El próximo sábado 10 de septiembre no será uno más para el deporte argentino. Tampoco para el básquet nacional y mucho menos para el mejor jugador de su historia. Emanuel David Ginóbili pasará definitivamente a la eternidad. Ya está en el corazón y en la mente de todos -no sólo de nosotros, los argentinos-, porque Manu es uno de esos deportistas que ha logrado ambos hitos: ser admirado desde la razón y amado con absoluta emoción. Porque este bahiense que hoy tiene 45 años combinó todo lo mejor del argentino: jugó con pasión pero a la vez con la razón, con el corazón caliente y la mente fría, ganó todo y se portó como un caballero, “puso huevos” como habitualmente se dice, pero nunca tuvo desbordes: ni una pelea con un compañero ni un rival, tampoco con un entrenador o un árbitro, nunca una expulsión, muchos menos un escándalo. No le conocemos una polémica durante una carrera que, profesionalmente, duró 23 años. El atleta ideal, el que encarna sólo lo mejor de los argentinos, lo que todos queremos ser como deportista y ciudadano, el embajador que cualquier país quiere tener en el mundo…
Por eso, lo que suceda en Springfield, Massachusetts, será la frutilla del postre, una coronación, una consecuencia de lo que Manu dio. A veces, se habla tanto de ejemplos que cuando hay que usar ese término en uno verdadero, dentro y fuera del campo, la palabra parece chica. En este caso cae justa. Ideal. Por eso la inducción del bahiense en el Salón de Fama del básquet será un estricto acto de justicia porque este es un premio que va más allá de la NBA y hasta de nuestra Selección. Este es un premio por el -inconmensurable- aporte que MG hizo al básquet mundial.
Claro que son importantes los cuatro anillos de la NBA (2003, 2005, 2007 y 2014), las medallas olímpicas (bronce en 2008 y oro en 2004, logrando uno de los mayores hitos de la historia del deporte: vencer, siendo figura, a un seleccionado estadounidense repleto de estrellas de la NBA en una semifinal), las dos elecciones al All Star (2005 y 2011), el premio a Mejor Sexto Hombre (2008), las dos veces elegido al tercer mejor quinteto de la temporada y la vez que estuvo a un voto de ser co-MVP de una final (2005).
Hizo historia, además, como parte de una organización que escribió páginas gloriosas durante una década y media y fue integrante de unos de los Big 3 –junto a Tim Duncan y Tony Parker- más ganadores –#1 en triunfos- y recordados. Manu, además, tiene el impactante privilegio de poseer el mejor porcentaje de victorias (72.1%, gracias a un récord de 762 victorias y 295 derrotas) en la historia entre los 141 jugadores que han disputado más de 1000 partidos en la fase regular de la NBA. Es además el mayor robador de pelotas (1392) y anotador de triples (1495) en la historia de los Spurs, y sigue cuarto en puntos y asistencias. Por todo esto, además de jugar hasta los 40 años, le retiraron su camiseta #20. Pero, claro, lo suyo no se detiene ahí. Con la Selección logró dos títulos más, (Premundial 2001 y Preolímpico 2011), un subcampeonato mundial (2002). Su huella fue profunda también en Europa al tener un 2001 que lo ubicó como mejor jugador de ese continente. Con Kinder Bologna en 2001 logró la triple corona sumando la Euroliga, la Copa Italia y la Lega, con dos MVP consecutivos de la Lega, otro en la Copa Italia y un cuarto en la Euroliga.
Un currículum apabullante que, igual, no alcanza a determinar la huella profunda que dejó en estas dos décadas: la forma en que modificó el juego con un estilo tan particular (con lujos de estrellas, como fajas, caños y pases inverosímiles, y acciones de obrero, como tirarse al piso por una pelota), cómo patentó uno de los movimientos más icónicos de siempre (el Eurostep), la manera en que cambió la importancia del Sexto Hombre sin detenerse en todo lo que pudo perder en el camino (minutos, tiros, reconocimiento y millones de dólares). Y así podríamos seguir, enumerando los méritos que lo convertirán en el primer jugador hispano hablante y tercer latinoamericano -luego de los brasileños Oscar Schmidt y Ubiratan Pereira, además de Hortencia entre las mujeres- en ser inmortalizado en el HOF. Un hito que, para lograrlo, Manu tuvo que pasar tres filtros, con distintas votaciones de comités de especialistas que analizaron títulos, premios, legado, el impacto social y hasta su comportamiento. Todo fue tenido en cuenta. Y Manu los pasó holgadamente. Al punto de haber sido una elección unánime: los 24 que votaron estuvieron de acuerdo que el argentino no podía faltar. Y todo en su primer año de elegible, un privilegiado sólo para elegidos.
