A lo largo de la historia, México se ha consolidado como uno de los países donde la tradición deportiva del boxeo ha sido más fructífera. Además de los casi dos centenares de campeones mundiales que ha formado, así como ser el segundo deporte que más medallas olímpicas le ha dado, el deporte ha ubicado al país entre los dos líderes con mayor número de integrantes en el Salón Internacional de la Fama de Canastota, Nueva York.
Juan Manuel Márquez, reconocido boxeador con el sobrenombre de Dinamita, se convirtió en el número 19 en ser investido en el Magno Salón de Estados Unidos. No obstante, su nombre se convirtió en el 23 de la amplia lista que respalda a México como la segunda nación con más integrantes. El largo camino comenzó en el año de 1990, cuando se inauguró el museo vigente en Canastota, Nueva York.
Si bien no nació en México, José Mantequilla Nápoles se convirtió en el primer personaje formado en el país tricolor en ingresar al distinguido grupo. Fue en el año de 1990 cuando la fama de haber abanderado al boxeo nacional ante el mundo, así como las 15 defensas que realizó de sus títulos mundiales, le hicieron justicia para ser incluido en la clase del mismo año.
En el periodo inmediato, es decir el de 1991, dos de los boxeadores más icónicos en la historia fueron investidos. El carismático Rubén Olivares, quien se convirtió en el rostro del boxeo hasta la llegada de Julio César Chávez González, encabezó el distinguido grupo. No obstante, Salvador Sánchez, quien fuera considerado como una de las figuras más prometedoras hasta su trágica muerte, se encargó de aumentar el número de mexicanos en el Salón.
Tres años después, Carlos Zárate, también conocido como el Cañas, se convirtió en el cuarto mexicano en ingresar al salón de las leyendas. Poseedor de una firme pegada en peso gallo, reinó en su categoría hasta la llegada de Guadalupe Pintor. En los tres años posteriores México se mantuvo sin presencia hasta la clase de 1998, cuando Miguel Canto completó la quinteta.
Vicente El Zurdo de Oro Zaldívar reinó en la década de los 60 y se convirtió en el sexto mexicano en ingresar al Salón de la Fama en 1999. En tanto, un año después del ingreso al nuevo milenio, el cubano que brilló como profesional en el suelo mexicano, Utiminio Sugar Ramos, también logró ser reconocido, mientras que José Pipino Cuevas lo consiguió en el año 2002.
Sonora tuvo su primer exponente en ser investido al Salón de la Fama en la clase de 2004, cuando Carlos Palomino fue condecorado. Por otro lado, el encargado de completar la primera decena de pugilistas fue Alberto Baby Arizmendi, quien se desempeñó como boxeador en la década de los 30, un periodo conocido como de la vieja era. En el mismo año Daniel Zaragoza, el primer campeón mundial de Ignacio Beristáin, logró el objetivo.
En la clase de 2006 México volvió a tener presencia con Humberto Chiquita González, mientras que en 2007 la inducción fue para Ricardo Finito López. Después de cuatro años, el Gran Campeón Mexicano Julio César Chávez pudo aumentar la estadística, mientras que Óscar de la Hoya y Guadalupe Lupe Pintor lo hicieron en 2014 y 2016, respectivamente.
Marco Antonio Barrera fue el decimoséptimo púgil en ingresar al recinto en el año 2017 y la lista continuó en la clase del periodo siguiente con Erik Terrible Morales. El más reciente inducido es Juan Manuel Márquez, quien forma parte de la clase 2020 pero tuvo que postergar su ceremonia de ingreso formal hasta el 2022 debido a la pandemia del virus SARS-CoV-2.
El Salón Internacional de la Fama del Boxeo también reconoce a “no participantes”, una categoría protagonizada por entrenadores, promotores y personajes con desempeño al exterior de los encordados. En dicho campo, México también ha logrado destacar con el nombramiento de Ignacio Beristáin, Arturo Cuyo Hernández, Rafael Mendoza y José Sulaimán, quienes completan la lista de 23 mexicanos presentes en el museo de Canastota.
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