De un sueño a una pesadilla. Así podría resumirse lo que ha vivido y lo que está viviendo Brittney Griner, la estrella del básquet mundial que está siendo juzgada penalmente en Rusia por contrabando de drogas. La pivote estadounidense que fue campeona mundial y olímpica –dos veces- fue detenida el 17 de febrero luego de que los agentes de aduanas en el aeropuerto de Sheremetyevo, Moscú, encontraran cartuchos de cigarrillo virtual que contenían aceite de cannabis, sustancia prohibida en aquel país. Desde ese día, aseguran, la estrella de Phoenix Mercury ha vivido un calvario durante ya más de 140 días en prisión. De 31 años y 2m06, Griner enfrenta una posible pena de hasta 10 años de cárcel si es declarada culpable de transporte de drogas a gran escala. Hay pesimismo en el entorno de la jugadora y entre los especialistas de derecho internacional sobre la resolución favorable caso, pasando a ser la opción más viable el canje de prisioneros entre países. Por el momento de Rusia en el concierto mundial, por las malas relaciones con Estados Unidos y por el durísimo sistema penal local, donde menos del 1% de los acusados es absuelto.
Griner está compareciendo esposada a los tribunales de Khimki, en los suburbios de Moscú, luego de que la Justicia extendiera la detención de la basquetbolista por otros seis meses. La jugadora había aprovechado el receso en la WNBA –la NBA femenina- para firmar un contrato alto en Rusia –un millón de dólares, cuatro veces más que en USA- con el UGMK de Yekaterimburgo, y estaba volviendo a su país, justo una semana antes de la operación militar de Rusia en Ucrania. Las relaciones entre el Kremlin y la Casa Blanca se encuentran en el peor momento desde la Guerra Fría, luego de que el gobierno ruso denunciara suministros de armas estadounidenses a Ucrania, el país invadido por el Kremlin.
Al principio, el entorno de la jugadora tomó un perfil bajo con la esperanza de una resolución rápida. Pero en mayo la situación tomó otro tono, cuando el Departamento de Estado estadounidense clasificó la detención de Griner como “injusta” y transfirió la supervisión del caso a un enviado presidencial especial para asuntos de rehenes internacionales. Por lo pronto, ella aprovechó el Día de la Independencia en Estados Unidos, este 4 de julio, para enviarle una desgarradora carta al presidente Joe Biden. “Estoy aquí sentada en una prisión rusa, sola, con mis pensamientos, sin la protección de mi esposa, mi familia, mis amigos, sin mi camiseta olímpica ni ninguno de mis logros. Estoy aterrada de que deba estar así por siempre”, escribió antes de hablarle directamente al mandatario. “Soy consciente de que usted está lidiando con muchas cosas pero, por favor, no se olvide de mí y de los otros detenidos. Por favor, haga todo lo que pueda para llevarnos a casa”, le rogó, justo en un día muy especial por lo que significa.
“El 4 de julio, nuestra familia normalmente honra el servicio de aquellos hombres que lucharon por nuestra libertad, incluido mi padre, que es un veterano de la guerra de Vietnam. Me duele pensar cómo celebro normalmente este día porque la libertad significa algo completamente diferente para mí este año”, comentó. Desde Phoenix, sus compañeras fueron más allá, en especial Sophie Cunningham. “Si esto le pasara a LeBron James o Tom Brady, habría noticias de ellos todos los días. Pero con ella no es así. No es así. Debe haber un mensaje consistente hasta que ella vuelva a casa”, pidió, dejando claro que hay una diferencia de trato porque es una atleta mujer…
Desde la Casa Blanc aseguran que Biden sigue atentamente el caso y se ha llegado a hablar de un intercambio de prisioneros, como el sucedido en abril, cuando Trevor Reed, estudiante condenado a nueve años por resistencia a la autoridad, volvió al país a cambio de un piloto ruso (Konstantin Yaroshenko) condenado a 20 años en USA por narcotráfico. En Rusia se ha especulado que ahora Griner podría ser canjeada por Viktor Bout, el traficante de armas apodado El Mercader de la Muerte, quien cumple una pena de 25 años por conspirar para matar ciudadanos estadounidenses. Claro, en USA no ven con buenos ojos que una deportista que “pudo cometer un error” sea cambiada por un asesino como Bout.
Otros han sugerido que podría ser canjeada junto a Paul Whelan, un exdirector de la Marina y seguridad que cumple una sentencia de 16 años por una condena por espionaje que Estados Unidos ha descrito repetidamente como una trampa. “Mi prioridad es que los estadounidenses que están detenidos ilegalmente en Rusia regresen al país de alguna forma. No daré detalles, sólo diré que es una prioridad absoluta”, admitió Anthony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos. Dmitri Peskov, portavoz ruso, negó que Griner sea “una rehén” y recordó que “hay muchos países” donde la introducción de narcóticos es perseguida severamente por la ley. “Su detención no puede estar motivada por algo político, sino por la posesión de sustancias prohibidas que contenían narcóticos”, agregó.
