Ryan Sheckler supo ser una estrella de la patineta. Apadrinado por Tony Hawk, el estadounidense deslumbró a todos en un evento en 2005 y a los 14 años firmó su primer contrato como profesional. Las principales marcas del mundo del skate se acercaron al joven quien antes de ser mayor de edad ya ganaba más dinero que toda su familia junta. Ahora, a los 32 años analizó cómo fue aquel salto de vida que le dio la fama.
En una entrevista con Graham Bensinger el norteamericano reconoció que de joven despilfarró gran parte de la fortuna que supo conseguir. Es que en aquel entonces le era muy difícil pensar siquiera en ahorrar y por eso usaba sus billetes para darse gustos como autos, viajes o comprar costosas que le daban alegría durante un breve tiempo, pero no felicidad.
El deportista contó que todo comenzó en una reunión que tuvo con quien sería luego su agente, Steve Astafin, quien le dijo: “Si me prometes 10 años de trabajo duro te haré millonario y no tendrás que trabajar más’. Se lo prometí, de los 13 a los 23 trabajé más que nunca y aquí estoy”.
A los 15 años Sheckler ya era una estrella de los X Games y por lo tanto ganaba cerca de USD 100 mil al año: “Si quería invitar a mi familia a cenar afuera podía, o como me sentía mal por estar de viaje sin mi hermano… pues lo arreglaba con regalos. La verdad es que es algo que era genial, pero creo que el dinero no me atrapó hasta los 18 años, no le daba importancia hasta que pude comprarme una casa o un Ferrari”.
Cuando dejó atrás la adolescencia, sus gastos se dispararon: “Pensaba que comprar todo esto me daría la felicidad y, aunque lo hicieron un poco, me sentía vacío. Gasté más de un millón de dólares en alcohol premium, VIPS, suites, jets privados…”. En este sentido, detalló: “Si quería un coche o un reloj me ponía un objetivo de ganar un evento o un circuito, no es que me levantara una mañana y me fuera a comprar un coche de 70.000 dólares, que es lo que parecía en TV. Todo estaba planificado”.
En la actualidad, con madurez encima, analiza aquellos años y reconoce que sus decisiones no fueron las más adecuadas. Por eso, se lamenta no haber guardado algo de dinero: “Preferiría haber ahorrado ese millón y ahora tendría casas o cosas que me estarían dando beneficio o bien podría ponerlos en una fundación para ayudar a gente, en lugar de haberlos quemado”. Sin embargo, hoy en día disfruta de un buen pasar económico y no se arrepiente de la vida que eligió.
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