Este martes 28 de junio se cumplen 25 años de uno de los momentos más insólitos e icónicos de la historia del boxeo y del deporte en general: el mordisco de Mike Tyson a la oreja de Evander Holyfield en su pelea de revancha.
Con esta acción, Tyson tal vez no se consagró como el mejor boxeador de todos los tiempos, pero indiscutiblemente sí lo hizo como el más temible. Y aunque oficialmente perdió esa pelea, su nombre quedó grabado en la memoria de todos los aficionados del deporte e incluso se convirtió en un referente de la cultura popular.
Pero ¿cómo y por qué sucedió ese infame mordisco? Para entender un poco el surrealista momento hay que remontarnos un cuarto de siglo atrás, al 28 de junio pero de 1997. El escenario del encuentro era un Las Vegas y enfrentaba a Tyson y Holyfield, quienes ya se habían medido el año anterior dando como ganador por knock out a Evander.
Sobra decir que el buen Mike tenía sed de venganza, la de 1996 contra Holyfield había sido la segunda derrota en toda su carrera, que en ese momento, con 30 años, lo quería devolver a la cima del mundo del boxeo.
Mike “Iron” Tyson, lo apodaban por entonces, y venía de una racha de victorias por K.O., algunas de las más rápidas registradas en el mundo pugilístico. Estaba recién salido de la cárcel, a donde fue a parar en 1992 y desde que salió había tenido cuatro peleas en 13 meses, obteniendo dos versiones del título mundial. Ninguna de las peleas superó el tercer round.
El puño de hierro de Mike se sentía pesado y se lanzaba con una sorprendente rapidez, velocidad y poder, sus dos principales armas, que fueron la fórmula para convertirlo en uno de los boxeadores más potentes que se han enfundado los guantes.
También fueron las virtudes que hicieron obviar su aparente desventaja, pues con 1,78 metros de estatura, era más bajo que los boxeadores que habían dominado y dominaban entonces el deporte.
Fruto de una familia fracturada, un padre ausente y una infancia marcada por la dificultad y la pobreza, desde niño Mike aprendió a encajar los golpes de la vida, y tras sufrir bullying en la escuela, encontró en sus puños la manera de devolver unos cuantos golpes.
Desde su debut en 1985 Tyson se tomó el mundo del boxeo a punta de trompadas, y cuando más se creía invencible, llegó Holyfield y lo bajó de vuelta a la tierra, o lo que es peor, a la lona.
Ese K.O. de Tyson en el décimo asalto fue una de las derrotas más duras para el boxeador, sobre todo porque según afirma en su autobiografía Undisputed Truth, la de Holyfield era una batalla que debió haber disputado mucho antes.
“Si hubiera peleado con él (Holyfield) en 1991, cuando se suponía que debía pelear con él originalmente, lo habría noqueado. Él lo sabe, todos en su campo lo saben. Lo mejor que le pasó fue que fui a la cárcel. Fue entonces cuando perdí todo mi tiempo”, escribe Tyson.
La Pelea del Mordisco
Con todo ese colofón de fondo, llegó el día de la gran revancha, la cual fue anunciada como “The Sound and the Fury” (”El Sonido y la Furia) pero pasó a la historia como “The Bite Fight” (La Pelea del Mordisco).
Pese a haberse entrenado el doble de duro para este combate y tener el deseo de venganza a flor de piel, lo cierto es que los dos primeros asaltos del combate fueron para Holyfield y Tyson estaba en problemas.
Quizá por eso, en pleno tercer asalto, Mike decidió lanzarse contra la oreja derecha de su oponente, arrancándole un pedacito de cartílago y escupiéndole al suelo.
La indignación se tomó la arena, pero nadie quería detener la pelea, sobre todo por la gran expectativa generada por los apostadores de Las Vegas. Así que, increíblemente, a Tyson se le permitió seguir con una penalización de dos puntos, pero una vez reiniciada la pelea, Mike volvió al ataque, esta vez mordiendo y arrancando un pedazo de la oreja izquierda de Holyfield.
