El teléfono sonó en el departamento del sheriff de Fayetteville, Georgia, una ciudad cuya población hoy en día se mantiene por debajo de los 20 mil habitantes, motivo por el cual la mayoría de los vecinos de las zonas residenciales suelen conocerse. Por eso, cuando aquel lunes 25 de junio de 2007 desde el otro lado del aparato una voz solicitó que algún oficial se dirigiera al 130 de la calle Green Meadow, no hizo falta que se indicara que ese era el hogar Chris Benoit. La estrella de la lucha libre vivía allí junto a su esposa, Nancy, y su hijo de 7 años, Daniel. Para el momento en el que el oficial colgó el teléfono y envió una patrulla al lugar, los tres ya llevaban varias horas muertos.
Benoit era una estrella de la WWE, la compañía de lucha libre más famosa de Norteamérica. Nacido en Canadá, necesitó solo 18 años para volverse profesional y a los 25 ya ostentaba el título de campeón mundial. Admirado por millones de niños, respetado por sus colegas y protagonista de una vida de lujo, este hombre de 40 años parecía tenerlo todo. Acostumbrado a ganar más de medio millón de dólares al año, se había mudado hacía tiempo junto a su segunda esposa y a su tercer hijo a Fayetteville para alejarse de los flashes que lo aturdían en las grandes urbes. Aquella mansión de USD 900 mil se convirtió ese fin de semana en la escena del crimen.
Luego de no recibir respuesta, los agentes de la policía saltaron las rejas e ingresaron al lugar con la ayuda de unos vecinos que se encargaron de distraer a los perros de la familia. Lo primero que encontraron en el interior de la propiedad fue el cadáver de Benoit colgado de una de las máquinas del gimnasio que se había construido. Pero eso no era lo peor. En la planta baja hallaron un cuerpo tapado con toallas, atado de pies y manos, y con una biblia apoyada encima. En el segundo piso, sobre la cama del joven Daniel, había otro cuerpo más pequeño, cubierto de manera similar y también con una biblia encima. A las 16.15 el departamento del Sheriff le informó al mundo que Chris Benoit se había suicidado luego de -probablemente- haber asesinado a su esposa y a su hijo.
La prensa de todo el planeta se hizo eco de la noticia de inmediato y la WWE se vistió de luto ante la sorpresa de saber que uno de sus máximos héroes no solo había muerto, sino que además era un villano. Desde entonces, Scott Ballard, fiscal de distrito, se puso a trabajar para comprender qué había ocurrido el fin de semana más oscuro de la historia de la lucha libre.
La autopsia a los cuerpos reveló que la primera asesinada había sido Nancy, después de una aparente discusión verbal, Chris la arrojó al suelo, le colocó una rodilla en su espalda y la ahorcó con una cuerda el viernes. Horas más tarde, seguramente durante la madrugada del sábado, despertó a su hijo de siete años, quien padecía el síndrome X frágil (una discapacidad intelectual hereditaria provocada por un desorden genético), le dio Xanax, un medicamento para calmar la ansiedad, y luego lo estranguló. El domingo, luego de pasar más de un día con los cadáveres bajo el mismo techo, se ahorcó utilizando una máquina de su gimnasio personal.
El siguiente paso en la investigación fue convocar a quien había dado alerta a la Policía de que algo había pasado en casa de Chris. Se trataba de personas vinculadas a la WWE, quienes se habían preocupado porque ese fin de semana el luchador había cancelado su participación en un evento en Texas. Es que luego de cometer los crímenes, el deportista se comunicó con su colega y amigo Chavo Guerrero para avisarle que no se presentaría en el combate pactado. Fue él quien notó algo extraño en su voz y el domingo, al no recibir respuesta de su amigo, supuso que algo malo había sucedido. Además, Benoit llegó a enviarles mensajes de texto a algunos de sus vecinos y compañeros de trabajo a quienes les informó: “Los perros están en el área de la piscina cerrada. La puerta lateral del garaje está abierta”. Es evidente que para entonces, ya tenía decidido su suicidio.
Pero sin dudas, una de las grandes sorpresas que se llevaron los investigadores fue que luego de matar a su hijo Daniel, el deportista canadiense intentó revivirlo al buscar en su computadora la historia del profeta Elijah, quien era capaz de resucitar a un niño de entre los muertos y cuyo primer paso para lograrlo era colocarlo sobre su cama. Tal y como se encontró al pequeño.
En la reconstrucción sobre cómo había sido aquel fin de semana en la vida de Chris Benoit, se conoció que antes del horror le había hecho una visita a su médico personal, el doctor Phil Astin, quien en los días siguientes a conocerse la noticia declaró ante The Associated Press que su paciente no había mostrado “señales de angustia, rabia ni nada”.
Mientras la fiscalía seguía recopilando información, llegó a ellos uno de los datos más inquietantes de todos: 14 horas antes de que Benoit se quitara la vida, alguien en Wikipedia había alterado su perfil al revelar por qué no había participado del evento de lucha libre en Texas ese fin de semana: “No pudo asistir por problemas personales relacionados a la muerte de su esposa Nancy”. Ese texto había durado apenas 20 minutos en el popular sitio web, antes de ser eliminado por un editor, quien entendió que se trataba de una fake news.
¿Cómo era posible que el sábado alguien supiese que Nancy había muerto si faltaban casi dos días para que la Policía lo descubriera?
