No parece normal. O, al menos, no parece salido de una cancha de básquet, de un centro de entrenamientos, de horas y horas de ejercicios rigurosos, de dietas o entrenamientos exigentes. Parece más bien un producto de laboratorio, algo que crearon entre científicos poniendo un poco de esto y otro poco de lo otro... Luce como un jugador virtual, de NBA 2K, de esos que se arman a gusto y piacere, en el living de casa, para dominar a su rival. Hablamos de un gigante moderno, uno de esos nuevos unicornios que hacen de todo y llegaron para dominar el nuevo básquet. Victor Wembanyama es un espécimen que no se vio nunca antes y que por eso es muy difícil encontrarle alguna similitud o una comparación. No se trata de una de aquellas torres de más de 2m20 que había en el pasado, generalmente con alguna disfunción como acromegalia, que tenían poca movilidad y sólo podían anotar o taponar cerca del aro. Este es un fenómeno de la naturaleza con las habilidades de alguien mucho más bajo, un cóctel impactante.
En Las Vegas, durante los dos partidos que la NBA armó especialmente para mostrarlo ante el mundo -y ante 150 scouts NBA-, mientras se enfrentaba nada menos al segundo mejor prospecto de esa camada (Scoot Henderson, quién llegó con ganas de discutirle el N° 1 del draft y terminó totalmente eclipsado pese a su gran talento), este francés de 18 años y -al menos- 2m22 mostró su impactante repertorio. Primero, hay que decir que jugó como en el patio de la casa, sin miedos, sin sentir la presión, pese a que todos los ojos estaban en él. En el primer juego ante Henderson y el Ignite de la G-League, la liga de desarrollo de la NBA, sumó 37 puntos, 7 triples, 5 tapones y 4 rebotes. Dos días después, en la otra victoria de su equipo, el Metropolitans 92 de Francia, agregó 36 tantos, con dos triples, 11 recobres y 4 tapas.
Pero, más allá de las estadísticas, de cubrir todas las expectativas y asegurarse el N ° 1 del próximo draft -si alguien tenía todavía alguna duda-, lo más llamativo fue las cosas que hizo en la cancha y con qué facilidad. Fue capaz de salir de una cortina y lanzar desde 9 metros como un tirador consagrado, de correr la cancha como un base, de ir hacia el fondo de la cancha en un costado, elevarse y meter un bombazo sobre la línea final mientras se caía hacia afuera con el tiro en suspensión, de tomar un pase por los aires y volcar la pelota completando un alley oop, de penetrar en uno 1 vs 1 y definir con clase, de tomar una pelota suelta bajo el aro y volcársela en la cara a un rival que intentó lo imposible, de meter taponazo bien arriba como si tuviera un rama de árbol como mano o de robar pelotas luciendo una descomunal envergadura (apertura de brazos) que hoy no está medida pero se cree que supera los 2m45.
Lo mismo que la altura: se habla de 2m19, pero cuando terminó el segundo partido y se sacó una foto con Rudy Gobert, su compatriota que es uno de los más altos de la NBA, con 2m16, a su lado pareció chiquito. De hecho, él lo dijo, en el video que se viralizó. Víctor pareciera que le saca cerca de 10 centímetros. Una verdadera locura. Como lo que hizo en la cancha.
La gente, en la cancha o por TV, quedó boquiabierta, mirándose con sonrisas cómplices, no pudiendo creer lo que veía. Como si fuera un robot, pero con gracia, con fluidez en el juego… Tiene una coordinación fina que deslumbra, unas manos suaves como para recolectar olivas en un campo, una técnica de tiro como cualquiera de los mejores lanzadores de siempre. Un combo absurdo. Por eso no tardaron en llegar los elogios más fuertes y nada menos que de dos de los mejores jugadores actuales y de los últimos 15 años.
“Hemos visto salir varios unicornios en los últimos años, pero él es más como un alien. Nadie ha visto nunca a alguien tan alto como él que sean tan fluido y elegante como él en la cancha. Es un talento generacional y espero que siga así de sano”, opinó LeBron James. Steph Curry también quedó impresionado. “Es como un jugador de NBA 2K. Un 7 pies capaz de jugar de base. Es muy divertido verlo jugar y tiene un talento increíble”. Kevin Durant, con quien lo comparan diciendo que es “como Durant pero con 2m20″, fue en la misma línea. “Es el tipo de talento y con habilidades que ponen una sonrisa en tu cara si te gusta jugar a este deporte. La NBA estará en problemas cuando llegue”, completó, animándose a decir lo que muchos creen: que este chico tiene todo para ser la nueva superestrella dominante en la próxima década.
