Es una de las catedrales mundiales del automovilismo y acaba de cumplir su centenario el 3 de septiembre. El Autódromo Nacional de Monza es un escenario lleno de historias y se lo conoce como el “Templo de la Velocidad” por sus tres rectas y curvas rápidas. Adaptado a los estándares de seguridad sigue muy vigente y este fin de semana vuelve a ser sede del Gran Premio de Italia de Fórmula 1.
El deporte motor es sinónimo de velocidad y Monza aún sigue siendo uno de los escenarios más desafiantes del planeta y conserva su encanto y mística de otros tiempos. Los motores pueden estar apagados, pero la sensación de adrenalina siempre está. El marco de tensión es único y los rostros de los pilotos cambian en este lugar cuyo circuito original unió un trazado mixto con un óvalo y que visto desde arriba parece una pista de scalextric.
Con una capacidad de 118.865 espectadores, todos los años se vive una fiesta en el epílogo del verano europeo. Es el templo de Ferrari y los tifosis deliran con un evento que arranca en la semana previa y una vez que termina la carrera se suelen abrir las puertas para la típica invasión de público con una marea humana interminable en la recta principal.
Ubicado en la meca de la industria automotriz italiana, es un paraíso terrenal para los amantes del automovilismo y la carrera de la Máxima allí es una de las tres pruebas más emblemáticas del calendario junto a Mónaco y Silverstone, la ex base aérea de la Segunda Guerra Mundial que fue sede de la primera carrera de la categoría el 13 de mayo de 1950.
Este es un repaso de la historia de Monza, con 15 episodios que marcaron sus primeros 100 años.
1. Su nacimiento. En enero de 1922 el Automóvil Club de Milán decidió su construcción debido a su 25 aniversario. El proyecto fue encomendado al arquitecto Alfredo Rosselli. En la fase preliminar se pensó en una pista de velocidad y un anillo vial (el óvalo) uno al lado del otro, con una longitud total de 14 kilómetros y un costo estimado de 6 millones de liras. Fue en una época de proliferación del automovilismo y la industria automotriz, y el circuito también se proyectó para que las fábricas pudieran probar sus flamantes máquinas.
Las obras comenzaron el 15 de mayo con el compromiso de que estarían terminadas el 15 de agosto: se utilizaron 3.500 trabajadores, 200 vagones, 30 camiones y una vía férrea de 5 kilómetros con 2 locomotoras y 80 vagones. El autódromo se construyó en el tiempo récord de ciento diez días.
El circuito incluía una pista de carrera de 5,5 km y un bucle de alta velocidad de 4,5 km, con dos curvas elevadas que permitían una velocidad máxima teórica de 180/190 km/h; las variantes elevadas estaban conectadas por dos rectas de 1.070 metros de largo cada una.
Su primera carrera fue el 3 de septiembre de 1922 en un día lluvioso, con la disputa de una competencia de autos pequeños que ganó Pietro Bordino con Fiat 501.
2. Vértigo de Pre Guerra. En 1929, Achille Varzi en un Alfa Romeo y Alfieri Maserati, con un auto construido por él, alcanzaron por primera vez los 200 kilómetros por hora en su vuelta más rápida. Fue una época de romanticismo puro de automovilismo con duelo -entre otros- de Tazio Nuvolari, con Alfa Romeo, contra el alemán como Rudolf Caracciola, con Mercedes.
3. Fangio rozó la muerte. Después de una carrera en Dundrod, Irlanda del Norte, el 8 de junio de 1952, Juan Manuel Fangio partió hacia Monza para competir al día siguiente. Le prometieron llevarlo en un avión privado, aunque lo dejaron plantado y debió abordar un vuelo comercial a Londres y luego otro a París. Un amigo se ofreció a llevarlo en coche a Lyon, y allí le prestó el auto para que manejara los 480 kilómetros a través de los Alpes. Fangio llegó una hora antes de la largada.
“Te ves muy cansado”, le avisó ya en el autódromo, Alberto Ascari, su más fuerte rival, pero también un gran amigo.
“No es nada”, le respondió el Chueco.
Fangio corrió igual, pero en la segunda vuelta calculó mal una curva y despertó en el hospital con varias vértebras cervicales rotas. “En esa época era muy fácil pasar de la vida a la muerte sin darse cuenta”, reflexionó luego el balcarceño, que no corrió en el resto del año y su recuperación demandó cuatro meses.
4. El óvalo. Es el circuito peraltado tipo Indianápolis de 4.250 metros que si se uniera al circuito mixto (5.793 metros), como en los orígenes de Monza, llegaría a 10.043 metros. Se utilizó por última vez en los 1.000 Kilómetros de 1969, fecha válida por el Mundial de Sport Prototipos (hoy el Mundial de Endurance).
