La pesista ecuatoriana Neisi Dajomes fue una de las deportistas destacadas en los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022, que se celebran en Colombia. La halterista, que se coronó con un medalla de oro en su disciplina en las últimas olimpiadas, se llevó dos preseas doradas en la modalidad de arranque y envión –técnicas propias de la halterofilia– durante su participación en el encuentro deportivo regional.
La tarde del 4 de julio, Neisi Dajomes subió a la plataforma y levantó 115 kg en modalidad arranque, imponiendo un nuevo récord Sudamericano y Panamericano. Por ese levantamiento ganó una medalla de oro. Luego obtuvo la siguiente presea dorada en la modalidad envión con 140 kg. En esta ocasión Dajomes participó en la categoría femenina de 81 kg. “La verdad que no me había puesto como meta buscar estas marcas, solo pedí el peso y lo levanté y luego me enteré que rompí un par de registros”, dijo Dajomes, según recogió el Comité Olímpico Ecuatoriano.
Neisi Dajomes pasó a la historia al convertirse en la primera ecuatoriana en obtener una medalla de oro en halterofilia, en la categoría 76kg, durante las últimas olimpiadas. Esa fue la tercera presea dorada para Ecuador y la cuarta medalla olímpica. Antes el marchista Jefferson Pérez ganó una medalla de oro (Atlanta 1996) y de plata (Pekín 2008), 25 años más tarde, en los Juegos Olímpicos de Tokio, le siguió Richard Carapaz que consiguió el oro en ciclismo de ruta. A ellos se suma Dajomes de 23 años con su medalla y también Tamara Salazar, otra pesista que ganó la medalla de plata en la categoría 87 kg.
Otra halterista ecuatoriana, Bella Nancy Paredes, también destacó en la competencia bolivariana y obtuvo dos medallas de plata en arranque y envión.
Neisi y su simbólico atuendo
En los Juegos Bolivarianos, Neisi Dajomes volvió a resaltar por su precisión, su técnica y ejecución, pero también por su atuendo. La medallista olímpica, en esta ocasión, lució un colorido moño que, como ya ha explicado en otras ocasiones, más que un elemento estético es un símbolo de sus raíces afro.
“Me gusta verme bien cuando compito, el hecho de que seamos pesistas no quiere decir que no tengamos un lado femenino, al contrario, seguimos siendo mujeres y demostramos nuestra potencia y talento”, declaró Neisi en una entrevista pasada. La halterista también muestra su carisma a través de su vestimenta, cargada de simbolismos.
El turbante africano o foulard en el francés de África occidental subsahariana aparece para cuidar la rizada cabellera de las mujeres en las arenosas ventiscas de los desiertos, para resistir el impacto del sol en el trabajo agrícola y, posteriormente, como forma de identificación étnica.
Con el comercio transatlántico de esclavos africanos de los siglos XVI y XIX se produjo una gran diáspora que trajo en condiciones infrahumanas a, al menos, 14 millones de personas, con la finalidad de esclavizar las en el continente americano. Las personas pertenecían a países occidentales de África, especialmente de las actuales Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camerún.
En su arribo forzoso, los esclavos trajeron sus formas de vestir, vivir y de concebir el mundo. Las mujeres siguieron usando sus turbantes para protegerse del calor y luego del frío, según el lugar al que fueran. También lo hicieron como forma de identificación de las lideresas, para esconder el oro que les permitiría sobrevivir al huir de la esclavitud, para guardar las rutas de escape que se tejían en sus trenzas y para esconder sus frondosas cabelleras de la depredación sexista de sus capataces.
Ecuador tiene entre un 7% y un 10% de población afrodescendiente. Esto representa entre 1 y 2 millones de personas afroecuatorianas. A esta cifra tiene que sumarse las distintas variaciones étnicas que derivan de lo considerado como mulato y que se manifiesta en características fenotípicas muy presentes en gran parte de un país dominado por el mestizaje entre lo indígena, negro y blanco.
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