La leyenda continúa: en el que es su último torneo como profesional, Serena Williams debutó con un triunfo ante la montenegrina Danka Kovinic y avanzó a la segunda ronda del US Open. Ante la presencia de múltiples estrellas del deporte y espectáculo que se acercaron hasta Flushing Meadows para verla en acción, la histórica tenista norteamericana se lució con un doble 6-3 que la metió en la próxima fase. Hubo perlitas de todo tipo y un mensaje en su vestido de seis capas.
Serena acordó con los diseñadores de la marca de indumentaria que la patroncina lookearse con una vestimenta negra que ostentaría un significado: cada una de sus victorias en el Abierto de Estados Unidos. La oriunda de Florida se quedó con las ediciones de 1999, 2002, 2008, 2012, 2013 y 2014.
En su primera final derrotó a la suiza Martina Hingis, mientras que en 2001 cayó con su hermana Venus en el duelo definitivo, contra la que se tomó revancha al año siguiente. En su tercer éxito se deshizo de la serbia Jelena Jankovic y, en la edición de 2007, perdió el partido decisivo ante la australiana Samantha Stosur.
Luego se consagraría con un triplete consecutivo por sus victorias ante la bielorrusa Victoria Azarenka (2012 y 2013) y la danesa Caroline Wozniacki. Participó de otras dos finales en las que fue derrotada: en 2018 ante la japonesa Naomi Osaka y en 2019 ante la canadiense Bianca Andreescu. Fueron un total de 10 finales, con 6 triunfos y 4 derrotas.
El vestido negro con brillos, inspirado en el patinaje artístico, tuvieron el sello propio de la menor de las hermanas Williams. En sus trenzas portó dos deubrés personalizados de oro 24 quilates y acompañó una chaqueta y bolso con el que dirá adiós en Nueva York. Sus zapatillas estuvieron a tono y en concordancia con el resto del outfit: llevaron 400 diamantes (salidos de la joyería Serena Williams Jewelry) elaborados a mano que fueron engastados en cerámica.
La Asociación de Tenis de Estados Unidos informó que se vendieron más de 16.500 boletos para el torneo el día que Williams anunció su retiro, más que en los siete días anteriores. El día en que Serena adelantó su deseo de despedirse, se compraron 4.600 localidades que dieron marco al lleno total (23.800) del estadio este lunes. “Una vez que Serena anunció que disputaría el U.S. Open se agotaron los boletos en un milisegundo para el lunes y martes por la noche. Puedes ver en la reventa, los precios alcanzaron los 230 dólares. Vi 2.300 dólares para nivel de cancha en la tarde”, dijo Stacey Allaster, directora del Grand Slam. Miles de personas la vieron brillar en vivo y muchísimas más por televisión.
Williams apareció con semblante concentrado en la majestuosa pista Arthur Ashe, donde fue presentada como “la más grande de todos los tiempos”. Las gradas se llenaron de flashes de los aficionados que inmortalizaban el momento con sus celulares o, como su hija Olympia, con una pequeña cámara fotográfica.
“Primero de todo, muchas gracias porque no esperaba nada de esto”, agradeció Serena totalmente sorprendida por el homenaje que se celebró tras el partido. “Cuando salté a la pista solo traté de dar lo mejor de mí. El público estuvo de locos y realmente me ayudó a conseguirlo”, agregó la estadounidense que celebró a lo grande su triunfo en la cancha central de Flushing Meadows, la mayor y más ruidosa del mundo.
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