Los avances tecnológicos identificaron rápidamente el IP de la computadora desde donde se había realizado la modificación en Wikipedia y se detectó que la red ni siquiera pertenecía al estado de Georgia. El aparato se ubicaba en la casa de un hombre llamado Abraham Greenberg, cuyo hijo de 19 años, Matt, había sido el responsable de dar la primicia. Al ser interrogado, el joven explicó que había leído sobre la muerte de la esposa de Benoit en un chat público de un foro de la WWE, algo que según el periodista Irv Muchnick, autor del libro Chris and Nancy, fue confirmado por los investigadores.
Sin embargo, nunca se pudo concluir cómo alguien podía estar al tanto del fallecimiento de Nancy si hasta ese momento solo Benoit sabía lo que había hecho. Cabe recordar que el asesino se había comunicado por teléfono solamente con Chavo Guerrero, quien siempre declaró haber notado extraña la voz de su amigo, pero desmintió que éste le confesara el crimen.
Mientras tanto, desde la prensa crecían los rumores de que todo había sido a causa de un ataque de nervios provocado por el exceso de testosterona en el cuerpo del peleador producto de los esteroides que consumía. Al tiempo que esa versión se hacía fuerte en el debate público, desde la fiscalía descartaban esa opción ya que habían deducido que ambos asesinatos habían sido premeditados: no había signos de golpes, violencia física o incluso daños materiales que revelaran la existencia de una pelea previa.
Fue así que la noticia llegó a los oídos del médico Julian Bailes, un reconocido neurólogo estadounidense que años atrás había sido clave en la investigación del doctor nigeriano-estadounidense Bennet Omalu, quien había descubierto que muchas de las enfermedades cerebrales que padecían los jugadores de fútbol americano estaban vinculadas a los golpes en la cabeza que estos deportistas recibían durante su etapa como profesionales. Bailes hizo entonces el pedido a la familia de Benoit para poder investigar el cerebro del difunto. Los resultados expusieron el horror de la WWE.
En su informe final, el doctor Bailes determinó que el cerebro del luchador se asemejaba al de “un paciente con Alzheimer de 85 años” y que “el daño era severo”. Además, detalló que el peleador de 40 años “tenía un síndrome neuroconductual” similar al que había visto en los jugadores de la NFL que había estudiado. Era evidente que el final de Benoit había comenzado el día que se subió al ring.
¿Cómo es que una estrella de WWE padecía una encefalopatía traumática crónica (ETC) y nadie lo sabía? ¿Cuántos casos más habían pasado? ¿Cuántos luchadores estaban en peligro en ese momento? El escándalo se había destapado y quien alzó la voz fue Mike Benoit, el padre de Chris.
En una entrevista concedida poco después de que se conocieran los resultados de los análisis realizados al cerebro de su hijo, contó que el deportista canadiense sufría depresión, insomnio, cambios de humor y un repentino abuso del alcohol. Además se supo que el matrimonio que tenía con Nancy no era precisamente el de un cuento de hadas, sino que en 2003 ella había solicitado el divorcio y una orden de restricción para su marido, pero tiempo después se retractó.
Además, la depresión de Benoit se había agudizado en el último tiempo tras la muerte de Eddie Guerrero, uno de sus mejores amigos dentro de la compañía de lucha libre y la de Sherri Martel, una vieja amiga que falleció dos semanas antes de los crímenes.
En las entrevistas que concedió, Mike dejó en claro que con esto no buscaba exonerar a su hijo, sino que quería dejar en claro que todas las personas que estaban cerca suyo sabían de los problemas mentales que padecía y que ahora tenía certeza de a quién debía culpar con ello. Era evidente que los golpes en la cabeza sufridos durante años en las peleas guionadas habían causado un efecto irreversible: “Cables, escaleras, sillas... los accesorios que estaban usando cuando lo golpeaban en la cabeza. Es una silla real, es una silla de acero”, exclamó el hombre, indignado al señalar que el show televisivo y las coreografías pactadas para aumentar los niveles de audiencia de la WWE habían arruinado la cabeza de su hijo.
La compañía de lucha libre buscó limpiar su imagen de inmediato con un breve comunicado enviado a ABC News: “Es natural que un padre trate de encontrar una razón por la cual su hijo asesinaría trágicamente a su esposa e hijo y luego se suicidaría. Basado en el estudio del Sports Legacy Institute que afirmaba que Chris Benoit tenía el cerebro de un hombre de 85 años con demencia, éste afirma que el traumatismo craneoencefálico fue la causa del comportamiento aberrante y criminal de su hijo. Sin embargo, el sentido común dictaría que esto es imposible. Alguien con el cerebro de un hombre de 85 años con demencia es incapaz de mantener un horario de trabajo itinerante, conducir él mismo a las arenas y realizar maniobras intrincadas en el ring y mucho menos cometer un asesinato-suicidio metódico durante un período de 48 horas”.
Pese a este descorazonado escrito, la muerte y el doble crimen cometidos por Benoit tuvieron sus consecuencias y el profundo debate que desató el caso obligó a la WWE y a todas las compañías de lucha libre a cambiar sus protocolos de combate para proteger a sus estrellas. Sobre todo, después de que se conocieran otros casos de figuras que murieron jóvenes, como Andrew Test Martin, quien falleció a los 33 años por una sobredosis y cuyo cerebro presentaba los mismos daños que los de Benoit.
A su vez, la única persona relacionada con el caso que terminó tras las rejas fue el doctor personal de Benoit, Phil Astin, quien además oficiaba como médico de varias estrellas de este show deportivo. Él mismo se declaró culpable en 2009 en una corte del estado de Georgia por distribución ilegal de medicamentos recetados a 19 pacientes (incluidos Chris y Nancy Benoit) y fue condenado a 10 años de prisión.
SEGUIR LEYENDO: