El mundo del ciclismo se convulsionó por las declaraciones Christophe Bassons, retirado de la actividad en 2001 y que reconoció las presiones que tuvo para doparse. El francés de 48 años fue contemporánea al ejemplo más conocido, el del estadounidense Lance Armstrong, quien admitió admitió su dopaje y le fueron retirados sus siete triunfos en el Tour de Francia, algo que manchó la historia de la carrera más importante del calendario internacional de esta disciplina.
“Todo el mundo sigue viviendo en una gran mentira. Hoy en día el apoyo médico es mucho más extenso, por lo que puedes conducir casi al mismo nivel que las personas dopadas. Pero este apoyo médico me asusta casi más que el dopaje”, afirmó Bassons en una entrevista para el medio alemán Sueddeutsche .
Sobre el dopaje, explicó que “entre una pequeña dosis terapéutica de EPO o de 20 a 30 tabletas al día para correr un Tour de Francia, piense por un momento cuál de estos es más peligroso. El ciclismo ganaría una enorme credibilidad si los corredores dijeran exactamente qué ponen en sus cuerpos a qué hora cada día”.
Admitió que le llegaron a proponer dos contratos durante una negociación. Uno por si corría limpio y otro si se dopaba, el salario del segundo era diez veces superior. “Estuve años sin hablarme con nadie en el pelotón, ni siquiera entre los que fueron mis compañeros. Me llegaron a ofrecer 40 mil euros al mes si me dopaba con EPO, 10 veces más de lo que ganaba, pero no lo lograron”, confesó.
Sin embargo, el haberse negado generó una movida de presión en su contra, que incluyó un increíble montaje en los alojamientos donde descansaba: “Me llevaban mujeres al hotel para que engañara a mi esposa. Intentaron que hiciera cosas prohibidas, pero nunca me rendí. Intentaron poder acusarme, pero no me pudieron pillar en nada”.
“No me arrepiento de nada, pero tan agobiado acabé que no tomo una bici desde que me retiré en 2001. Desde 1999 viví un calvario psicológico con el trato que recibí del ciclismo. En mi generación el 99 por ciento de los ciclistas iban dopados”, sentenció.
Bassons, que se retiró a los 27 años, por su negativa a doparse, piensa que el problema es la filosofía que se inculca en el ciclismo profesional y subrayó que “la presión psicológica es monstruosa”.
“Te dicen que sólo vale levantar los brazos en la línea de meta y llevar el maillot amarillo, que tienes que ser el mejor de todos. Al final tiene la presión del éxito y tienes que ganar para tener un contrato profesional”, concluye el ex ciclista galo.
Bassons compitió entre 1996 y 2001 en equipos profesionales y se desempeñó en diversas pruebas de élite del ciclismo.
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