Hace un año, el principal especialista que tiene Estados Unidos para el draft, Mike Schmitz, que antes estaba en ESPN y ahora pasó a ser directivo de Portland, lo calificó como “el mejor proyecto que haya evaluado en mi vida”. Incluso por encima de nombres recientes como Luka Doncic o Zion Williamson, entre otros. Por eso no sorprende que la expectativa con Victor sea igual a la que hubo cuando LeBron pasó del secundario a la NBA, en 2003. O antes cuando estrellas que dominaron el secundario, como Wilt Chamberlain y Kareem Abdul-Jabbar, dieron el salto al profesionalismo. Algunos analistas, como Richard Jefferson, ex jugador que fue compañero de James, se atrevieron a ir más allá. “LeBron habría sido el N° 2 del draft, si este francés hubiese existido en 2003…”.
Sí, la combinación de altura, largo de brazos, velocidad, coordinación, técnica y carácter lo hacen tal vez el joven más especial de la historia. Por eso no sorprende que, al menos ocho equipos (Spurs, Utah Jazz, OKC Thunder, Orlando Magic, Houston Rockets, Indiana Pacers, Detroit Pistons y Sacramento Kings), analicen hacer tanking, la palabra que se refiere a “ir para atrás” o dejarse perder adrede para tener más probabilidades matemáticas de elegirlo -los que más pierden mayores chances tienen de elegir más alto-. Esto ha pasado en las últimas décadas, pero tal vez de forma más solapada o con menos equipos interesados en hacerlo. Ahora gran parte de la NBA se babea con Victor.
Tanto que el propio pibe, su representante y el comisionado tuvieron que tocar el tema en estos días. “El significado detrás de la palabra tanking es un poco extraño. Personalmente, nunca querría perder. Es algo personal. Pero realmente trato de mantenerme al margen. De cualquier forma, afectará mi destino”, dijo Wembanyama en Las Vegas cuando le contaron acerca del panorama que se podría abrir en la NBA con su llegada. Adam Silver, el comisionado, respondió al ser consultado en conferencia de prensa, aceptando que “hay muchos equipos que se están babeando con la posibilidad de conseguirlo a través del draft, pero yo espero que compitan duro en la temporada”, dijo. Suerte con eso, comisionado.
La gran pregunta es de dónde salió este fenómeno de la naturaleza… Nacido en Le Chesnay, un pueblo (25.000 habitantes) del distrito de Versailles, a 20 kilómetros de París, Wembanyama probó primero con el fútbol -siendo arquero- y luego judo, pero el básquet siempre estuvo presente en su vida. Su madre, Elodie de Fautereau, mide 1m88 y jugó en el Stade Français. Ya retirada, lo guió en sus primeros pasos desde los cuatro años, cuando se convirtió en entrenadora de su un pequeño club de su localidad. Su padre, Felix Wembanyama, descendiente de Congo, mide 1m95. Fue atleta y su especialidad era el salto en largo, llegando a saltar 7,41 metros. Como buena familia de deportistas, los hermanos siguen el legado. Eve, la hermana mayor (20 años, de 1m83) de Víctor, milita ahora en el Calais (Liga F2) y, hace 5 años, fue campeona en el Europeo U16. Su hermano Oscar (15 años, 2m09) se decantó por el handball hasta que hace poco más de un año arrancó con el básquet. Ya está en las inferiores del ASVEL. Lucen como Los Increíbles pero en versión francesa.
El trabajo hizo una parte y la genética, la otra. A los 10 años, cuando se sumó al Nanterre 92, Victor ya superaba el 1m80. Y fue a los 13 cuando Bouna Ndiaye, representante de jugadores y amigo de la madre del chico, escuchó el comentario sobre este prodigio. “El hijo de tu amiga es cosa seria, tenés que ir a verlo”, contó él. Le dijo a Eloide que iría a verlo, sólo como amigo, sin otra intención. “Pero, claro, cuando lo vi, me di cuenta que era demasiado bueno”, recordó. Meses después, Víctor ya había llamado la atención de los grandes equipos de Francia y hasta de Europa. Ndiaye intentó llevarlo de a poco, pero fue imposible. Sobre todo cuando Barcelona tocó la puerta. Con los catalanes fue a una especie de prueba, disputando la Minicopa de la Liga Endesa en 2018, cuando todavía no había cumplido 14 años. Su último partido dejó claro de qué era capaz: 6 puntos, 15 rebotes y 32 de valoración. Pese a la buena experiencia, Ndiaye y la familia decidieron que la joya francesa se quedase en el Nanterre 92, club francés en el que militaba desde la infancia.
