“El que conoce la NBA por dentro, no la quiere dejar por nada del mundo, juegue mucho o no tanto”. La frase pertenece a un argentino que quiso explicar por qué Andrés Nocioni, uno de los pocos de los nuestros que nunca soñó con jugar en la mejor liga del mundo, no pegó la vuelta a Europa hasta que no le quedó otra, después de un par de malas experiencias en Sacramento y Philadelphia. Esta es la primera explicación que hay que dar cuando se cuente el fin de esta novela que terminó con Facundo Campazzo en Dallas Mavericks, con un contrato mínimo, de última y para ocupar un rol menor, aunque sea de arranque.
“¿Por qué espera tanto? ¿Por qué no se vuelve a Europa, a jugar otra vez en el Real Madrid, a ganar más dinero allá, en vez de tomar un contrato mínimo y para jugar pocos minutos?”. Las preguntas se sucedían en los últimos días, cada hora con más virulencia, pero Campazzo y su entorno se mantuvieron estoicos, esperando la oferta que parecía no llegaría pero, al final, llegó. Es oficial: el capitán de nuestra Selección jugará su tercera temporada en la NBA. Será por un año, garantizado y por el mínimo para esa cantidad de tiempo entre los mejores (estipulado en 2.000.000 dólares). Justamente lo que se esperaba para este momento, a seis días de comenzar la fase regular de la nueva temporada.
El segundo –y esencial- motivo para explicar la decisión del cordobés tiene que ver con su determinación -y desesperación- por seguir en la NBA. Era su principal y casi única opción, hasta que los meses pasaron y tuvo que empezar a escuchar al Real Madrid y a otros interesados en Europa. Pero, en realidad, FC7 siempre tuvo en la cabeza mantenerse entre los mejores. Siente que ya hizo lo que debía hacer en Europa -MVP, ganó todo y se transformó en uno de los dos mejores bases- y que necesitaba agotar las instancias para demostrar que puede jugar en la NBA, que pertenece a este mundo en el que tanto añoró estar y tanto disfruta ahora desde adentro…
Hay una tercera razón, aunque no parece haber pesado tanto en la decisión, aunque suma: al jugar su tercera temporada en la NBA, Facu se hará acreedor a la pensión vitalicia -y a todas sus otras ventajas, como coberturas médicas- que tiene acordada la competencia con el sindicato de jugadores. No es una cifra sideral (arranca en 60.000 dólares anuales y depende de la cantidad de campañas y partidos disputados), pero al ser en dólares y de por vida, es algo para tener en cuenta, sobre todo porque Campazzo viene dejando la parte económica en un segundo plano.
¿Cómo es esto? En sus dos primeras temporadas, en Denver, embolsó 6 millones de dólares, pero hay que quitarle cerca del 40% de impuestos y parte de la elevadísima cláusula de salida que tenía con el Real Madrid, la mayor de la historia para un jugador que se va a la mejor liga del mundo (6.000.000). Lo bueno es que no hay plazos rígidos estipulados para abonarla y eso le ha permitido, hasta ahora, haber saldado sólo el 60%. La otra parte queda para abonar. Por eso también sorprendió la decisión de Facu de volver a apostar a la NBA, teniendo en cuenta que en Europa terminaría cobrando más dinero, sobre todo porque los impuestos no son tantos. Para él, está claro, no todo es verde…
Volviendo a la NBA y esta nueva chance, en los Mavs, se puede concluir que es una opción interesante, no tanto por el lugar que a priori va a ocupar sino por las características de la franquicia, del equipo y por tener al lado a Luka Doncic, su amigo y ex compañero del Real. Hablamos, primero, de una franquicia que hace un culto a intangibles que favorecen a Facu y, a la vez, con el plus de ser la oportunidad de jugar con Luka, hoy uno de los tres mejores jugadores del mundo y, además, aquel pibe que aprendió de aquellos intensos duelos entre ambos cuando integraban la plantilla del Madrid y hoy, arrancando su quinta temporada, es candidato a ir por otro escalón, el MVP.
