“En Youtube te encuentras con alguien que dice, ‘Las personas más odiadas en la historia del mundo’, y en los nombres estoy yo y no está Hitler”.
El 18 de junio de 2002 Corea del Sur venció 2 a 1 a Italia y se clasificó a los cuartos de final de aquel Mundial que había organizado junto a Japón. El certamen, histórico por haberse tratado del primero que se realizaba en Asia, estuvo marcado además por el sorprendente rendimiento de aquel seleccionado que alcanzó las semifinales y desató las sospechas. Pese a que las investigaciones realizadas desde la FIFA nunca comprobaron la existencia de corrupción arbitral, uno de los referees que quedó marcado para siempre fue Byron Moreno.
El ecuatoriano se inició como futbolista en Deportivo Quito, club con el que se coronó campeón de la categoría prejuvenil, pero en lugar de seguir su carrera como jugador profesional, optó por inclinarse hacia el arbitraje. Esto se debió a la admiración que le inspiraba su padre, inspector de árbitros en aquel momento: “Cuando se dio un curso decidí inscribirme sin que nadie de mi familia sepa y el día de la inauguración mi papá fue invitado y se encontró conmigo ahí”, recordó en diálogo con Infobae.
Moreno se hizo notar rápidamente entre sus colegas y fue escalando dentro del fútbol ecuatoriano hasta convertirse en árbitro internacional, lo que lo llevó a dirigir a grandes estrellas: “A Rondaldinho en un Sudamericano Sub-17, en Copa América y en Eliminatorias; a Rivaldo, Ronaldo, Zamorano, Cafú, Roberto Carlos, Valderrama, Simeone...”. La lista continúa y su estilo reglamentarista le permitió viajar al Mundial de Corea-Japón 2002: “Después del nacimiento de mi hija, fue la noticia más importante de mi vida”.
Moreno tenía un comportamiento intachable dentro del campo de juego y era inflexible en el aspecto disciplinario. Tampoco solía mantener demasiado diálogo con los jugadores, algo que caía bien en una época en donde la FIFA buscaba acabar con el uso de cadenas y anillos que los protagonistas lucían por aquel entonces en el verde césped, así como también con las constantes simulaciones que debían ser castigadas con amarillas que no muchos se animaban a mostrar.
En ese certamen fue designado para el partido que lo marcaría para siempre, el cruce entre Italia y Corea del Sur en octavos de final. Aquella selección dirigida por Giovanni Trapattoni contaba con estrellas como Paolo Maldini, Gianluigi Buffon, Fabio Cannavaro, Filippo Inzaghi, Gennaro Gattuso, Alessandro Nesta, Francesco Totti y Alessandro Del Piero, entre otros. Si bien muchos aún eran jóvenes, habían logrado conformar un equipo que aspiraba a alzarse con la gloria, algo que -aunque no lo sabían- iban a lograr cuatro años más tarde, en Alemania 2006.
“En mi caso es injusto que se me recuerde por mis errores”, señala antes de hablar de aquel duelo.
Cuando iban apenas tres minutos, Moreno pitó penal en el Estadio Mundialista de Daejeon en favor del combinado local por un agarrón en el área. Pero Buffon contuvo el disparo y le dio vida a la Azurri que a los 18 minutos se puso en ventaja con el cabezazo de Christian Vieri. En el segundo tiempo, los europeos reclamaron una agresión de Kim Tae-Young, que ya estaba amonestado, sobre Del Piero, que el árbitro no observó y para ese entonces muchos empezaban a dudar de su actuación imparcial.
El partido se extendió al tiempo extra, por el empate de Seol Ki-Hyeon casi sobre el pitazo final, y llegó la gran controversia. “Muchos me recuerdan por los octavos de final en Corea-Japón. Más que por el resultado, por la expulsión de Francesco Totti”, explica Moreno, quien insiste en que el odio de la afición italiana se lo ganó por haberle mostrado la roja al goleador y figura de aquel seleccionado.
Es que el ídolo de la Roma cayó en el área en el primer tiempo de la prórroga y el árbitro no dudó en mostrarle la segunda amarilla al entender que había simulado: “Esa expulsión fue apegada al reglamento. A nosotros, previo al Mundial, nos dieron tres directrices que iban a ser aplicadas a rajatabla: una era el no uso de joyería, la segunda eran las entradas por detrás y la tercera, la simulación. Eso debíamos sancionar con mayor severidad. En ese partido apliqué el reglamento como me indicaron”. Pero en ese momento, no importaban las razones, los italianos estaban enardecidos contra él.
Como si todo esto no fuera suficiente Italia marcó el 2-1 que le daba la victoria por el Gol de Oro usado en aquel certamen, pero el juez de línea anuló la acción por un fuera de juego inexistente. Fue así que sobre el final, a los 117 minutos, Ahn Jung-Hwan conectó de cabeza y acabó con los sueños de la Azzurri. Corea del Sur se clasificó a los cuartos de final y en Europa culparon a Byron Moreno por esto.
