Mientras que todo el planeta está expectante por el puntapié inicial de la Copa Mundial de la FIFA, que comenzará el próximo 20 de noviembre, el gobierno de Qatar detuvo y deportó a un grupo de trabajadores que participaron en una protesta porque su empleador no les pagó. Los trabajadores –oriundos de países como Nepal, Bangladesh, India, Egipto y Filipinas– llevaban hasta seis meses sin cobrar, según informaron activistas de derechos laborales.
Este mes, al menos 60 obreros fueron detenidos por participar en una manifestación que se llevó a cabo frente a las oficinas de Al Bandary International Group, una importante empresa constructora, según apuntó Equidem, una organización de derechos laborales con sede en Londres. La mayoría de los trabajadores fueron enviados a casa.
“Hasta donde sabemos, las autoridades han decidido deportar a todos los que estaban en la protesta. Estos trabajadores están protestando porque su empleador no les pagó… este no es un momento de la Primavera Árabe”, dijo Mustafa Qadri, CEO de Equidem.
Desde el Washington Post informaron que un funcionario del gobierno de Qatar dijo en un comunicado que los manifestantes habían sido detenidos por violar las leyes de seguridad pública y que el incidente estaba bajo investigación.
“Todos los salarios y beneficios atrasados están siendo pagados por el Ministerio de Trabajo”, rezaba el comunicado oficial. “La empresa ya estaba siendo investigada por las autoridades por falta de pago de salarios antes del incidente, y ahora se están tomando más medidas después de que se incumpliera el plazo para liquidar los pagos de salarios pendientes”.
Qatar, un pequeño país rico en gas, tiene una población de alrededor de 2,8 millones de habitantes con un alto porcentaje de extranjeros. Su desarrollo estructural para la realización de la Copa del Mundo dentro de tres meses ha dependido de la mano de obra extranjera para construir estadios, hoteles, autopistas y todo lo que implica el desarrollo del torneo de fútbol masculino más importante. Doha lanzó un proyecto de modernización que incluyó también la expansión de sus principales sistemas de aeropuerto y transporte público.
Las condiciones laborales de estos trabajadores inmigrantes en los países del Golfo Pérsico ha estado en el ojo de la tormenta durante muchos años. La protesta en cuestión se llevó a cabo el 14 de agosto, mientras continuan los llamados de atención a la FIFA para compensar a los trabajadores por supuestos abusos laborales en los que se incurrió en vísperas de la preparación para el torneo.
“Todos estos abusos están en desacuerdo con la imagen de la Copa del Mundo como una brillante celebración de la humanidad”, denunció Minky Worden, directora de iniciativas globales de Human Rights Watch. “Estas son las personas que literalmente han construido la Copa del Mundo desde cero, desde el desierto hacia arriba. Ellos son los que deben recibir una compensación económica antes de patear el primer balón”, agregó.
En Doha se tomaron algunas medidas para mejorar la atmósfera de los trabajadores extranjeros después de que se le concedieran los derechos de hospedaje en 2010, aunque a los trabajadores no se les permitió sindicalizarse y los que participaron de huelgas fueron en su mayoría deportados, según Worden.
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