Eso sí, hablando de Campazzo, hay que bajar a la tierra y decir que llega a un equipo ya armado, como el último jugador de la plantilla (#15, sin contar los contratos duales que son para jugar en la NBA y, a la vez, en la G-League) y, en principio, con un rol muy acotado. Para resumir podría decirse que el cordobés arranca como el tercer base. O como el cuarto, depende de cómo se lo vea, teniendo en cuenta que adelante están Luka, Spencer Dinwiddie y el francés Ntilikina. Pero el básquet y la NBA de hoy no son tan lineales, las posiciones ya no se respetan como antes, la versatilidad es la palabra de moda y los perimetrales se reparten los distintos roles. Por caso, Doncic es base pero juega de todo. Dinwiddie también es point guard, pero en realidad se trata más un jugador desequilibrante, que juega más para él que para el resto, y puede ocupar las tres posiciones del perímetro: base, escolta y hasta alero. Ntilikina, el tercer armador en los papeles, se destaca por su defensa y por el tiro a pie firme, pero puede ser escolta. De hecho, sus características son más para ese lugar.
Facu es el único base-base. Por eso también se le complicó conseguir lugar en la NBA. Y por sus características, claro. Es un PG más FIBA, más armador, más generador de juego, que anotador, justamente lo que se busca hoy la NBA. Antes había siempre lugar para los obreros que defendían y pensaban primero en el equipo, en pasar la pelota y hacer jugar. Hoy, lamentablemente para quienes tienen esas virtudes, mucho menos. Los bases de hoy tienen que ser amenazas constantes en ataque, meter puntos y obligar a las defensas... Todo lo que estuvo FC7 trabajando en la pretemporada especial que hizo en Córdoba con entrenadores de tiro y de desarrollo técnico-táctico.
Por lo pronto, Jason Kidd tendrá otros cinco perimetrales, nueve en total para repartir roles y minutos: son Tim Hardaway, Theo Pinson, Jaden Hardy, Josh Green y Reggie Bullock. El mítico ex base, que es entrenador desde hace nueve años y viene de su mejor resultado, una primera muy buena campaña con los Mavs (récord de 52-30) que terminó en una sorpresiva final del Oeste, ya adelantó quiénes formarán parte de la segunda unidad. Dinwiddie será su líder, junto a Tim Hardaway Jr, Maxi Kleber y Christian Wood. Sorprendió porque Dinwiddie y Hardaway son dos de los mejores jugadores, al menos ofensivamente, y saldrán desde el banco. Eso deja a Green, Hardy y Ntilikina como opciones para acompañar a Luka en el quinteto abridor.
Esa conformación, a prior, deja a Facu afuera de la segunda unidad, necesitando hacer méritos para poder sumarse y ganar un lugar. El argentino será integrante de una tercera unidad que debe estar atenta para aprovechar oportunidades, por lesiones, problemas de faltas o falta de confianza o rendimiento de quienes estén por delante. Está claro que no es la mejor situación, sobre todo para quien demostró en Europa y desde el 2019 para acá, a nivel de Selección, que es uno de los mejores armadores FIBA. Pero, como se dijo, la NBA es la NBA, tiene su propio estilo y particularidades. Facu lo sabe y no reniega de eso. Pedía otra oportunidad para demostrar que puede. Y la tendrá. Veremos cuántos minutos son los que logra ganar… Porque, se sabe, sin minutos, también es imposible demostrar.
Dicho esto, Dallas puede ser un lugar interesante para él. Porque necesita un base que maneje la pelota, que genere juego y pueda defender con consistencia, sobre todo siendo revulsivo, saliendo desde el banco. Y así, de a poco, ganarse un lugar que, al principio, seguramente no estará, al llegar a un equipo armado y con roles ya asignados. Es posible que, cuando lo vean entrenar y entregarse, comience a ganar valoraciones de un entrenador que lo conoce desde hace años, incluso antes de llegar a la NBA. A eso aspira el argentino. Tampoco es menor que Doncic, el amo y señor del equipo, lo conozca bien y sepa lo que puede dar, en el juego y en lo actitudinal, incluso su aporte social en el vestuario.
En fin, de cómo estaba la situación hace algunos días, se presentó una propuesta deportiva interesante, que Facu puede aprovechar y volverla a su favor. Porque, en definitiva, cada chance siempre depende de cómo la aproveches… Y más en este bravísima NBA, cruda y cruel como siempre, pero con un nivel de talentos y de características que, como fue dicho, no está hecha para petisos y torres. Pero, claro, Campazzo ha superado desafíos toda su vida y por eso buscó un nuevo, fiel a su personalidad. Y al sentir de su corazón.
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