Lo impactante fue cómo fue su meteórico progreso en la cancha. Hay jugadores, la mayoría diríamos, que necesitan seguir un camino de esfuerzo, de mucho entrenamiento, de pasar muchos obstáculos y pasar muchos días en el gym y en la cancha, para dar el salto al profesionalismo. No fue el caso de Wembanyama, quien todo lo superó con extrema facilidad. Su físico prodigioso, su calidad técnica y la naturalidad en su juego llevaron a que, en octubre de 2019, se convirtiera en el segundo jugador más joven en debutar en la Eurocup. Tenía apenas 15 años, nueve meses y 25 días. Pocos días después, con el equipo U18 del Nanterre, la rompió ante el Zaragoza español, con 22 puntos, 15 recobres y nueve tapones, para clasificarlo al prestigioso Adidas Next Tournament que se disputaría en febrero de 2020. En Kaunas, Lituania, enfrentando a jugadores dos años mayores, promedió 15,8 puntos, 12 rebotes, 6 tapones, 2.8 robos y 30 de valoración. Números que lo depositaron en el mejor quinteto del torneo. Claro, ya había dejado de ser el secreto mejor guardado.
A la siguiente temporada, gracias a un contrato especial que tiene Federación Francesa para sus mejores proyectos, disfrutó de una doble licencia que le dio la posibilidad de jugar tanto con el Nanterre 92 como con el Pole France, equipo de la Nationale Masculine 1. Con este equipo sólo jugó un partido, pero con los Juniors mostró grandes diferencias llegando a 15.5 puntos, 16 rebotes y 5.5 tapones como medias. Y en su debut en la que sería la tercera categoría del básquet galo, con jugadores que le doblaban la edad, se estrenó con 22 puntos, 10 rebotes, 7 tapas y 32 de valoración. Esas estadísticas, sin embargo, impactaron menos que un video en redes sociales en el que se vio entrenando junto a dos figuras consagradas, los pivotes Vincent Poirier, jugador de los Celtics, y Rudy Gobert, en este entonces figura del Jazz. En ese contenido se lo ve varias veces anotando sobre Gobert, nada menos que el mejor defensor de la NBA en los últimos dos años.
En la temporada 20/21 fue premiado como el Mejor Jugador Joven de la LNB Pro A, tras promediar 6.8 puntos, 4.7 recobres y 1.9 bloqueos. Ahí, en junio de 2021, decidió dar el salto al ASVEL de Tony Parker, el mejor jugador de la historia de Francia, aquel compañero que ganara cuatro anillos de la NBA junto a nuestro Manu Ginóbili. Arregló por tres temporada y de entrada logró competir en la Euroliga, la principal competencia de Europa. Disputó 13 partidos, siendo titular en ocho, promediando 6.5 puntos, 3.9 rebotes y nada menos que 1.9 tapa en apenas 17.5 minutos. Sus números fueron todavía mejores en la liga doméstica francesa (8,3 puntos, 46% de campo, 4,5 rebotes y 1,7 tapones en 17,4 minutos), la cual no pudo terminar por una lesión, aunque le alcanzó para repetir el premio al mejor talento joven.
Teniendo claro que a esta edad, jugando en alto nivel del profesionalismo, es imposible tener promedios top, es necesario evaluar sus números que, al menos, lo sitúan como uno de los mejores taponadores del planeta. Algo que revalidó a nivel juveniles, hace un año, cuando promedió 4.7 en 22 minutos durante el último Mundial U19, en el que dio dos años de ventaja. Incluso en la final de ese torneo, ante la Estados Unidos de Chet Holmgren y Jaden Ivey -dos que ya están en la NBA-, el galo terminó con 8 en 27 minutos, además de 22 puntos y 8 rebotes.
Así llegaron decenas de ofrecimientos, desde la G League hasta Barcelona y Real Madrid. Incluso Parker le ofreció seguir en ASVEL, ahora como titular, pero Victor y su agente cancelaron su contrato para volver a casa y jugar en Metropolitans 92, un equipo menor pero sin las presiones de otros y con Vincent Collet, DT del seleccionado galo, al mando. No fue una decisión fácil en este momento, pero desde el campamento del chico dijeron que siguen apostando por un desarrollo, paso a paso. Por eso también se declinó intentar quedar entre los 12 para jugar el Europeo de mayores con su Selección, en septiembre. “Es el mejor prospecto que haya salido de Francia”, se animó a decir Collet, sabiendo que en la lista están Parker, Diaw, Gobert, Batum, Fournier, entre otros.
