A seis días del inicio del Mundial de Qatar 2022 uno de los temas que está en el foco de interés de los aficionados, las autoridades y el periodismo es el ambiente que se vivirá tanto en las gradas como en los alrededores de los ocho estadios que albergarán cada uno de los 64 encuentros mundialistas.
En una nota de opinión, el periódico británico The Guardian consideró que el Sportwashing (usar el deporte para mejorar su reputación) no alcanzó su objetivo en Qatar y el evento quedó manchado de todas maneras. Para argumentarlo plasmó algunos puntos que estuvieron y aún continúan en tela de juicio, como el trato hacia los trabajadores inmigrantes para la construcción de los recintos y los puestos que se abrirán de cara al inicio del torneo.
Al mismo tiempo, puso mucho énfasis en remarcar las leyes y castigos que rigen contra la homosexualidad, exponiendo las recientes declaraciones de Khalid Salman, embajador de la competición y ex internacional, en las que calificó a la homosexualidad de “daño mental”.
En el mismo artículo, The Guardian también enfatizó en la mala decisión de la FIFA elegir a Qatar como sede para una cita mundialista, tomando las palabras del ex presidente de la FIFA Joseph Blatter, quien avaló el 31 de mayo de 2011 a Rusia y a Qatar como países anfitriones y que hace unos días definió esta elección como “un error”.
Del otro lado están los defensores de que la Copa del Mundo se dispute en el país asiático ya que creen que el alto perfil del evento servirá como un incentivo para mejorar los derechos humanos. Algo que, según la reflexión, no sucedió ni en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en 2014 ni en la Copa del Mundo de Rusia 2018.
Incluso, las autoridades qataríes, conocedoras de lo que generan las figuras mundiales, fueron detrás de ellos para intentar convencerlos de que sean los embajadores oficiales del campeonato. Lo consiguieron, pese a que los referentes del deporte como Xavi, Guardiola o David Beckham no estuvieron exentos de las críticas por representar un Mundial envuelto en tantas polémicas sociales y políticas.
Tal como informó el editorial del medio británico, en un intento por frenar las criticas sociales, la FIFA les aconsejó a las selecciones participantes “que su trabajo no es dar lecciones morales y que el juego no debe ser arrastrado a todas las batallas ideológicas y políticas”. En ese contexto, fueron diez equipos europeos (entre ellos Inglaterra y Gales) los que se mostraron descontentos asegurando que “los derechos humanos son universales y se aplican en todas partes”.
Al mismo tiempo, y en contrapropuesta a la sugerencia de la FIFA, estas selecciones le habrían pedido dos promesas que a seis días para que comience a rodar la pelota no se han cumplido: “un fondo de compensación y un centro para trabajadores migrantes”.
Finalmente, también confirmaron que “varios capitanes nacionales usarán brazaletes de arco iris para apoyar la campaña contra la discriminación OneLove” en un intento por diferenciarse de la ideología del país asiático. “Al menos algunos jugadores y funcionarios se están dando cuenta de que el fútbol debe mejorar”, sentenció.
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