Hoy es un día especial en la vida de Manu Ginóbili. El mejor jugador argentino de básquet de la historia cumple 45 años y en pocas semanas será introducido de manera oficial al Salón de la Fama de la disciplina en Estados Unidos. Ese será otro momento icónico para una brillante carrera que incluye cuatro anillos de campeón de la NBA, una medalla de oro olímpica con la selección nacional y varias marcas personales que lo transformaron en un modelo a seguir, dentro y fuera de la cancha.
En la actualidad, el bahiense disfruta de su vida en San Antonio junto al resto de su familia. Es asesor especial de operaciones de los Spurs y su tarea es seguir de cerca el desarrollo de los jóvenes jugadores de la franquicia. Además, continúa con sus inversiones financieras en startups tecnológicas y disfruta de sus largas recorridas en bicicleta y de jugar al tenis para mantener vivo el espíritu competitivo.
Pero si hay algo que le quedó pendiente a Manu en su vida fue tener un encuentro real, como él hubiese querido, con el hombre que marcó su adolescencia. Claro, no estamos hablando de su papá o algunos de sus hermanos. El personaje que lo inspiró en el juego fue Michael Jordan. El mismo que marcó una era en la NBA vestido con el número 23 de los Chicago Bulls. El mismo que penetró en la vida de los hermanos Ginóbili cuando prendían la TV en su casa de Bahía Blanca y le ponían play a la videocasetera para revivir las volcadas de Su Majestad.
La historia cuenta que Ginóbili nunca pudo cumplir su sueño de jugar contra Jordan. Ni bien el argentino desembarcó en la mejor liga de básquet del planeta, MJ transitaba sus últimos meses como jugador profesional. Tras su segundo retiro en 1998 luego de ganar el segundo tricampeonato con los Bulls, Michael volvió a jugar en los Washington Wizards poco tiempo después que EE.UU. sufriera el ataque terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York.
Manu era un joven que todavía se estaba ganando el respeto de Gregg Popovich y Tim Duncan cuando se produjo el primer enfrentamiento de la temporada entre el equipo de Jordan y los Spurs. Eso fue el 21 de diciembre de 2002, en un cruce que se jugó en San Antonio y fue triunfo para los locales por 92-81. En aquella ocasión, el argentino no pudo saltar a la cancha porque venía recuperándose de un esguince en el tobillo, pero 10 días más tarde, Manu pensó que iba a tener revancha.
Hace algunos años, como buen admirador de las nuevas tecnologías, Ginóbili aprovechó su blog para describir con exactitud cómo vivió esa jornada que para él iba a significar tener a la mano poder enfrentarse a su máximo ídolo. El artículo lo tituló “Mi enfrentamiento con MJ” y utilizó su memoria cuando todavía era jugador de la NBA para expresar lo que sucedió el último día del año hace casi dos décadas
“En la misma ciudad en la que estoy escribiendo estas líneas, jugué mi único partido en contra de Michael Jordan, mi héroe de la infancia. Recuerdo que era un 31 de diciembre y que venía de un esguince de tobillo. Incluso, que había jugado brevemente, tal vez dos o tres minutos, el día anterior en el Madison Square Garden. En aquel entonces, Pop no era el Pop de hoy y no les daba descanso a los jugadores en absoluto. Las posibilidades de jugar minutos importantes eran escasas, pero no nulas. Hubiera sido feliz con cinco o seis buenos minutos en los que tal vez, iba a poder marcarlo o quizá él podía defenderme. ¿Quién sabe?”, fue la primera parte de su relato.
Luego de eso, el bahiense escribió que pensó que había jugado unos siete segundos nada más en ese encuentro y que ni siquiera había compartido el parquet con el ganador de seis títulos de la NBA. En ese contexto, Manu se imaginaba con minutos en la segunda etapa del duelo ante los Wizards en San Antonio, pero el entrenador tenía otra idea en su mente.
“Después del descanso me aseguré de que estaba listo para el resto del juego, estaba volando durante ese calentamiento, creo que incluso hice una volcada de molino una vez. Quizás hacia el final del tercer cuarto, pensaba que, al menos para darle un respiro a Bruce Bowen, podía jugar. No. No sucedió. El partido se mantuvo parejo en el último cuarto y Pop nunca volvió a usarme. Juego terminado. Derrota. No MJ. Sin historia interesante que contar. Muy pobre final del 2002″, redactó Ginóbili, antes de expresar que esa fue la primera vez que les contó a los gemelos, Dante y Nicola, quién era el famoso Jordan.
