El fútbol mexicano no se entiende sin la figura de la familia Azcárraga, pues aunque se inmiscuyeron en el mundo del fútbol hasta finales de la década de los 50, su arribo al balompié azteca significó un parteaguas en la forma de entender este prolífico negocio.
Actualmente la voz de Emilio Azcárraga Jean continúa como una de gran peso entre los directivos de la Liga MX y de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF); sin embargo, este posicionamiento como figura influyente nació de la mente de su padre, Emilio Azcárraga Milmo.
Fue el Tigre Azcárraga quien vio en el fútbol mexicano una fuente de negocio importante para las arcas de Telesistema Mexicano, después reconvertido en Televisa, ya que tuvo la innovadora idea de convertir a uno de sus equipos en el gran referente de la nación, con el éxito de las producciones televisivas y de radio como gran referente.
Todo comenzó con el Campeonato Panamericano de Fútbol en 1956, transmitido por Telesistema Mexicano, donde El Tigre comprendió la gran convocatoria que podía tener un evento de fútbol, por lo que entre sus objetivos más ambiciosos se encontró la de México como sede de una Copa del Mundo.
Para poder adentrarse en el mundo de la FIFA y sus eventos, el primer paso fue meterse de lleno en el fútbol mexicano y para eso ocuparon la figura del Club América, equipo capitalino y casi irrelevante en el la liga recién profesionalizada, por lo que ocuparon sus conocimientos en la telenovela para conformar al nuevo villano.
De acuerdo con la biografía El Tigre: Emilio Azcárraga y su imperio Televisa, tras la compra del América en julio de 1959, el objetivo pasó por convertir a Las Águilas en el gran protagonista del fútbol mexicano y explotarlo en el mundo de la televisión como un nuevo activo de la empresa.
De acuerdo con el periódico Esto, tras concretarse la compra y anunciarlo frente a los jugadores y cuerpo técnico, Azcárraga Milmo pronunció: “Yo no sé nada de futbol, pero si sé de negocios y voy a convertir al América en un negocio bien administrado y redituable”, algo que cumplió a cabalidad.
Para seguir estas palabras, el Tigre demostró el ingenio y garra que llevó a Televisa a la cima y lo plasmó en el Club América, primero mediante la firma de los dos personajes más importantes del fútbol mexicano en aquel entonces: Guillermo Cañedo de la Bárcena, como presidente deportivo, y un poco más tarde, Ignacio Trelles como entrenador del equipo.
Después de este poderoso inicio, la revolución de Azcárraga Milmo pasó por emular a la telenovelas y convertir al América en un antagonista del “equipo del pueblo” y multicampeón, como lo eran las Chivas de Guadalajara, para así empezar a facturar mediante patrocinios y televisión.
Para empezar, las contrataciones brasileñas de Vavá, Moacyr y Zague rompieron el mercado y contrarrestaron el nacionalismo de las Chivas mediante incorporaciones foráneas, pero además comenzaron a pregonar una actitud soberbia que la estabilidad económica y el futuro Estadio Azteca proyectaban.
El América comenzó a ganar partidos, copas y en 1966 su primera liga profesional, lo que ubicó al cuadro capitalino como un equipo interesante para las audiencias; mientras tanto, Guillermo Cañedo de la Bárcena, exitoso directivo en Zacatepec, movía sus hilos en la FMF y la FIFA para atraer el mundial con el Coloso de Santa Úrsula como principal eje de acción.
De pronto el América se había convertido en un club que peleaba la parte alta de la clasificación, con un imponente estadio en construcción, con la radio y la televisión a su alrededor, y como el rival directo del Guadalajara, el equipo popular de México. El trabajo estaba consumado y lo siguiente fue cosechar títulos, afición, rating y los frutos económicos que el equipo empezó a dejar en la televisión y radio.
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