Observar a dos personajes montados en el ring por la disputa del honor boxístico o un título de por medio es la última fase de un amplio proceso de preparación. Dar el peso es una de las obligaciones para entablar la reyerta sin problemas. De hecho, sin formar parte de su equipo, el icónico entrenador Ignacio Beristáin, ayudó a Julio César Chávez a bajar cuatro kilogramos de peso una tarde antes de defender su título superpluma por cuarta ocasión en París, Francia.
El 15 de mayo de 1986 el Estadio Pierre de Coubertin, ubicado en la Ciudad Luz, albergó uno de los carteles más atractivos de la época. Julio César Chávez, respaldado por su entrenador Ramón Zurdo Félix, acudió a Francia para defender su título en las 135 libras. En tanto, Ignacio Beristáin asistió para acompañar a su pupilo Gilberto Román en la defensa de su cinturón avalado por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en peso supermosca.
Un día antes de montarse en el ring, el Gran Campeón Mexicano dio a conocer su preocupación a Gilberto Román por estar excedido de peso. La cifra reglamentaria para poder subirse al cuadrilátero eran 135 libras, es decir, 61.2 kilogramos, aproximadamente. No obstante, Chávez González registraba 143 libras o 65.2 kilos, es decir, cuatro más que el límite superior para la categoría supermosca.
Apelando a la experiencia de su entrenador, el Zurdo de Tacubaya no dudó en interceder por su compatriota ante Nacho para conseguir el milagro de situarlo en el peso reglamentario.
“En la mañana me dijo Gilberto, ‘Oiga, don Nacho, ¿será que usted puede auxiliar a Julio? Está pasado de peso 4 kilos, pelea mañana y no ha comido. Le dije que sí: ‘Hoy en la tarde trabajamos y lo bajamos de peso. Dile que pida una pierna de pollo o alguna cosa así y se la coma’. Me dijo que estaba muy enojado y que no quería comer más porque estaba pesado”, recordó en entrevista con Infobae México.
Conforme a lo planeado, Julio se presentó al quinto piso del hotel donde se encontraban hospedados Nacho y Gilberto. Fue ahí que el propietario del Romanza Gym apeló a un consejo que años antes le había dado Johny Villaflor, entrenador filipino con quien llegó a entablar una buena amistad.
A lo largo de dos horas, Beristáin dio todo tipo de indicaciones a Julio César Chávez y emprendió cualquier cantidad de técnicas pensadas para deshidratarlo lo suficiente. De acuerdo con el entrenador, dicha estrategia no es un secreto, aunque se debe emprender con sumo cuidado y observación para evitar la descompensación del atleta y con la obligación de reponer el líquido perdido después de la ceremonia de pesaje.
De acuerdo con el doctor Gerardo Meraz, médico con amplio reconocimiento en el deporte mexicano, en entrevista para ESPN, el riesgo de la deshidratación durante una pelea es alto. Y es que dicha condición aumenta el riesgo de padecer lesiones de gravedad debido al contacto violento que existe en la pelea.
“Hay poca velocidad de reacción, confusión, el propio peleador no está bien orientado en sus tres espacios que son: lugar, tiempo y persona. Eso significa entrar al combate con una desventaja que le puede ocasionar un problema mayor (...) sabemos a ciertos grados de deshidratación pueden ocasionar problemas muchas veces mortales”, declaró.
En tanto, la estrategia de Beristáin dio resultados. “Se fue al tercer piso. Se pesó, dio el peso, se enojó y le dio una patada a la balanza. El que cuidaba la balanza le reclamó y Julio le preguntó si la balanza estaba bien. ‘Sí, la balanza está bien’, le respondió y Julio dijo: ‘A toda m*dre. Es el primer día que me voy a la cama con un juguito de naranja con huevos crudos’”, recordó.
El simulacro fue veraz y el mismo panorama lo repitió un día después en la ceremonia de pesaje oficial. Chávez González dio las gracias a Beristáin por su apoyo en el proceso y encaminó una de sus exhibiciones más formidables de su carrera. En cinco rounds logró vencer por la vía del nocaut técnico a Faustino Mártires Barrios y conservó su cinturón mundial.
Por otro lado, el triunfo también estuvo presente en la esquina de Beristáin. Después de 12 episodios, Gilberto Román convenció a los jueces y se adjudicó la victoria por la vía de la decisión unánime. Gracias al resultado consolidó su primera defensa exitosa del cinturón mundial en las 114 libras.
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