nostalgia por cierta faceta del personaje. El ogro omnipresente en Tigres, tiene también una fase generosa, simpática y formativa, pero selectiva. Ayuda al que quiere, al que elige, y al que no, lo destierra.
3.- Habrá nostalgia por ese clan de jugadores soberbios, arrogantes, petulantes, que logra engendrar, al convencerlos de que son los mejores, aunque la careta de les cayó en este torneo. Sus lobos resultaron ser caperucitas.
4.- Habrá nostalgia por sus desplantes y arrojo. Desafiar al árbitro mostrándole la billetera; o pintándole colmillos a la afición del Atlas, desde un palco del Estadio Jalisco, y hasta cierta picardía en algunas conferencias de prensa, como aquella que contesta el celular de un reportero: “Señora, su hijo está trabajando, no puede tomar la llamada, soy el Tuca, le paso el mensaje, que pase por leche y tortillas…”.
5.- Habrá nostalgia por sólo algunos arranques de ira. Como ese célebre video en el que estalla contra sus jugadores, les recrimina, los insulta, y con una mentada de madre y un poderoso derechazo, remata violentamente de volea, al ángulo, para restregarles en las narices, a sus aparentemente ineptos jugadores, cómo deben rematar.
6.- Habrá nostalgia por su inocencia en cuestiones federativas. Tal vez Tigres obró mal, pero fue más deleznable el manoseo y abuso de la FMF, cuando lo colocó primero al mando de la Selección Mexicana, para rescatar el boleto a la Copa Confederaciones, y aún después como su alcahuete favorito para los partidos amistosos.
7.- Nadie va a extrañar su estilo de juego. Intenso, pero soso, esquivo, amedrentado, oportunista. Ciertamente efectivo, pero retomo a Marcelo Bielsa: “Quienes ejecutamos esta profesión (de técnicos) no podemos permitir que se gane de cualquier manera”.
8.- Nadie va a extrañar sus rabietas e histerias en conferencias de prensa, con insultos a domesticados reporteros, temerosos de su furia o de las represalias de la oficina de prensa de Tigres, cómplice de los vetos del entrenador.
9.- Nadie va a extrañar el despilfarro de autorizar la compra de jugadores, de estar involucrado en ellas, y que ocurra, como alguna vez ocurrió, que la institución tuviera 36 futbolistas diseminados a préstamo por diferentes ligas, en un experimento del que sólo se rescataron Luis y Julián Quiñones, y que al final, se vio este torneo, defraudaron rotundamente.
10.- Nadie va a extrañar al tipo que ordenó a sus jugadores irrumpir desleal e inescrupulosamente en octubre de 2019 sobre la protesta de los futbolistas de Veracruz, quienes habían pactado tres minutos de inactividad por la falta de pago. Los goles de la auto humillación felina fueron de Eduardo Vargas y de Gignac, quien sumó, percudido de deshonestidad, el número 100 con el equipo de Zuazua.
Es, entonces, fiel reflejo de la personalidad poderosa de Ricardo Ferretti, el que las manifestaciones de los aficionados de Tigres en las redes sociales, puedan sintetizarse de esta manera…
‘¡No te vayas, Tuca!’; ‘¡No regreses, Tuca!’
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