Los mejores alpinistas del mundo sueñan con conquistar las 14 cumbres, objetivo que es tan complicado de alcanzar que son cerca de 50 los que lo han conseguido. Aunque parezca increíble, un nepalí ha hecho estas travesías dos veces y ha establecido una marca increíble gracias a su trabajo vital como guía de montañistas.
Sanu Sherpa creció en el distrito de Sankhuwasabha en el este de Nepal, una remota zona rural y pobre donde se levanta el Makalu, la quinta montaña más alta del mundo. A los 30 años, mientras muchos de sus conocidos hacían dinero en las cumbres, él se dedicaba al cultivo de patatas y maíz y criando yaks, un mamífero bóvido típico de Asia Central.
En una entrevista con la agencia de noticias AFP, contó cómo un día decidió abandonar la granja para dedicarse al alpinismo y cambiar su vida: “Me preguntaba a mí mismo: ¿si aquellos que no podían cargar tanto como yo volvían al pueblo después de escalar montañas, por qué yo no podía hacerlo?”. Fue así que decidió seguir ese ejemplo, deseando que este trabajo le permitiera sostener a su familia de ocho miembros y cumplir su sueño de “vestir equipamiento de montaña”.
Con la ayuda de sus amigos que le prestaron la vestimenta y herramientas necesarias para las travesías, Sanu Sherpa coronó su primer 8 mil en 2006 como guía de un grupo surcoreano en la cumbre Cho Oyu. “Notaba que los escaladores coreanos no serían capaces de hacer la cima, pero yo tenía que hacerlo porque no conseguiría trabajo si volvía sin éxito”, recordó sobre aquella primera experiencia que le cambió la vida.
Los guías nepalíes, normalmente de la etnia sherpa que habita los valles alrededor del Everest, están considerados la médula espinal de la industria del alpinismo en el Himalaya. Cargan con la mayor parte del equipo y la comida, fijan las cuerdas y reparan las escaleras. Es -sin dudas- una ocupación de riesgo sobre todo después de los 8.000 metros, instancia que se conoce como “la zona de la muerte”, porque no hay suficiente oxígeno en el aire para mantenerse con vida durante un largo periodo.
Cerca de 14 personas mueren por año solamente en Nepal por intentar alcanzar algunas de las cimas más altas y un tercio de las muertes en el Everest es de porteadores locales, una estadística que destaca el riesgo que asumen para cumplir el sueño de sus clientes de alcanzar los picos más altos del mundo.
“He visto muchos cuerpos subiendo o bajando la montaña”, comentó Sherpa. “Yo ando en la misma ruta o en la misma montaña. ¿Cómo vivirá mi familia y mis hijos si yo termino con la misma suerte?”.
Es que su capacidad para alcanzar los picos más altos lo ha convertido en uno de los guías más codiciados del mundo. Cabe mencionar que una escalada de este estilo puede costarle a un alpinista 45 mil dólares, parte de los cuales se usa para pagarle a los sherpas, quienes son expertos en esta clase de aventuras. En los últimos años varias películas han puesto luz sobre el papel crucial de los escaladores nepalíes, como “Sherpa” lanzada en 2015 o la más reciente “Los 14 ochomiles: No hay nada imposible”.
A sus 47 años, Sanu ha escalado dos veces cada uno de los 14 picos de 8 mil metros. Pero eso no es todo, sino que varios de ellos los ha subido en más ocasiones: el Everest, por ejemplo, lo hizo ya siete veces. “Lo que he hecho no es algo que sea imposible. Solo hacía mi trabajo”.
El ministro de Cultura y Turismo de Nepal, Jeevan Ram Shrestha, aseguró que el doble ascenso a las cumbres más altas del planeta coloca a Sanu Sherpa como “una fuente de inspiración para los escaladores de todo el mundo”.
Nuevamente en Katmandú tras lograr su hazaña, el alpinista prepara una cuarta ascensión al Manaslu con un cliente y está recibiendo ofertas de otras expediciones. “Puedo hacer la triple ascensión”, dice. “Pero eso puede depender de la suerte”. Mientras tanto, su familia le ha pedido que se retire y vuelva a la granja después de haber afrontado con éxito tantos retos.
Con información de AFP
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