Los argentinos adoran Barcelona. Sus calles, su clima, su playa, sus costumbres. Por algo es la ciudad española con más argentinos, según los últimos datos. Si tan solo con caminar por la rambla de Catalunya o por la Barceloneta y agudizar el oído para escuchar con atención el bullicio, servirá para distinguir que los que más suenan son el catalán, el castellano y el acento argentino, en ese orden. La ciudad condal es la que cobijó a Lionel Messi allá por el año 2000, cuando el hoy mejor jugador del mundo apenas era un chico de 13 que necesitaba crecer. Y hoy cobija los sueños de otra promesa que ya despunta en la selección argentina Sub 15 que dirige Diego Placente: Nicolás Marcipar.
Javier Marcipar estaba en su Santa Fe natal en 1999 cuando decidió probar suerte para una beca de estudio relacionada con su carrera: ingeniería. Joven, de 28 años, recién casado con Muriel y sin hijos, al recibir la confirmación de que podía seguir aprendiendo en Europa, no dudó y se trasladó a Barcelona, en donde comenzó a formarse en lo suyo y poco a poco a crecer profesionalmente, mientras descubría los paisajes y las virtudes del Viejo Continente. En 2001 formó su propia empresa de ingeniería y empezó a asentarse en España. Javier se dedicó a fabricar estructuras inflables para hangares y a comercializarlas hacia distintas partes del mundo, y le empezó a ir muy bien. Mientras tanto nunca olvidaba sus orígenes y su familia, y junto a su esposa viajaba seguido a Santa Fe, capital. Si bien su ida no fue a raíz de la crisis de 2001, como sucedió con tantos argentinos, se sentían cómodos en donde estaban sin tener del todo claro si el lugar era “para siempre”. Esto hasta que en 2007 Muriel quedó embarazada y es entonces cuando el entorno y el lugar tomaron ventaja. Por la mencionada calidad de vida y la seguridad en el día a día se inclinaron hacia Catalunya para que fuera el sitio donde nacieran los bebés, porque no era uno, sino dos. Mellizos.
El 13 de febrero de 2008 nacieron Paula y Nicolás, el protagonista de esta historia, de quien podría decirse que por su lugar de nacimiento es catalán aunque sea bien argentino. Nico ya de muy chico mostró ser adepto al deporte y se empezó a apasionar por el fútbol. Los genes tatengues de su padre tuvieron su incidencia por un lado, y por otra parte también el haberse criado en una ciudad tan futbolera en la que la imagen de Messi se asomaba en cualquier esquina hasta su marcha al PSG. Con el encanto de la pelota, los primeros toques de ese chiquito rubio hicieron descubrir que era zurdo. Y con ese pie hábil empezó a hacer lo suyo en el baby fútbol.
Mientras Nico Marcipar comenzaba a destacarse con el balón, había otro juego que le gustaba: el ajedrez. Ya con 5 años se destacaba y participaba en torneos a los que su profesor lo llevaba a competir con niños hasta tres años mayores, a los que terminaba venciendo en el tablero. Esa práctica, la constancia, el estudio y la confianza en sí mismo, le servirían hasta para el fútbol.
La familia Marcipar Idelsohn que formaron Javier y Muriel, tuvo mucho de argentinidad. Asados, milanesas, alfajores, dulce de leche y fútbol formaron parte de las costumbres bien nuestras por más que estuvieran a 10.000 kilómetros. En los primeros años de Nico, el barrio elegido fue Casteldefells, precisamente la misma zona en la que Leo Messi tiene una residencia desde hace más de 15 años, un lugar con playa a media hora del centro. Pero luego los cuatro se trasladaron a Sant Cugat del Vallés, en la parte alta de la ciudad. Allí fue donde Nico a la vez que pensó en competir en atletismo, comenzó a mover su zurda en los campeonatos oficiales de la Federación Catalana, con la camiseta del FC Sant Cugat Esports. Aquellos primeros torneos de la liga Pre Benjamín de Fútbol 7, mostraban a un rubio de apenas 6 años que comenzaba a llamar la atención por el costado izquierdo de la defensa.