“Me dijeron que un amigo en la escuela les mencionó que, hace mucho tiempo, había un tipo que era incluso mejor que Lebron James. Así que les dije quién era y les mostré algunos momentos memorables en YouTube. Cuando terminé les pregunté: ‘¿Sabían que una vez jugué contra él?’. Y empecé a contarles esta historia mientras sus ojos se volvían cada vez más grandes”.
Ya retirado, Manu volvió a recordar ese momento crítico en los inicios de su carrera deportiva. “Cinco segundos jugué”, confesó en una charla este año con el programa Todo Pasa de Urbana Play. “Estuve en la misma cancha, recibí la pelota y tiré una banana de mitad de cancha y Jordan estaba en la otra punta. Pop no me puso más. Él nunca se enteró de lo que me había hecho y para mí fue una ofensa gravísima. Me necesitó cinco segundos y no me puso más. La cancha tiene 28 metros, lo más cerca que lo tuve fue a 16″, sumó MG en su diálogo sobre el no encuentro con Jordan.
Tras su frustración por no haber podido enfrentar a su ídolo, la carrera de Ginóbili siguió su marcha, mientras que la de Su Majestad llegó a su fin a los 39 años. En ese caso, el N° 20 de San Antonio podrá contarle a sus conocidos que llegó hasta los 41 con una pelota en sus manos. Pero lo que no podrá decir es que pudo tener un cara a cara profundo con Jordan inclusive fuera de su faceta como jugador.
Cuando todos pensaban que aquella anécdota había sido la única entre los dos campeones olímpicos, hubo un encuentro más que fue otro capítulo de desencuentros entre dos íconos de la NBA. Durante una temporada de las últimas en su campaña, los Spurs viajaron a la ciudad de Charlotte para enfrentarse a los Hornets, la franquicia de la cual Jordan es el propietario. Instalados en el hotel a la espera del partido, Ginóbili tocó el botón del ascensor y, una vez que se abrió la puerta, una figura de casi 2 metros de altura, estaba dentro del elevador.
“Una vez estaba en el hotel antes de jugar, se me abre el ascensor y estaba él. Tartamudeé y no me animé a preguntarle nada. Luego me lo crucé un par de veces ahí en la cancha, pero nada más”, contó Manu sobre aquel día.
El tiempo pasó y Ginóbili, recluido en la intimidad de su retiro del básquet, no volvió a cruzarse con Jordan. Sí lo hizo con un personaje al que ambos respetaron y del que el 23 fue prácticamente su mentor, como Kobe Bryant. En el Mundial de China 2019, el argentino y la estrella de Los Ángeles Lakers compartieron asiento para ver la enorme actuación de la selección argentina que dirigía Sergio Hernández y que llegó al subcampeonato.
A los meses de esa reunión en el continente asiático, el destino quiso que Black Mamba muriera junto a una de sus hijas y otros tripulantes en el dramático accidente aéreo que terminó con su helicóptero estrella en California. El Memorial que organizó la franquicia angelina en el estadio de los Lakers los volvió a juntar, pero cada uno ocupó el lugar que le correspondía en una jornada que entristeció al mundo del deporte.
“Yo tenía el póster tamaño natural en mi habitación, y le hablaba de noche. Cuando mis hermanos se fueron y quedé solo en esa habitación, por momentos le hablaba. Era un personaje mítico más que real”, dijo Ginóbili sobre su particular relación con Jordan. Por ahora, ese encuentro tan esperado, todavía no se produjo. Para Manu, la imagen del jugador que lo cautivó durante su infancia sigue siendo casi la misma, porque logró compartir un puñado de segundos en cancha y también fuera del rectángulo.
A lo mejor, el próximo 9 de septiembre, mientras el argentino esté dando su discurso como nuevo integrante del Salón de la Fama del básquet, las cámaras de la TV podrán capturar a su ídolo aplaudiendo a ese argentino que, cuando todavía era un chico, tenía charlas en su imaginación con el ícono deportivo que marcó su vida.
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