El retiro de Roger Federer de la actividad profesional es una noticia triste para el circuito del tenis pero si se analizan los últimos años de su carrera, era algo que podía llegar en cualquier momento. A sus 41 años de edad, el suizo escribió una carta para notificar su decisión y marcó la Laver Cup que se realizará en Londres la próxima semana como el último torneo que disputará antes de colgar la raqueta. Lejos de estar en su mejor momento físicamente, el oriundo de Basilea nunca pudo ganarle a una lesión en la rodilla derecha que le impidió constantemente regresar a las canchas.
Si uno revisa la cantidad de interrupciones que Roger tuvo a lo largo de su impecable trayectoria, son muy pocas las veces que estuvo inactivo por dolencias. Para ser exactos, fueron cinco las lesiones importantes a lo largo de la vida del suizo en la que disputó más de 1500 partidos. Un detalle que llama la atención, es que cuatro de ellas fueron en la última década en referencia al desgaste y las señales que el cuerpo del 20 veces ganador de Grand Slam envió de manera clara.
Hay que remontarse al 2008, cuando ya tenía 10 años de profesional en la espalda, para encontrar la primera ausencia significativa de Federer en semanas consecutivas. Una inesperada mononucleosis lo dejó fuera por aproximadamente dos meses y le marginó de disputar el Abierto de Australia, el ATP 500 de Dubai y el Kooyong Classic. Después de intentar volver a las canchas de Melbourne, se “sintió lento” y tomó la decisión de descansar del tenis durante varios días para regresar en óptimas condiciones.
La siguiente dolencia apareció recién en 2014 en una semifinal del Masters de Londres frente a su amigo y compatriota, Stan Wawrinka. Su Majestad se llevó el partido con un ajustado 4-6, 7-5 y 7-6 luego de 2 horas y 48 minutos de batalla. Sin embargo, el enorme esfuerzo no fue gratis para Roger: apareció un dolor en la espalda y no pudo disputar la final del certamen frente a Novak Djokovic, por lo que el serbio se coronó campeón de dicha edición sin disputar la final.
Pero ninguna de las lesiones anteriores se comparan con el verdadero problema del suizo de cara a sus últimos momentos como profesional: sus dos rodillas. A principios de 2016 cayó a manos de Nole en semifinales del Abierto de Australia en cuatro competitivos sets y el cuerpo le envió la primera señal. “Después de realizarme las pruebas cuando volví a casa, se determinó que me había roto los meniscos”, explicó en sus redes sociales. En ese momento ocurrió el primer paso por el quirófano de Federer.
La información marcó tres meses como la fecha de regreso del nacido en Basilea a las canchas. Como solía hacer cada año, apuntó a Wimbledon para volver al circuito y hasta llegó a disputar las semifinales donde perdió con el canadiense Milos Raonic en otro encuentro para la historia con cinco sets. La peor noticia arribó poco después de la derrota cuando se enteró que se resintió de la lesión en la rodilla izquierda y estuvo hasta enero de 2017 una vez más inactivo en el circuito.
El siguiente antecedente data de mayo de 2019 cuando Roger tomó la sorpresiva decisión dar walkover en los cuartos de final del Masters de Roma frente a Stefanos Tsitsipas. En las rondas previas, había vencido en sets corridos al portugués Joao Souza y al croata Borna Coric pero acusó dolores en su pierna derecha a semanas de Roland Garros. La preocupación de los fanáticos creció en el ambiente pero finalmente, diez días después, Federer disputó el segundo Grand Slam del año donde llegó a semifinales y perdió con Rafael Nadal.
La traba final de su trayectoria no fue una lesión visible en un partido específico, por lo que el comunicado que difundió a inicios de 2020 asombró al circuito. “Mi rodilla derecha me estaba molestando desde hace un tiempo y decidí someterme a una cirugía artroscópica en Suiza”, notificó en sus redes sociales. Comenzó la larga recuperación y, tras patear el regreso a las canchas en varias ocasiones, fue Wimbledon 2021 la fecha marcada en el calendario para la vuelta.
El polaco Hubert Hurkacz venció en sets corridos a un desmejorado Federer que recibió atención médica en el transcurso del partido y que terminó esa semana deportiva con una nueva artroscopía. De ahí en adelante, su batalla contra la rodilla derecha a sus 41 años fue algo difícil de asimilar y terminó siendo una de las razones por las cuales el suizo tomó la determinación de ponerle punto final a su carrera profesional en la Laver Cup de Londres. Luego de ser semifinalista en el Australian Open 2020, Roger apenas disputó 14 partidos hasta que este 15 de septiembre del 2022 decidió anunciar su adiós.
Hace pocos días, el medio suizo Tagesanzeiger había notificado que Roger volvió a acumular líquido en su rodilla y a la hora de intentar aumentar la intensidad de los entrenamientos, no pudo hacerlo como le gustaría al ganador de 20 Grand Slams. Los rumores indicaban que tenía en mente retirarse en el Swiss Indoors de Basilea (24 al 30 de octubre) en el cual está anotado como participante pero, con las recientes noticias de parte del tenista, no estará presente en el torneo ATP que se disputa en su ciudad natal.
Roger fue sincero a la hora de explicar los motivos de su adiós en la carta que publicó en redes sociales: “En los últimos tres años se presentaron desafíos en forma de lesiones y operaciones. Trabajé duro para regresar a una forma plena competitiva pero también me di cuenta que las capacidades y limitaciones de mi cuerpo me enviaron un mensaje que últimamente está más que claro”. Esa maldita rodilla que lo dejará sin despedirse como seguramente hubiese soñado, brillando en un Grand Slam, no empañará su legendario legado en el deporte.
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