Por lo pronto, los especialistas en derecho aseguran que cualquier intercambio requerirá que Griner primero sea condenada y sentenciada, y luego solicite un indulto presidencial. Para eso todavía falta y bastante… Griner, quien ni siquiera ha podido hablar por teléfono con su esposa, Cherelle, evitó dar testimonio ante el tribunal. Ni para admitir su culpabilidad ni para defender su inocencia. Sólo manifestó que se encuentra bien y que las mayores dificultades son el desconocimiento del idioma y la imposibilidad de entrenarse. Elizabeth Rood, encargada de negocios de la Embajada estadounidense en Moscú, estuvo a su lado.
Griner, no hay dudas, vive una pesadilla que nunca esperó. Sobre todo porque en esta época de su vida estaba disfrutando como nunca, luego de mucho esfuerzo que la había depositado en la élite mundial. Nacida en octubre de 1990, como la más chica de tres hijos de una pareja formada por un militar (Draymond Griner, un marine que pasó 35 años trabajando en una oficina de sheriff en Houston) y una ama de casa (Sandra). Desde muy chica, se destacó por la altura heredada de sus padres, se inclinó por el vóley y el fútbol. Pero, a los 12 años, decidió probar con el básquet, básicamente por la insistencia de quienes quedaban impactados por la talla y un físico imponente. “Yo, por suerte, siempre estuve cómoda con mi altura. Algunas chicas, cuando son altas, tienen dificultades para lidiar con eso. A mí me pasó al revés. Cuando comencé a crecer, no quería que se detuviera…”, cuenta quien en cuatro años de básquet organizado creció 24 centímetros hasta llegar a 2m06.
Cuando comenzó a jugar en el secundario Nimitz medía 1m82 y, pese a carecer de recorrido en el deporte, en la primera temporada promedió 10.2 puntos, impactando a todos. Para la segunda ya asistía a las prácticas del equipo masculino del high school y se entrenaba con preparadores físicos de fútbol americano buscando mejorar la potencia de sus piernas y así poder aspirar a volcarla, su sueño. Algo que lograría, con una y dos manos, para adelante y para atrás, apenas dos años después, cuando pasó a medir 1m96. Incluso demostró hacerlo sin esfuerzos, en prácticas y partidos, cuando las pioneras, como Lisa Leslie –la primera en hacer una volcada en la WNBA- y Candance Parker, debían hacerlo tomando carrera. Se convirtió en una sensación en Youtube, sus volcadas tuvieron millones de visitas y hasta Shaq O’Neal quiso conocerla…
A los 18 años, en 2009, Griner se convirtió en un gran mix entre habilidades técnicas y físicas hasta ser el prospecto N° 1 del país. Kim Mukey, coach de Baylor, única persona en la historia en ganar títulos como jugadora, asistente y entrenadora, calificó como una “bendición” que Griner firmara la carta de intención para jugar en esta universidad que dirigía. “Brittney tiene cosas que no hemos visto antes. Cheryl Miller y Candance Parker cambiaron el juego, pero ha habido otras como ellas. Como Griner difícilmente haya algo igual”, analizó Mark Lewis, analista de ESPN con experiencia durante 23 años como asistente del femenino. Se refiere a la cantidad de cosas que puede hacer para dominar un juego, sean puntos, rebotes y tapas. Adelante y atrás, en ataque y defensa. “Tiene la talla, tiene la envergadura, tiene la velocidad. Salta, tiene buenas manos y defensivamente es impactante”, argumenta. Griner, por caso, fue capaz de meter 25 tapas en un primer juego de la NCAA.
Así se convirtió en la primera jugadora del básquet universitario en anotar 2000 puntos y taponar 500 lanzamientos. En 2013, la tres veces All American fue nombrada la Jugadora del Año por la agencia AP (promedió 23.8 puntos, 9.4 rebotes y 4.1 tapas) y la Jugadora Más Sobresaliente del Final 4. Ese mismo año, las Mercury de Phoenix la eligieron en el primer lugar del draft de la WNBA y dos días después, en una entrevista con Sports Illustrated, volvió a impactar al declararse públicamente homosexual. “No ha sido fácil. Ser acosada siempre por ser diferente, ya sea por la altura o mi sexualidad”, admitió.
Un mes después, en su debut, además de sumar 17 puntos, ocho rebotes y cuatro tapas, metió la primera volcada de la WNBA en cinco años… A partir de ahí se convirtió en una de las jugadoras más dominantes de la historia, logrando siete elecciones al Juego de las Estrellas, siendo campeona de la competencia y logrando, además, dos medallas de oro con su país. Ahora, desde el 6 de mayo, debería estar jugando en una nueva temporada de la NBA femenina. De hecho, a fin del mes pasado el torneo la eligió para el All Star –que debería jugarse el 10 en Chicago- de forma honorífica. Pero, claro, el sueño se transformó en pesadilla para Griner. De un día para el otro. ¿Cómo terminará?
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