En el “Sancu”, como lo llaman al club, jugó 4 temporadas; las dos de Pre Benjamín y otras dos de Benjamín. En ese último año fue cuando el amplio radar del Fútbol Club Barcelona dejó constancia de que tenía registrado al zurdo rubio, de buena estatura y con mucha idea para ir al ataque, que llamaba la atención a sus 9 años en un barrio a 10 kilómetros del Camp Nou. Fue así que le avisaron a su papá, Javier, que lo habían observado y que lo invitaban a una prueba de tres meses en la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Tras esas prácticas, llegó la confirmación de que el Barca quería contar con él en la temporada 2018/19. La idea del club era sumarlo y conocerlo, pero sin ninguna promesa de que su experiencia iba a durar más allá de un año. Las formas, las necesidades y las exigencias de uno de los clubes más importantes del mundo, hacen que el mensaje sea directo para los chicos elegidos. Nico lo entendió y aceptó el desafío con el apoyo de sus padres. A partir de ese momento comenzó un etapa que va por su cuarta temporada ya sea jugando como lateral izquierdo o como segundo marcador central, la posición que más ocupó en el último tiempo y para la que se perfila.
Esos primeros años, los de la categoría llamada Alevín (para niños de entre 10 y 11 años), fueron los primeros pasos de Nicolás con la camiseta blaugrana en Fútbol 7, enn los que resaltó por su muy buen recorrido por el lateral izquierdo, con un remate potente que hasta le permitió anotar goles. Con el Alevín B su equipo se consagró campeón de la Liga tras vencer en el derby al Espanyol. Y con el Alevín A, si bien lideraban la tabla, el campeonato se suspendió con el inicio de la pandemia en marzo de 2020. El corte del fútbol de cantera y el salto a una categoría superior, Infantil (para chicos con edad de 13 y 14), representó una nueva meta que Nico pudo alcanzar: jugar la temporada por primera vez en Fútbol 11 con el Infantil B. Es que como ya se lo habían señalado, cada temporada es una experiencia nueva y puede ser la última de no cumplir con los rendimientos estipulados o que el club encuentre, en otro lugar del mundo, a través de su departamento de scouting, un jugador mejor en el puesto.
Nico destaca por su forma de conducir la pelota con su zurda desde el fondo de la cancha, algo que hace con comodidad y soltura. Además de jugar en corto, tiene un buen golpeo para lanzar balones al espacio en busca de los extremos que habitualmente juegan en el Barca como parte de la clásica fisonomía de la cantera. En cuanto a la marca, en espacios reducidos mejoró mucho en la recuperación y ofrece diversas soluciones. Además se muestra poderoso en los duelos aéreos, aunque aún debe mejorar el cálculo al momento de saltar.
Pero más allá de lo futbolístico, Marcipar es un chico con carácter, muy responsable, agradecido del lugar en dónde está. Respetuoso de sus compañeros y de su entrenador, al que escucha siempre. Se mira sus partidos en video porque quiere mejorar, y analiza sus jugadas y las de su equipo. Es de hablar mucho en el campo con sus compañeros, más allá de que en el día a día pueda parecer algo introvertido.
Como todos los chicos de su edad seleccionados por el Barcelona, Nico se entrena tres veces por semana, una hora y media cada sesión, a la par que cursa su primer año del secundario, que es de una alta exigencia educativa. En tanto que al club suele ir con el traslado del la institución, ya que los padres no tienen permitido presenciar las prácticas. Pese a esto, su familia está presente en todo momento, sigue su evolución, lo apoya y alimenta su idea de ser futbolista profesional sin olvidar el foco del estudio y la humildad.
En cuanto a los jugadores que más mira en su puesto están Gerard Piqué, Clement Lenglet y Jordi Alba, ya que también se considera lateral aunque está más afirmado como defensor central izquierdo. Y en cuanto a los argentinos, siempre siguió a Nicolás Otamendi.
Si alguien se pregunta si es más catalán que argentino, la respuesta está en cada partido que juega la Selección de Lionel Messi, sobre todo en los Mundiales. Nico no duda y se viste con la camiseta albiceleste. De hecho, desde que nació, sus padres gestionaron la nacionalidad argentina y el pasaporte. Marcipar estaba en el registro de jugadores en Europa de origen argentino que la AFA tiene en el Departamento de Scouting Internacional, que lidera Juan Martín Tassi.La prueba es la citación para esta semana de trabajos en Ezeiza, junto con Nicolo Meringolo, de la Juventus.
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