Luis Miguel Rodríguez no sólo es una de las grandes figuras del fútbol argentino, desde un perfil sencillo y lejos del biotipo del jugador contemporáneo. Además, el delantero, de 36 años, deja jirones de magia hasta en la previa de los partidos. Volvió a suceder en el umbral del cruce entre su Colón y Rosario Central, por la Copa de la Liga Profesional, aunque esta vez su picardía fue noticia porque no resultó conjurada.
Así como sorprende con sus goles de alta factura, apelando a la sutileza, el Pulga también gusta de someter con sus lujos a... los árbitros. Se convirtió en un clásico que, cuando los agarra distraídos en el momento del sorteo, tras la foto de rigor entre los jueces del encuentro y los capitanes, les tira un caño, que habitualmente se concreta, ante las cámaras de la transmisión que captan siempre el detalle.
En febrero, por caso, cayó Mauro Vigliano en las garras del caño artero. Patricio Loustau, en cambio, consiguió cerrar las piernas a tiempo evitando la afrenta futbolística. Esos dos casos convocaron al archivo, y probaron que la práctica de Rodríguez es de larga data. Por ejemplo, apareció un video de 2017 en el que, con la camiseta de Atlético Tucumán, hacía sufrir con su lujo a Fernando Rapallini.
Pues bien, en la previa del cotejo entre el Sabalero y el Canalla, el Pulga lo hizo otra vez. Se tomó la foto con el fondo de los banner de publicidad y, al abandonar el centro del campo para continuar con el calentamiento le tiró un caño de taco, haciéndose el distraído, al árbitro Fernando Espinoza. La autoridad del duelo evitó el escarnio: cerró justo las piernas y el balón no pasó por centímetros. Luego, inevitablemente, su rostro esbozó una sonrisa y comentó la picardía con uno de sus asistentes.
El atacante vive una segunda juventud. Es la estrella del elenco que dirige Eduardo Domínguez, sonó en Boca ante la lesión de Salvio y en junio quedará con el pase en su poder, por lo que oferentes no le faltarán. Claro, su deseo, ya expresado públicamente, es cerrar su carrera con la casaca del Decano, cerca de su Simoca natal, y de sus afectos. Mientras, continúa brillando con su espíritu amateur a flor de piel. Divirtiéndose y haciendo divertir... Menos a los árbitros, sus víctimas preferidas a la hora de intentar un caño.
Con información de ESPN
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