Desde ese mismo momento, la prensa y el público italiano cargó directamente contra el arbitraje y el ecuatoriano no volvió a dirigir en el Mundial: “Al momento de finalizar el partido y varias semanas después, fui el villano de la película”. Por su desempeño en aquel duelo, se ganó entonces el mote del “árbitro más polémico de la historia”: “En algún momento me molestaba, pero entendí que quien ponía eso era alguien que nunca vivió el fútbol de verdad. En Youtube te encuentras con alguien que dice, ‘Las personas más odiadas en la historia del mundo’, y en los nombres estoy yo y no está Hitler. El que hizo eso está loco, no tiene idea. Lamentablemente, si bien es cierto que las redes ayudan con la información, también sirven para que mucha gente sume seguidores inventando y diciendo barbaridades”.
Moreno fue investigado por los comités de la FIFA y nunca se le encontró nada que lo vincule a algún soborno e incluso varios de sus colegas señalaron que su actuación no había sido mala y que, de haber habido errores, éstos no fueron determinantes en el resultado. Al ser consultado sobre si cree que Corea del Sur fue ayudada a llegar hasta las semifinales, contestó: “Yo puedo responder por lo mío: yo creo que no. Algo que sí te daba la atención es que los partidos los enfrentaban con un desgaste físico y una entrega que con el apoyo de un país creo que sí pudo haber sido un incentivo adicional para el equipo, pero por otro lado no. Al menos de mi lado no, en absoluto”.
El ex árbitro ecuatoriano salió limpio de todas las denuncias, pero en Italia siguieron acusándolo por su actuación. Finalmente, después de varios llamados, aceptó viajar al país europeo para hacer su descargo en un programa de la RAI que además de hospedaje y un viático mínimo (él rechazó el dinero que se le ofreció por brindar testimonio) le dio un servicio de seguridad privada para evitar que alguien lo atacara.
En esa ocasión, Moreno pidió que Totti participara del programa para poder discutir sobre lo ocurrido, pero el por entonces futbolista de la Roma rechazó el ofrecimiento y nunca más se vieron cara a cara. Así es, la última vez que se miraron de frente fue con una tarjeta roja de por medio.
Ocho años después, en septiembre de 2010, Byron volvió a ocupar las principales portadas de los diarios deportivos, pero por un hecho que nada tenía que ver con el fútbol. El ya ex árbitro había sido detenido en el aeropuerto John F. Keneddy de Nueva York con seis kilos de heroína escondidos en diez bolsas plásticas bajo su ropa interior. En 2011, fue juzgado en un tribunal de Brooklyn y condenado a pasar 30 meses tras las rejas.
“Es una experiencia horrible”, comentó en un tono distinto durante la entrevista al recordar su estancia en prisión: “Normalmente éramos dos en la celda y en algún momento te quedas solo, lógicamente, pero es una experiencia de vida que te marca emocionalmente porque si bien es cierto que para vivir es tan necesario el aire y el agua, también es necesaria la libertad. Cuando pierdes eso, te das cuenta el verdadero valor que tiene”.
En apenas un par de años, Moreno pasó de arbitrar partidos en una Copa del Mundo a dirigirlos en el servicio penitenciario: “Cuando estuve en Brooklyn, en una cárcel de máxima seguridad, estuve ahí hasta antes de que me sentenciaran. Una vez que me sentenciaron, fui a Pensylvania, que es una prisión de mínima seguridad en donde había muchos latinos y ahí arbitré. En algún momento alguien me dijo, ‘Tu estás dirigiendo a delincuentes,’ porque algo malo habían hecho para estar ahí. Y me lo dijeron porque yo era el mismo, enérgico y todo. Es mi ADN, así actúo y arbitro”.
Su tiempo tras las rejas lo aprovechó no sólo para cumplir el rol de referee en los partidos entre presidiarios, sino además para aprender cosas nuevas: “En Estados Unidos sí se puede salir con algo positivo de la cárcel. En Sudamérica es difícil, en mi país es imposible. Pero yo tuve la oportunidad de estudiar electricidad, fuentes alternas de energía, paneles solares, energía eólica, además organizaba torneos de fútbol. Me encargaba de facilitar cartulinas y pinceles para gente que tenía el don de pintar o escribir. En otros lugares sí es posible aprender algo en el sistema carcelario”.
Ya se cumplieron 20 años de su expuslión a Totti, pero en Italia nadie la olvida. Además, en su país es señalado por un partido entre Liga de Quito y Barcelona de Guayaquil en el que adicionó 12 minutos, tiempo suficiente para que el local transformara un 2-3 en 4-3. Pese a que el árbitro tiene la potestad de agregar el tiempo que crea indicado y su actuación fue apegada al reglamento, esto solo generó que el mote de “polémico” se instaure más entre su nombre y apellido.
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