La participación de Bulgaria en el Mundial que organizó Estados Unidos en 1994 fue sorprendente. Con figuras como Hristo Stoichkov o Iordan Letchkov, los europeos consiguieron jugar los siete compromisos que ofrece el certamen, aunque el último fue por el tercer y cuarto puesto.
Tras haber iniciado su participación con el pie izquierdo (derrota ante Nigeria por 3 a 0), los conducidos por el holandés Clemens Westerhof lograron llegar por primera vez en su historia a las semifinales del torneo más codiciado del planeta, y para ello fue esencial la tarea de un hombre tan efectivo como vanidoso: Borislav Mihaylov.
Una contundente recuperación frente a Grecia (4 a 0) y una inesperada victoria frente a la golpeada Argentina (2 a 0, luego de la sanción a Diego Maradona por el caso de doping por consumo de efedrina) llevaron a los Leones a clasificarse a los octavos de final, donde el coqueto arquero que por ese entonces se desempeñaba en el Mulhouse de Francia se convirtió en figura al desviar dos penales frente a México en la definición desde los doce pasos. Las víctimas fueron Marcelino Bernal y Jorge Rodríguez, mientras que Alberto García Aspe desperdició su disparo con un envío por encima del travesaño.
Luego de la heroica hazaña conseguida en los cuartos de final frente a Alemania, el Borislav Mihaylov reconoció ante la prensa que durante todos sus compromisos había usado su cabellera postiza. Aquella calurosa tarde neoyorquina los búlgaros consiguieron revertir el marcador para quedarse con el triunfo por 2 a 1 ante los últimos campeones. Fue después de ese encuentro cuando el arquero prometió exhibir su calvicie a cambio de superar a Italia en las semifinales. “Lo lanzo a la tribuna. No lo dudo, doy mi peluquín por un lugar en la final” había dicho el guardameta ante la prensa que se encontraba en Estados Unidos y años más tarde dichas declaraciones fueron recordadas en el libro Historias Insólitas de los Mundiales, de Luciano Wernicke (editorial Planeta).
Sin embargo, un inspirado Roberto Baggio le negó al mundo aquella ridícula imagen. Las dos conquistas del atacante de la Juventus llevaron a que Bulgaria tuviera que dirimir la medalla de bronce con Suecia, dado que el grito de Stoichkov sólo sirvió para decorar un resultado tan previsible como poco deseado.
Con el ánimo por el piso, los Luvovete se despidieron con una humillante goleada adversa (4 a 0) y le pusieron punto final a un sueño del que no se querían despertar. De todos modos, demostraron que para llegar lejos no hace falta vencer a todos, ya que en total cosecharon 3 triunfos, un empate y 3 caídas. Más allá de la performance, el recuerdo permanece en Borislav Mihaylov, quien a pesar de esforzarse con revuelcos y voladas para evitar los goles de sus oponentes, su peluca quedó tan adherida a su cabeza, como la historia de un equipo que se convirtió en la pesadilla de los grandes.
Su vida personal también acaparó la atención en el Viejo Continente, dado que en 1998 se casó con Maria Petrova, una ex gimnasta rítmica de su país que es 13 años menor que él. Tras su retiro de la práctica profesional se desempeñó como vicepresidente de la Unión de Fútbol de Bulgaria desde 2001 hasta 2005 y aconsejó a su hijo, Nikolay Mikhailov, quien también formó una trayectoria bajo los tres palos en Italia, Países Bajos, Chipre y Turquía.
La galería de fotos de Borislav Mihaylov con su peluquín durante la Copa del Mundo de 1994
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