El óvalo se dejó de usar debido a su peligrosidad y por sus peraltes, fueron reiteradas las imágenes de los coches chocando contra el guardarraíl o volando -literalmente- hacia el vacío. Quienes corrieron allí desafiaron las leyes de la gravedad. En la película Grand Prix (1966) se recrea cómo eran las carreras en ese circuito y la imagen impactante de ver un auto inclinado en el óvalo pasando por arriba del circuito mixto.
En 2020 el Mundial de Rally corrió por primera vez en las inmediaciones de Monza y usó parte del óvalo. Los pilotos pudieron experimentar (de alguna forma) cómo era correr en ese circuito. La experiencia se repitió en el cierre de la temporada de 2021.
5. Carrera de los Dos Mundos. En 1957 y 1958 se llevaron a cabo las 500 Millas de Monza, que unió a los pilotos y equipos de la F1 y la IndyCar, ya que se corrió en el óvalo. Al reunir a las dos mejores categorías de monopostos del planeta y los dos mercados más fuertes del automovilismo, el europeo y estadounidense, el evento también se conoció como “La Carrera de los Dos Mundos”.
La mayoría de los participantes fueron los norteamericanos y ellos se quedaron con los triunfos aprovechando también su experiencia en los óvalos. Jimmy Bryan venció en 1957 y Jim Rathman en 1958. En esta segunda edición participó Fangio con un coche estadounidense, un Kuzma con motor Offenhauser, pero fallas en el impulsor le impidieron competir al Quíntuple.
6. Tragedias. Por su peligrosidad Monza tuvo varios accidentes trágicos y hubo tres que son muy recordados. El 10 de septiembre de 1961, Wolfgang von Trips se encaminaba a ser el primer alemán campeón de F1, pero se mató con su Ferrari y su choque se cobró la vida de 14 espectadores en lo que fue la peor tragedia en la historia de la Máxima.
El 5 de septiembre de 1970, en la quinta vuelta de la práctica, el Lotus 72 de Jochen Rindt sufrió la rotura de la suspensión delantera (se sospechaba en los boxes por qué ese elemento era más liviano que el resto). Comenzó a zigzaguear camino a la curva Parabólica. Hasta que, sin control, giró de forma violenta hacia su izquierda e impactó a 200 km/h contra el guardarraíl. La fricción rompió la carrocería. El austriaco es el único campeón post mórtem de la F1.
El 10 de septiembre de 1978, a metros de la largada, Ronnie Peterson (Lotus) sacó la peor parte en un choque donde hubo involucrados 11 autos de 24. James Hunt (McLaren) intentó evitar un toque de Riccardo Patrese (Arrows) y golpeó al coche de Ronnie. Su Lotus se estrelló contra otros autos y luego chocó contra el guardarraíl y se prendió fuego. Hunt logró sacarlo a Peterson que quedó consciente, pero con sus dos piernas rotas. La ambulancia llegó tarde y fue trasladado al Hospital Maggiore de Milán. Falleció al otro día por una embolia generada por los gases tóxicos que originó el combustible.
7. Pánico de Stewart. El 7 de septiembre de 1969 Jackie Stewart ganó con su Matra y logró el primero de sus tres títulos en la F1. Aunque ese día el escocés la pasó mal junto con su mujer, Helen, debido a la ola de fanáticos que quisieron saludarlo, llevarse un autógrafo o algún recuerdo.
Primero se refugiaron en la oficina del Automóvil Club de Italia y se encondieron en el baño, pero la gente rompió la puerta e ingresó. El matrimonio escapó por la ventana y se ubicó en un camión de neumáticos y los mecánicos los defendieron con llaves inglesas, aunque la horda de tifosis fue más fuerte y el camión casi volcó. Un amigo de Jackie los ayudó a escapar con un auto deportivo y los llevó a Villa de Este, cerca de Roma. Ese domingo Jackie no pudo celebrar su campeonato en el podio y pasó de la gloria al caos.
8. Para el infarto. El 5 de septiembre de 1971 se corrió la mejor carrera de la historia de la F1 con 26 cambios en la punta, 8 líderes y la definición más cerrada con 5 autos que cruzaron la meta separados por 0.61 segundos. Solo en 8 vueltas se repitió el orden de la anterior. La multitud se embriagó de automovilismo en la competencia que venció el inglés Peter Gethin (BRM), quien largó undécimo y hasta ese día solo había sumado un punto en la F1 con el sexto puesto en Canadá 1970.
9. Épico retorno de Lauda. El 1 de agosto de 1976 Niki Lauda sufrió un terrible en Nürburgring, en el que su Ferrari se prendió fuego. Estuvo 55 segundos a 800 grados y en el hospital le dieron la extremaunción. Pero la fuerza de voluntad del austríaco pudo más y 42 días después volvió a correr y terminó cuarto en Monza, donde fue ovacionado. Ese año tuvo el recordado duelo con James Hunt, quien fue campeón.
