Érase una vez un aristócrata inglés apasionado por la velocidad que quiso que los motores de autos de carrera volvieran a sonar en una zona de influencia para el automovilismo británico. Se lo conoce como Lord March y añoró que los coches de Fórmula 1 y de otras categorías giren en un viejo circuito aledaño, pero como se lo negaron, montó su fiesta en los jardines de la finca ubicada en Chichester, Condado de West Sussex. El evento se caracteriza por el máximo romanticismo por el deporte motor y desde 1993 se convirtió en el Festival de la Velocidad de Goodwood, el más importante del planeta de vehículos históricos de carrera. Este fin de semana se lleva a cabo su edición 29.
El Circuito de Goodwood fue inaugurado en 1948 y desde 1949 a 1965 tuvo carreras de F1 sin puntos por el Campeonato Mundo. El trazado de 3,8 kilómetros fue sede del Trofeo Glover y en 1952 venció José Froilán González con una Ferrari 375, el modelo con el que el año anterior le dio la primera victoria a la Scuderia en la Máxima. Aunque desde 1966, debido a la negativa de los familiares de March a colocar chicanas en el trazado, las carreras fueron dadas de baja. Solo se usó solo para pruebas y en una de ellas Bruce McLaren falleció en 1970 con un prototipo de Can Am.
En 1990 Lord March quiso reactivar las carreras allí, pero las autoridades locales se lo negaron. Lejos de desanimarse redobló la apuesta y la leyenda cuenta que habría dicho “quiero los autos en el jardín de mi casa”. En su finca, donde se ubica un imponente castillo, un hipódromo y en medio de una gran vegetación, se armó un circuito de 1,8 kilómetros cuya vuelta se la conoce como Subida a la Colina o Hill Climb. Es un trazado angosto rodeado de fardos y con miles de fanáticos alrededor.
Pero el disfrute no fue solo para él, pues este representante de la nobleza abrió sus puertas para que toda la “plebe” pueda gozar de un espectáculo único que se convirtió en un clásico y es hoy el paraíso terrenal para los amantes del automovilismo y motociclismo. Fue el cuento de hadas con final feliz para el que le corre gasolina por las venas.
En 1993 las puertas del cielo se abrieron y se inauguró el Festival de la Velocidad de Goodwood. Aquella primera edición fue el domingo 13 de junio y coincidió con las 24 Horas de Le Mans, pero no impidió que concurrieran 25 mil personas. Máquinas históricas de la F1, las de Le Mans, el Mundial de Rally y el MotoGP entre otras, le dieron marco a un encuentro plagado de nostalgia. Con el correr de los años se sumaron joyas de la IndyCar, la NASCAR y hasta del Rally Dakar y diversas categorías de todo el mundo.
Lord March no tuvo prejuicios. Su único derecho de admisión fue el embriagarse de gasolina y olor a motores. Nadar en un mar de emociones retro y con la magia de viajar en el tiempo al ver en vivo y en directo a reliquias que circulan en perfecto estado. El placer para la vista y el enriquecimiento del alma se corrió en boca en boca y nadie se lo quiso perder.
Después del choque de fechas del primer evento, Lord March se aseguró que el evento nunca pudiera coincidir con las carreras de Le Mans o Fórmula 1. En 1994, se agregó el sábado, convirtiéndolo en un evento de fin de semana. En 1996, se sumó el viernes, convirtiéndolo en un suceso de tres días. En 2010 se adhirió el jueves con el Moving Motor Show. Todos los años concurren alrededor de 150 mil personas en la sumatoria de los cuatro días.
Los vehículos que participan son de los equipos de competición y marcas que guardan sus tesoros en los museos y de multimillonarios anónimos que se dieron el gusto de comprar coches y motos de diversas épocas. El impecable mantenimiento permite que los vehículos giren como en sus mejores épocas y son conducidos por los pilotos que empuñaron sus volantes en su momento como Sir Jackie Stewart, Emerson Fittipaldi, Nigel Mansell o Damon Hill (todos campeones de F1), así como figuras actuales que se animan a un momento vintage y viven de primera mano cómo eran las carreras de otras décadas.
Se suele hacer una prueba cronometrada en el trazado de 1,8 kilómetros que pasó de una marca para la estadística a que las fábricas quieran involucrarse y golpearse el pecho de hacer historia en un lugar pleno de ella. Por ejemplo, en 2019 el que pisó fuerte fue Volkswagen con su ID.R eléctrico conducido por Romain Dumas y completó la vuelta en 41,1 segundos (luego lo bajó a 39,9s) y batió la marca que tenía Nick Heidfeld, de 41,8 con un McLaren de F1 en 1999.
En Goodwood, además, es común que se hagan homenajes a los personajes más importantes del mundo del deporte motor. Un ejemplo fue Frank Williams o el que se le hizo a Carlos Alberto Reutemann el año pasado luego de su fallecimiento. En esa ocasión el diseñador Gordon Murray llevó el Brabham BT44 con el que Lole ganó el Gran Premio de Alemania de 1975 y en el desafiante Nordschleife, el circuito de 22,5 kilómetros de Nürburgring. Otro argentino que tuvo su tributo es Oreste Berta, ya que en 2010 circuló su auto más emblemático, el LR, el Sport Prototipo criollo que sorprendió a las potencias europeas en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires de 1970.
Las celebridades tampoco se lo pierden y entre ellas en diversas ediciones estuvieron el guitarrista de Queen Brian May o los actores Keanu Reeves y Henry Cavill.
Este año la vedette es un McLaren MP4/4 de Ayrton Senna que fue conducido por Takuma Sato (ex F1 y doble ganador de las 500 Millas de Indianápolis). Se trata del auto más exitoso en la historia de la F1 con 15 carreras sobre 16 ganadas, en 1988, el año que nació el duelo más fuerte de todos los tiempos, el que protagonizó el recordado brasileño y Alain Prost.
Salvo en 2020 en el peor momento de la pandemia de COVID-19 que se canceló el evento, los motores siempre se encendieron en el Festival de Goodwood que hoy es uno de los eventos más importante del calendario internacional. Es una máquina del tiempo durante cuatro días de ensueño para todo el que es amante de la velocidad. Un éxtasis total para la pasión en el paraíso terrenal del deporte motor.
EL FESTIVAL DE GOODWOOD
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