En el ambiente del fútbol hay quienes creen que el fin justifica los medios. Los casos más emblemáticos tal vez sean los de Nacho Trelles de México ó Carlos Bilardo de Argentina. Sin embargo, en Chile hubo un arquero que superó todos los paradigmas.
En el encuentro correspondiente a las Eliminatorias rumbo al Mundial de Italia, Roberto Rojas protagonizó uno de los hechos más polémicos de la historia de Chile. En el mítico estadio Maracaná, Brasil recibió a la selección andina en un duelo que marcaría el destino de ambos equipos. Como ambas escuadras necesitaban de una victoria para clasificar a la Copa del Mundo de 1990, la estrategia que ideó el Condor junto al entrenador Orlando Aravena fue bautizada como el Segundo Maracanazo, aunque el resultado no fue el esperado.
En la última fecha del Grupo 3, el combinado local ganaba 1 a 0 ante su gente gracias al gol de Careca. Como solo los primeros de cada zona avanzaban al torneo más codiciado del planeta, en el minuto 22 del segundo tiempo el arquero visitante simuló una agresión proveniente de las tribunas.
Las imágenes televisivas y el relato de los periodistas chilenos contribuían a imaginar el escándalo que estaba sucediendo en Río de Janeiro. El supuesto impacto de una bengala había sido el motivo de la lesión de Rojas, quien se retiró del campo ensangrentado, casi inconsciente, asistido por sus propios compañeros.
Sin embargo, todo se trató de una farsa. Es que las heridas del protagonista se las había provocado el propio arquero con un pequeño bisturí que tenía escondido en uno de sus guantes. Como los chilenos decidieron retirarse de la cancha indignados por la situación, el árbitro argentino Juan Carlos Loustau dio por terminado el duelo y ello motivó a la dirigencia a exigir los puntos para adquirir el boleto rumbo a la cita mundialista.
Sin dudas, fue una apuesta que le salió mal a Chile. Sus reclamos fueron analizados por la FIFA y la acusación hacia una fanática llamada Rosemary Mello do Nascimento, a quien se señaló como la que le lanzó la bengala a Rojas fue desechada por la entidad internacional luego de realizar la investigación correspondiente.
A través de las cámaras de TV y las fotografías de la prensa, la casa madre del fútbol concluyó que la bengala no había caído sobre la integridad del Cóndor, y que el montaje no tenía otro objetivo que adquirir la clasificación a través de los escritorios. “Lo que hizo, lo hizo por Chile. No quiso sacar una ventaja para él. Al contrario, nos sentimos todos perjudicados cuando nos hicieron ir a jugar a Mendoza por tirar unas naranjas. Ahora uno puede decir que fue tonto lo que hizo, pero seguramente yo también lo hubiera hecho. Salió mal, pero todos sabemos la clase de persona que es Roberto”, argumentó su amigo Alejandro Hisis (quien también fue titular en aquel partido) un tiempo después para los medios de su país.
“Fue por la pasión. Para que Chile tenga esa oportunidad, porque estaban perjudicando a Chile en esos momentos. Ya veníamos con problemas de la Eliminatoria pasada, pero cuando uno comete un error desea tener la oportunidad de reivindicarse, pero yo no la tuve”, dijo Rojas en una entrevista en el programa Más vale tarde, que años más tarde reprodujo el autor Luciano Wernicke en su libro Historias Insólitas de los Mundiales .
Naturalmente, el castigo fue severo por la actitud tramposa: además de concluir el partido con victoria para Brasil por 2 a 0, Chile recibió una multa de 100.000 francos suizos y la prohibición de jugar la eliminatoria siguiente correspondiente al certamen de Estados Unidos.
Además, Rojas, quien en esa época se desempeñaba como arquero del San Pablo, fue suspendido de por vida (aunque 12 años más tarde la FIFA levantó los cargos cuando el jugador ya estaba retirado), mientras que el DT y el médico del plantel, Daniel Rodríguez recibieron una pena de 5 años de inactividad en disciplinas profesionales relacionadas al fútbol.
Finalmente, la joven que había sido acusada de arrojar la bengala recibió una propuesta de Playboy para que posara en la tapa de su versión brasileña bajo el título “A nudez e a graça de fogueteira do Maracanã”, algo así como “La desnudez y la gracia de la fogosa del Maracaná”.
Seguir Leyendo