10. Hazaña de Lole. En 1981 Carlos Alberto Reutemann peleó por el título hasta la última fecha. En Monza con su Williams clasificó segundo con un motor aspirado en uno de los autódromos más veloces, en el que los impulsores turbo eran favoritos. Se metió entre los dos Renault. Antes de la largada Lole tuvo una combinación de gomas (tres blandas y una dura) que lo había puesto adelante en el ensayo del domingo. Era candidato. Pero la llovizna en el momento de la partida complicó sus planes y con una pista mojada en el comienzo de la carrera se retrasó hasta el octavo lugar. Sin embargo, remontó hasta culminar tercero y fue uno de los cinco que terminó con total de vueltas en una carrera durísima donde hubo 14 abandonos. El máximo rival del santafesino, Nelson Piquet (Brabham), rompió su motor y la ilusión de Carlos estuvo intacta. Fue ovacionado por los italianos.
11. Milagro de Enzo Ferrari. En 1988 los McLaren-Honda MP4/4 aplastaron con Ayrton Senna y Alain Prost. Ese auto fue el más exitoso de la historia de la F1 en relación a carreras corridas y ganadas: 15 victorias sobre 16 fechas. En la única que no vencieron fue en Italia. Allí el francés desertó por fallas en el motor (algo impensado) y el brasileño por un toque (otro hecho extraño). La Scuderia metió un 1-2 con el austriaco Gerhard Berger y el italiano Michele Alboreto. Fue el 11 de septiembre, 28 días después del fallecimiento de Enzo Ferrari. Era la primera carrera sin él. ¿Un milagro suyo o del Papa que había bendecido los autos…? Creer o reventar.
12. Ferrari de luto. El 16 septiembre de 2001, cinco días después de los atentados a las Torres Gemelas, en recuerdo de las víctimas, las Ferrari no lucieron publicidades y llevaron la trompa pintada de negro. Con unas de esas F2001, Michael Schumacher fue cuarto en la carrera que ganó Juan Pablo Montoya (Williams) que logró la primera victoria de un colombiano en la F1. El podio lo completaron Rubens Barrichello (con la otra Ferrari) y Ralf Schumacher, el hermano del Kaiser, con otro Williams.
13. Primer triunfo de Vettel. El 13 de septiembre de 2008 Sebastian Vettel se convirtió en el piloto más joven en lograr una pole positions -hasta ese momento- con 21 años, 2 meses y 10 días, superando a Fernando Alonso (21 años, 7 meses y 21 días). El alemán aprovechó la tanda con lluvia y con su Toro Rosso marcó el mejor registro. Al otro día volvió a sorprender al mundo con su triunfo y fue también el ganador más precoz de la historia, récord que luego fue superado por Max Verstappen en España 2016, que festejó con 18 años.
14. Rompieron los relojes. En 2018 Kimi Räikkönen (Ferrari) hizo la pole positions y batió el récord de Juan Pablo Montoya (Williams) en 2004, con un registro de 1m19s119. El escandinavo fue 406/1000 más rápido que el colombiano, que 14 años antes lo logró con un motor V10 a combustión de más de 900 caballos, potencia similar a la que arrojan los actuales V6 híbridos (a combustión y eléctrico). Räikkönen, en ese giro, en las rectas superó de forma holgada los 300 km/h y alcanzó el promedio de vuelta más rápido de la historia de la Máxima con 263,587 km/h. Sin embargo, esa marca la pulverizó Lewis Hamilton (Mercedes) que en 2020 llegó a una media de velocidad 264,363 km/h.
15. Toque Verstappen-Hamilton. El 12 de septiembre de 2021, Max Verstappen (Red Bull) y Lewis Hamilton (Mercedes), quienes pelearon por el campeonato, disputaron una posición y llegaron juntos a la primera chicana. Ninguno cedió y sus autos se tocaron. El coche del neerlandés se montó sobre el del inglés, cuya integridad fue salvada por halo. La imagen fue impactante y uno de los momentos más calientes del año.
El Autódromo Nacional de Monza es gestionado por la empresa Societa Incremento Automobilismo e Sport (SIAS) y sus principales accionistas son el Automóvil Club de Italia (90%) y el Automóvil Club de Milán (10%). Sus responsables lograron en estos 100 años mantener la esencia del escenario más allá de los cambios por seguridad, como sus tres chicanas. La clave fue el cuidado de sectores icónicos tales como el mítico óvalo, el cartel electrónico con las posiciones o las viejas torres del lado de las tribunas que es una postal de la recta principal. Además, un gesto que no les demanda un centavo y es permitirle el ingreso al público al final de cada carrera. Esa tradición se respeta todos los años y apunta a la pasión popular. Esa la clave de la conservación cultural del “Templo de la Velocidad”.
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