10 veces tocó la pelota Maradona en la carrera de 60 metros tras la cual firmó El Gol del Siglo, la máxima obra de arte de la historia del fútbol. Una sola vez mencionó el relator Víctor Hugo Morales la palabra “pelota” durante la narración que acompañó la gesta hacia la eternidad; la del “barrilete cósmico”, que pasó a ser el apellido de la conquista. Una única vez impactó Diego la pelota con el puño cuatro minutos antes, con La Mano de Dios escondida detrás de su cabellera enrulada, para superar la salida de un Peter Shilton mucho más alto y enmascarar su picardía ante la mirada distraída del árbitro tunecino Ali Bennaceur. Lo que no se sabe, precisamente, es lo que pasó con la pelota.
Más allá de la polémica, de las declaraciones de Dalma Maradona y de las varias casacas azules artesanales con el dorsal N° 10 del capitán de la selección argentina, todo indica que la camiseta que el genio del fútbol mundial usó en el segundo tiempo ante Inglaterra, y con la que gritó los dos goles por los cuartos de final de México 86 aquel 22 de junio, quedó en manos de un coleccionista asiático en la subasta que finalizó el pasado 4 de mayo: para hacerse de la pieza que Pelusa cambió con el británico Steve Hodge pagó 7.142.500 libras (USD 9,2 millones). Los botines que lució el astro, los que lo asistieron en la cadena de gambetas, forman parte del “museo” por el que Diego supo litigar con Claudia Villafañe. La pelota de la final, la del 3-2 a Alemania que coronó la hazaña, la atesoró Roberto Mariani, uno de los ayudantes de campo de Carlos Salvador Bilardo. Pero el paradero del balón del partido símbolo del último título argentino en una Copa del Mundo, la cima de la carrera del mítico enlace, es una incógnita.
Si hay alguien que profundizó en aquel condimentado encuentro detenido en el tiempo fue el periodista Andrés Burgo, creador del libro “El partido”. Para su obra obtuvo el testimonio de varios protagonistas primarios y secundarios alrededor del duelo y de los hitos de Diego Armando; entre ellos, el de Berny Ulloa, con el rol de juez asistente en el reparto. El costarricense le dejó una pista sobre el camino que hizo la pelota a la que el argentino le dejó una pátina indelegable de su magia.
“Yo le pregunté para el libro y me dijo: ‘Vino un funcionario de la FIFA y se la llevó'. Es el gran pequeño misterio. Se sabe dónde está todo, menos la pelota. Costaría una fortuna, no digo 9 millones como se subastó la camiseta de Maradona, pero más o menos”, ofreció el autor una pastilla de su investigación.
“Lo que imagino es que el auxiliar se la llevó y tal vez la usaron en otro partido. El Mundial seguía, ese partido con el paso del tiempo se resignificó, pero la historia se seguía escribiendo, si Argentina perdía después no hubiese sido lo mismo. No era un partido más de ninguna manera, pero en ese momento no era el último partido, la final”, amplió Burgo su presunción.
¿Tal vez alguien de la entidad que rige la disciplina a nivel mundial logró advertir a tiempo la gema que tenía mezclada entre otros balones? Siguiendo el posible rastro del empleado astuto, Infobae consultó con el Museo de la FIFA, que recibe a los fanáticos repleto de perlas en la sede de la organización en Zurich. Pero en el edificio, entre los testimonios de la gloria deportiva de enormes figuras que alimentaron la popularidad del fútbol, no anida la mentada pelota Azteca que Maradona hizo inmortal.
“El balón que mencionas del partido Argentina-Inglaterra de México 1986 no integra la Colección del Museo de la FIFA. Como parte de la muestra de nuestra exposición permanente sobre la Copa Mundial de la FIFA 1986, tenemos en exhibición una camiseta que usó Diego Maradona durante el torneo”, respondió Andreas Alf, jefe de comunicaciones del espacio.
En efecto, las imágenes confirman que hay una casaca de Diego, pero celeste y blanca (y no la azul empleada frente a los británicos), dentro de una presentación de gran impacto visual. Es verdad que Diez era capaz de convertir en una pelota cualquier esfera o elemento, desde una naranja hasta una tapa de gaseosa, sin necesidad de un contenido simbólico. ¿Pero acaso jamás se le ocurrió ir en busca del eslabón perdido de su obra definitiva?
“Que yo sepa, nunca la buscó. Sí ha hablado infinidad de veces de la camiseta con la que le hizo los goles a Inglaterra; de los botines... También de la camiseta de Boca con la que hizo el último gol de su carrera, que se la regaló al árbitro Pascualino. Pero nunca mostró nostalgia por esa pelota”, le contó a Infobae un integrante del círculo íntimo de Maradona hasta antes de su muerte.
Por lo pronto, a pesar de su paradero desconocido, la pelota a la que más fama le regaló Diego seguirá cumpliendo con su destino: el de acompañar a Pelusa en la aventura futbolística más maravillosa cada vez que algún fanático quiera ser feliz dándole play al Gol del Siglo.
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