A cinco meses del comienzo de la Copa Mundial de la FIFA 2022, la ciudad de Doha todavía no había podio saborear las mieles de este prestigioso evento deportivo. Si bien la capital del país árabe, sede absoluta de la competencia, trabaja de lleno desde el momento de su designación para llegar en óptimas condiciones al día en que finalmente le toque albergar la cita, su vínculo con el torneo carecía de una experiencia como la que vivió en la noche del domingo: Qatar tuvo su primer gran experiencia mundialista gracias a la gran fiesta que montaron los hinchas de Perú en la entrada principal del hotel donde sus jugadores se concentran para el partido ante Australia –rival al que ya le ganó hace cuatro años en Rusia– correspondiente al repechaje internacional. Cerca de 1.500 fanáticos de la Bicolor, equipados con bombos y banderas, se agruparon frente al Hyatt Regency Oryx para darle el último empuje anímico al equipo dirigido por Ricardo Gareca. Los pupilos del Tigre están ante la posibilidad de hacer historia: jugar dos Mundiales consecutivos por primera vez en 40 años.
Este partido trascendental, al igual que el choque del martes entre Costa Rica y Nueva Zelanda, podría considerarse el primer acercamiento real de los qataríes con ese evento que los residentes esperan ansiosos. La cancelación de la tradicional Copa Confederaciones, que funcionaba como prueba piloto para los anfitriones, privó a los qataríes de empezar a calentar motores. El desembarco de los fanáticos peruanos y costarricenses en las últimas horas encendieron las calles de Doha. Ambos arribaron unidos por la ilusión de garantizar su lugar en el Mundial a través de un repesca que por primera vez en la historia se jugará a partido único y en sede neutral.
Gran parte de los seguidores peruanos están hospedados en el Msheireb Downtown, una zona que mezcla la arquitectura contemporánea con relucientes mezquitas blancas, galerías de arte, museos, y un destacada oferta gastronómica. La gran joya de este distrito es el mercado de Souq Waqif, que posee pasillos repletos de negocios de artesanos locales. Cerca de las 18 de este domingo, mientras el sol se ocultaba lentamente, las camisetas de Perú empezaron a brotar por todas partes, dirigiéndose todas en una misma dirección.
“En Rusia aparecían peruanos de donde uno no sabía”, había dicho el Tigre Gareca unas horas antes en la conferencia de prensa que se llevo a cabo al mediodía en el Khalifa International Stadium, un recinto que lleva casi medio siglo siendo el hogar del fútbol y el deporte qatarí, remodelado para la disputa de la Copa del Mundo. Y ese fenómeno volvió a manifestarse en Doha. Los hinchas se habían citado para agruparse a las 21 en el hotel que está pegado al viejo aeropuerto de la ciudad, que se encuentra en obra y se espera que esté listo para funcionar durante el Mundial. Pero empezaron a llegar al punto de encuentro con varios minutos de anticipación.
Para la hora señalada, la puerta del Hyatt Regency Oryx ya se encontraba totalmente colmada. Los bombos empezaron a marcar el ritmo, las banderas flameaban bien alto y los teléfonos celulares registraba un momento único. Los hinchas entonaron cánticos de apoyo a su selección y explotaron de felicidad cuando el bus de los jugadores, que regresaba de su último entrenamiento realizado en el Estadio Jassim Bin Hamad, se detuvo en la puerta. A medida que los futbolistas descendían del micro, la euforia iba en ascenso. A esa altura ya había aficionados que buscaban plataformas alternativas para ganar altura, como ese hincha que se subió a un árbol del estacionamiento del hotel para ver mejor a sus ídolos.
El propio Gareca, quien se mantuvo al margen del encuentro de sus jugadores con la gente, también había destacado en la rueda de prensa la importancia de ese apoyo para el ánimo de su grupo: “La cercanía de la gente y de la familia, para nosotros es una energía muy importante. Es invalorable. Para nosotros ha sido fundamental la contención familiar”. El público hizo su parte. Este espectacular banderazo, que transcurrió sin sobresaltos ante la atenta mirada de algunos agentes de seguridad de la Policía local, le ha dado el impulso final a un equipo que también fue recibido por una multitud dentro del hotel.
En términos económicos y geográficos, no resulta nada sencillo trasladarse desde América Latina a Qatar y los aficionados de Perú han mostrado un asombroso compromiso con su equipo al llegar a Doha, sobre todo en tiempos donde la pandemia de COVID-19 todavía marca el pulso del turismo. El país árabe, que ha progresado a pasos agigantados en las últimas décadas y continúa su desarrollo estructural, ha tenido una degustación sobre lo que vendrá a futuro, ya que se espera que cerca de 1,3 millones de personas lo visiten a fin de año.
Perú afronta el partido con Yoshimar Yotún prácticamente descartado. Gareca quería esperar hasta el último momento para ver si contaba con el mediocampista de Sporting Cristal, pero todo indica que Christofer Gonzáles será el encargado de tomar su lugar. Gonzales, jugador versátil que puede desempeñarse en distintas posiciones, es más explosivo y dinámico que Yotún, quien se caracteriza por ser más posicional y aprovechar su técnica.
La selección peruana llega completamente aclimatada para el partido ante Australia, que pondrá a prueba los sistemas de refrigeración que se han instalado en los estadios. Por estos días, la sensación térmica ha rozado los 50°C durante el día y las temperaturas son superiores a los 30°C al caer la noche. No obstante, Qatar lleva años de preparación para un Mundial que está cada vez más cerca. Los residentes, quienes no están habituados a las grandes aglomeraciones de gente en las calles y que empiezan a mirar con asombro a esos visitantes que se disfrazan de peatones, empiezan a estrechar su vínculo con la competencia futbolística de mayor prestigio en noches como esta: la gran fiesta que los seguidores de la Bicolor montaron en honor a su equipo les ha permitido a Doha vivir su primera gran celebración mundialista.
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