Pero ahora se viene la ceremonia, el momento de subir al escenario y recibir el honor y de dar el discurso frente a millones de espectadores. Un momento que hoy en día se viraliza por redes sociales. Que, en la historia, tiene momentos épicos, tantos que son imposibles de enumerar, porque es el momento en que el deportista mira hacia atrás y agradece a cada uno de los que lo ayudaron a ser lo que es: padres, hermanos, hijos, amigos, familiares, entrenadores, compañeros, rivales, todos y cada uno. Es el momento de no olvidarse de nadie, de quienes le enseñaron, ayudaron, desafiaron… En definitiva, las musas inspiradoras.
Hoy Manu lo toma casi como un evento más. No está ni muy emocionado ni esperando especialmente este momento, como le contaron a Infobae. El bahiense considera que lo fuerte de su carrera ya pasó, que fue en la cancha, con sus compañeros, en cada práctica, en cada triunfo, en cada derrota, en cada vestuario… Pero distinto será cuando llegué ese día, cuando llegue a ese recinto, cuando suba al escenario y, sobre todo, cuando direccione el micrófono hacia su boca y tenga que empezar a hablar… Seguramente le tiemblen un poco las piernas -como seguramente nunca le pasó en su carrera como jugador- y se le entrecorte la voz. Porque cuando mire enfrente estarán muchos de los que lo ayudaron, codo a codo, de distinta forma. Y no estarán otros, los que más quiere.
Porque no estará Jorge, más conocido como Yuyo, su padre y mentor. Del que heredó la pasión por el básquet y su carácter y forma de ser. Ese fanático del básquet, de su club (Bahiense del Norte), de su familia y de su hijo que hoy atraviesa un delicado problema de salud y no puede viajar. Y seguramente tampoco esté Raquel, su madre y apoyo incondicional de siempre, a quien todavía no pueden convencer para que viaje y esté al lado de su hijo. “Prefiero verlo por TV”, dice a los 76 años, lo mismo que tanta veces repitió durante la carrera de Manu, cuando le decían de ir a verlo a Estados Unidos, a Europa o en cualquier lugar del país. Se ponía demasiado nerviosa. Tampoco estará Sebastián, el hermano del medio. Leandro, el mayor, el más extrovertido, todo un personaje, totalmente distinto al resto de la familia, será el único representante directo de la familia.
Pero, claro, Manu no estará solo. El cupo que le dio la organización lo utilizó completo e incluso tuvo que dejar afuera a algunos significativos, como Gaetano Gebbia, aquel entrenador formador que lo recibió cuando Manu llegó de Argentina, con apenas 20 años y le dio las primeras lecciones en Reggio Calabria, primero en la segunda división y luego, ya ascendidos, en la Lega. Tampoco estarán otros de sus coaches que lo ayudaron, en especial en la Selección, como Rubén Magnano -DT de la mítica Generación Dorada que Manu tan bien lideró en la cancha-, y Sergio Hernández. Sí, en cambio, dirá presente Julio Lamas, pese a que hoy que está en pleno trabajo junto a Abel Balbo en el cuerpo técnico de Central Córdoba, buscando salvar del descenso de la Liga Profesional al equipo santiagueño. También viajará Oscar Huevo Sánchez, el DT que de alguna forma lo descubrió, el que le enseñó a picar la pelota entre las sillas de la casa del pasaje Vergara 14 donde todavía vive la madre, que le compró unas “anteojeras” para mejorar el dribbling, que le enseñó las primeras mañas y lo hizo debut profesionalmente, en 1995, en Andino de La Rioja, aquella noche en el Polideportivo marplatense.
También asistirán varios de los compañeros de la Generación Dorada. Por ahora los confirmados son: Luis Scola llegará desde Italia, donde hoy se dueño mayoritario del club Varese, Fabricio Oberto desde San Antonio, donde pasa mitad del año y habitualmente sale a pedalear junto a Manu, su amigo y ex compañero de Selección y los Spurs -campeones en 2007-, Andrés Nocioni desde General Pico -desde donde da charlas y participa en transmisiones de ESPN- y Pepe Sánchez, desde Bahía Blanca, donde tiene un equipo de básquet y un centro de alto rendimiento -Dow Center-. Hay más invitados de aquel equipo mítico, tal vez el mejor de la historia del deporte argentino, pero varios están por definir si viajarán. Como por ejemplo Pablo Prigioni, quien estará siendo asistente de Néstor García en la Americup en Brasil y no podría viajar.
Los que no faltarán son los compañeros de batalla de los Spurs, en especial los más significativos, desde Tony Parker hasta Tim Duncan, quien justamente fue elegido para presentar a Manu en la ceremonia. Hace un año, cuando el de Islas Vírgenes subió al escenario para recibir el honor, habló justamente de que no podía esperar el momento de verlos, a Manu y a Parker, en ese lugar. “Se lo merecen. Fue un honor compartir la cancha con ustedes, gracias por todo, por la amistad, su compañerismo, la hermandad y por cada experiencia que vivimos juntos”. Ahora será al revés, como quería Tim. Un momento especial y único. Que, aunque él no crea, lo hará emocionar. Como a cada uno de nosotros, que hemos crecido adorando al ídolo…
SEGUIR LEYENDO: