Se viven momentos de extrema conmoción en Indonesia después de que el país sufriera una de las mayores tragedias de la historia en lo que respecta al deporte mundial producto de lo ocurrido en el estadio Kanjuruhan después de la derrota del Arema por 3-2 frente al Persebaya Surabaya de la Liga 1.
Tras el final del partido las fuerzas de seguridad respondieron a una invasión de campo con el uso de gases lacrimógenos que ocasionaron una enorme estampida humana que se saldó con la muerte de 127 personas y más de 180 heridos.
Horas después de haber presenciado todo lo sucedido, el delantero del Arema Abel Camará le concedió una entrevista a Radio Marca y reconoció que, “durante la semana ya se hablaba mucho de este partido en nuestro estadio y de la rivalidad”.
“Hace dos semanas ya sabíamos que íbamos a jugar contra ellos, pero ni sus aficionados vienen a nuestro estadio ni los nuestros al suyo”, comentó el futbolista haciendo alusión al grado de tensión con el que se disputa este partido en cada temporada. “En toda la ciudad se hablaba de este encuentro, ya que era un duelo que iba más allá de los 3 puntos, era un partido de vida o muerte”, añadió.
El jugador bissau-guineano explicó lo que sucedió después de que el árbitro pitó el final: “Cuando terminó el partido los jugadores contrarios se fueron del estadio en unos 10 minutos en coches blindados. Mientras, nosotros fuimos a pedir disculpas a nuestros aficionados porque habíamos perdido el derby”.
“Fue en ese momento cuando los aficionados empezaron a subir las vallas y la policía nos pidió que nos fuésemos para el vestuario porque podrían perder el control de la situación tarde o temprano”, continuó.
Finalmente las advertencias del personal de seguridad se volvieron realidad cuando se produjo la estampida humana hacia el campo. “Nos encerramos en el vestuario y los aficionados intentaron entrar allí, tuvimos que poner una mesa desde adentro para trabar la puerta”, relató.
“Mientras lo hacíamos empezamos a escuchar gritos y tiros y a ver mucho humo. Además, algunos aficionados consiguieron entrar en nuestro vestuario y acabaron por morir allí mismo”, reveló el jugador de 32 años, quien aseguró que nunca había pasado por algo así en su vida.
“En esos momentos solo piensas en que no te pase nada. Cuando todo termina viene lo peor, salimos del vestuario y empezamos a ver mucha sangre, zapatos y ropa tirada por todo el lugar... los policías comentando que habían muerto dos compañeros”, precisó sobre el escenario con el que se encontró al salir del vestuario.
“No le deseo esto a nadie. Estar allí dentro fue temer por nuestra vida y tener a 40 o 50 mil personas fuera queriendo nuestras cabezas. Temimos por nuestra vida y sin poder hacer nada estábamos acorralados como ratas”, sentenció Camará, que al mismo tiempo afirmó que esperará unos días para replantearse si seguirá en el equipo.
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