El León está de vuelta. Tras un incierto inicio del campeonato, el monarca vigente lanza una seria amenaza a la temporada de juegos pirotécnicos que proponen azules y amarillos. Y es que, a diferencia de los dos grandes que han dominado la campaña, el León se aferra a un estilo, a una forma, a una manera de jugar que marca diferencia ante sus rivales. El León viene desde atrás, escala peldaños y amenaza con llegar en el mejor momento a la parte más delicada y disputada del futbol mexicano. ¡Cuidado! Mucho cuidado, América y Cruz Azul…
La letra de la canción de José Alfredo Jiménez, un célebre guanajuatense, parece ilustrar la temporada del Campeón vigente del futbol mexicano: “Después me dijo un arriero…Que no hay que llegar primero…Pero hay que saber llegar…”.
La pregunta debería ser tan simple como esta: ¿Quién juega mejor al futbol? Pero no se confundan. La tabla general podría despistarnos. Los juegos pirotécnicos de la campaña que proponen Cruz Azul y América podrían estar distorsionando la realidad.
Nadie ha jugado mejor al futbol en México que el todavía monarca de la Liga MX. Y ese León que comenzó el torneo dubitativo y alejado de su mejor nivel, parece estar volviendo poco a poco y en un momento muy oportuno del campeonato. El equipo de Ignacio Ambriz ha ligado cuatro juegos sin derrota y ha ganado los últimos tres. Desde aquella caída ante el Puebla en el Estadio de León, la buena exhibición en el Azteca donde, pese al revés, terminó siendo mejor que el América y el paulatino regreso de Luis Montes tras una lesión, el León ha ido recuperando posiciones en la tabla general. Hoy, ha vuelto a ser ese equipo que domina un estilo, se apega a él y consigue los resultados que no obtenía en los comienzos del campeonato. Va a estar en la Liguilla y va a ser tan contendiente como lo era en el libro de apuntes de los expertos y de los apostadores antes de iniciar la campaña.
No se trata de demeritar lo que han propuesto Cruz Azul y América. Los números son más que fehacientes, realmente, impresionantes. Han perdido, cada uno, sólo dos juegos en la temporada, en el caso del América, sólo una en la cancha, porque la otra fue en la mesa ante el Atlas por alineación indebida. Los azules tienen 11 triunfos consecutivos. La efectividad de ambos supone conducirles a una de las temporadas más destacadas desde la instauración de los torneos cortos. Los expertos y los apostadores están “mareados” con su efectividad, con su manera de sumar puntos a pesar, como sucedió el viernes en Ciudad Juárez con Cruz Azul y como ha sucedido con el América en muchas ocasiones, que no encuentran su mejor nivel de juego. Pero todos saben cómo se juega en México. El campeonato regular no basta. Hay que llegar en el mejor momento a la fase final, a la Liguilla y jugar esos seis partidos con mayor intensidad, precisión y confianza que los 17 juegos de la campaña.
El León ha vuelto a encontrar el sentido de su juego, asociado, cadencioso, con el control de balón y el vértigo en los últimos metros. Un futbol que parte desde la solidez de Cota y de los colombianos Tesillo y Barreiro; y el argentino Colombatto, el ímpetu juvenil de los laterales-carrileros Ramírez y Rodríguez, y que luego se transforma en una dimensión del juego a donde no llega nadie más que ellos.
La inspiración de Montes, el despliegue técnico de Navarro, los dos, por cierto, olvidados por “El Tata” Martino, el desequilibrio del costarricense Campbell y la profundidad de los chilenos Dávila y Meneses. El León sabe lo quiere y sabe cómo llegar a lo que quiere.
Cruz Azul y América, como es normal, se “roban” casi todos los reflectores del campeonato. Han hecho una temporada poderosa que, ellos saben, de nada les sirve sin levantar el trofeo. Y en esa presión podría encontrarse el punto más delicado y esencial de esto: El León juega bajo un estilo a consciencia, una forma, una manera que domina mejor que nadie en nuestro futbol. Y eso lo transforma en un rival extremadamente peligroso. Por algo, todavía, le llaman, el Campeón…Este León juega bajo la inspiración de José Alfredo… “Después me dijo un arriero...Que no hay que llegar primero…Pero hay que saber llegar”.
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