Tentaciones y presiones sobran. Desde la NBA le pidieron a su agente que el chico no jugara esta temporada para evitar lesiones. “Si le venimos con ese este tema, nos mirará y dirá ¿de qué estás hablando? Él nunca estará de acuerdo con eso. Quiere competir y mejorar. Con Víctor, el básquet está primero y todo lo demás, después”, respondió Ndiaye. El chico tiene claras sus prioridades. “Por el momento me interesa jugar, desarrollarme. Ninguna otra cosa, ni siquiera el aspecto económico. Estoy en la fase en la que necesito progresar lo máximo posible. Manejar el dinero no es mi responsabilidad, sino de mis padres”, dijo, con madurez, en una de sus primeras grandes entrevistas, con el diario L’Equipe de su país.
“Mentalmente está para competir donde sea, pero su físico debemos prepararlo para la máxima exigencia, teniendo en cuenta su altura y dónde aspira a jugar”, admitió Ndiaye en referencia a lo único que despertó -y aún despierta- algunas dudas. Su espigadísimo físico, sin tantos kilos (95) ni músculos, es una incógnita. Por dos motivos. Primero, ver si podrá soportar el roce ante rivales más grandes y fuertes. “El trabajo más grande que me queda es mejorar el físico”, reconoció quien desde hace años está con un experto de la alimentación que determina sus dietas (cinco comidas al día), copiadas de jugadores con un cuerpo similar al suyo, como el letón Kristaps Porzingis o Gobert, para ganar kilos y preparar su inevitable desembarco en la NBA.
La idea es no ganar demasiado músculo para no perder algunas de las cualidades que le hacen tan especial. Por eso abandonó la rutina fuerte de pesas, buscando que su cuerpo se construya más naturalmente, sin excesos. Para eso siguió los consejos del histórico trainer de Dirk Nowitzki, Holger Geschwindner. El énfasis está puesto en ejercicios de estiramientos y flexibilidad, una rutina que desarrolló antes y después de los partidos que jugó en Las Vegas, lo que fue visto por los casi 150 scouts que hubo en el T-Mobile. Está claro que Víctor comparte muchas cuestiones justamente con Nowitzki y Porzingis, dos de sus referentes. También se fija mucho en Gobert, Kevin Durant y Giannis Antetokounmpo, “que no tienen un juego estereotipado”. Claro, se trata de un unicornio, uno de esos jugadores polivalentes que pueden hacer todo en una cancha…
Con los pies en el suelo y la cabeza fría, el prodigio tiene claro sus dos objetivos a corto plazo: “Estar con la selección francesa en los Juegos de París en 2024 y llegar a la NBA”. Wembanyama reconoció que “el draft es una meta”, pero prefiere no planear tan a largo plazo. “Mi objetivo no es tanto ser el número 1, sino ser el mejor jugador posible en la NBA”. Aunque advirtió: “Mi objetivo siempre será ganar todo, sin excepción. Ese deseo de ganar es natural. Odio tener a alguien por encima de mí”, contó quien escuchó decir algo a Henderson (“Aun creo que yo seré el #1 del draft”), su rival por el puesto de privilegio en el draft, y dejó una frase que lo pinta de cuerpo entero. “Seguramente sería el #1 del draft, si no hubiese nacido yo”.
Wemby, como le dicen, es ambicioso. Y distinto, por naturaleza. “Algo que ha sido una constante en mi vida, desde que era un niño, incluso antes de empezar a jugar al básquet, es que siempre he tratado de hacer algo diferente. Ni siquiera estoy hablando de deportes, o lo que sea. En cualquier campo, siempre trato de ser original, algo único, algo que nunca se haya hecho antes. Y así es cómo realmente me han salido las cosas en mi vida. No sé de dónde viene. Creo que nací con eso. Siempre he intentado ser original”, asegura, sin miedo a la expectativa ni a lo que viene. “Supongo que me crearon para esto. Me esperaba todo lo que está pasando y siento que estoy cumpliendo con las expectativas. No me sorprende lo que me está pasando. Y sí, esto está sucediendo, así es como puedo manejarlo y creo que lo estoy haciendo bien”.
El adolescente francés parece preparado para todo, aunque cuando llegue a la NBA, en pocos meses, encontrará otro mundo. En lo deportivo, en el negocio y hasta en las presiones. Así lo dejó claro Adrian Wojnarowski, el principal periodista que tiene, al menos en materia de primicias, en la NBA, hablando del impacto que generará su arribo. “Un general manager de un equipo me dijo que éste comenzará una carrera hacia el abismo como nunca antes vimos. Se calcula que el valor del equipo que lo elija en el draft aumentará 500 millones de dólares sólo por tener en el equipo”. Así de especial. Y de importante es el nuevo gran prospecto de la historia del básquet.
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