Fue un escándalo absoluto. Tyson quedó descalificado de la contienda y se desató una pelea masiva en el ring en la que “Iron Mike” trataba abrirse camino hasta Evander nuevamente.
Según Mike, el mordisco fue una acción producto de la calentura de la pelea, y una represalia por los continuos cabezazos de Holyfield, uno de los cuales había causado un corte en el ojo de Tyson en el segundo round que el árbitro Mills Lane ignoró.
Los críticos sugirieron que Tyson simplemente sabía que estaba en camino de ser derrotado por Holyfield una vez más y estaba buscando una salida.
Muchos observadores que han analizado la pelea en los años posteriores han señalado que para el tercer asalto Tyson salió sin su protector bucal, afirmando que esto prueba lo premeditado del mordisco.
Sin embargo, Tyson ha descalificado esta teoría, diciendo que a lo largo de su carrera siempre tomó las palizas “como un hombre”.
“En cualquier pelea que alguien me vio perder, recibí mi paliza como un hombre, nunca me senté”, dijo Tyson, y agregó que la razón del repentino deseo de morder las orejas de Holyfield fue: “Estaba enojado, estaba enojado. Perdí la compostura”.
Sin duda, Tyson vio el mundo en su contra en la tercera ronda. Fue cortado, sintió como si estuviera siendo ‘golpeado sin sentido’ y no recibiría ayuda del árbitro Lane.
Tyson, el “hombre más malo del planeta”, también estaba cansado de interpretar al villano de la pantomima, alegando que era injusto que todos vieran a Holyfield como el chico bueno sin importar nada. “No apareció en grandes titulares cuando más tarde fue implicado en una red de esteroides”, señaló Tyson.
Curiosamente, Tyson estaba teniendo su mejor ronda en el tercer pre-mordisco, respondiendo a los ganchos de Holyfield con algunos de sus propios golpes de poder.
“Me estaba desmayando un poco”, dijo Tyson sobre el impacto de los choques de cabezas, “pero mi ira y adrenalina me sacudieron. Solo quería matarlo. Cualquiera que mirara podía ver que los cabezazos eran tan evidentes. Estaba furioso, un soldado indisciplinado y perdí la compostura. Así que le mordí en la oreja”.
Ya sea consciente o inconscientemente, Tyson ciertamente estaba buscando una forma de salir de la competencia. Derrotar a Holyfield no era imposible, pero él era un gladiador tan tosco y con una barbilla de granito que casi siempre era necesario una larga guerra de desgaste para acabarlo. Además, era un boxeador enamorado del deporte que tenía la motivación necesaria para buscar ser el mejor. Un Tyson posterior a la prisión simplemente no tenía lo que se necesitaba para enfrentarlo.
“Mi corazón no estaba en el boxeo, pero necesitaba el dinero”, reflexiona en su biografía. “Una vez que salí de prisión, la diversión realmente murió”.
En otra famosa declaración Tyson dijo que mordió a Holyfield porque: “No me importaba pelear más según las reglas del Marqués de Queensbury”.
Y es que el mordisco de Tyson, mirándolo en retrospectiva, no pareciera contra Holyfield, sino contra todo el mundo del boxeo en general, un deporte que practicaba desde los 13 años, siendo explotado por gerentes y promotores por más de una década. Su corazón ya no estaba ahí, así que mordió el box, lo masticó y lo escupió como si fuera un cartílago ensangrentado.
Un icónico legado
La “Bite Fight” ha sido reproducida hasta el cansancio en innumerables referencias dentro de la cultura popular. Desde capítulos de Los Simpsons, parodias de comedia, o películas de Hollywood.
Aquel infame mordisco que marcó el final de la carrera de Mike Tyson, también lo convirtió en una celebridad, que ahora tiene otra carrera pero en el mundo del entretenimiento.
Además de otros proyectos, como su empresa “Earbites” de comestibles a base de cannabis con formas de oreja mordida.
Con tanto tiempo y tanta historia, Mike también ha tenido tiempo de reconciliarse con Holyfield a quien incluso le devolvió su pedazo de oreja en 2018 en un cómico video publicitario.
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