Lupe Pintor, también conocido con el alias del Grillo de Cuajimalpa, fue uno de los boxeadores que hizo época durante el Siglo XX. Una de sus máximas glorias fue la de haber despojado al legendario Carlos Zárate del cinturón en peso gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Sin embargo, meses después, el mismo título le dejó un amargo sabor de boca cuando provocó la muerte de Johnny Owen, el tercer boxeador que le quiso arrebatar la condecoración.
El 19 de septiembre de 1980, Pintor se presentó en el Auditorio Olímpico de Los Ángeles, California, Estados Unidos para desahogar el compromiso de defender su fajilla contra Johnny Owen. Hasta ese momento, el mexicano había logrado sobreponerse a Alberto Sandoval y el nipón Eijiro Murata, en ambas ocasiones por la vía del nocaut. La superioridad le brindó confianza para enfrentar al originario de Gales.
Por el contrario, Johnny Owen se presentó al recinto deportivo con un récord de 25 victorias, 11 de ellas por la vía del nocaut, así como una derrota y un solo empate. Si bien su trayectoria encima del ring era menos experimentada que la del originario de Cuajimalpa, contaba con la confianza suficiente de la afición para creer en una sorpresa que lo catapultara como el nuevo campeón mundial.
En aquellos tiempos, las principales organizaciones de boxeo a nivel mundial aprobaron los enfrentamientos a 15 rounds. Bajo dichas condiciones, Pintor y Owen se pusieron los guantes y encaminaron uno de los escasos capítulos de la rivalidad pugilística entre México y Gales.
El físico de los boxeadores no era el más vistoso, pero sí lo suficientemente fuerte como para generar daño mutuo en el desempeño. Con el paso de los rounds, el mexicano parecía inclinar en su favor la decisión de los jueces, pero el boxeador europeo se negó a claudicar y siguió adelante hasta que su cuerpo le permitió esforzarse. El round fatal fue el número 12, pues a 29 años del final sucedió la tragedia.
Owen no pudo ocultar la vulnerabilidad después de los golpes en su contra y el mexicano aprovechó la situación para buscar el nocaut. Sacando ventaja del boxeo a corta distancia, Pintor conectó un efectivo gancho a la mandíbula y lo derribó en una ocasión. El Gallo Biónico no demoró en ponerse de pie y volvió al ataque.
Segundos después de haber reanudado, Pintor repitió el movimiento y en esa ocasión Owen cayó sin ejercer resistencia. El boxeador galés recibió la atención de su esquina mientras Pintor se alzó en hombros aguardando el momento en que su oponente pudiera ponerse en pie para finalizar el encuentro conforme a lo planeado, pero no pudo volver a incorporarse.
La víctima del castigo tuvo que ser retirado del ensogado en camilla y fue trasladado a un hospital en la ciudad de Los Ángeles. En ese lugar, los médicos hallaron un coágulo cerebral que fue removido con una cirugía de emergencia. La hospitalización se extendió durante dos meses, hasta que el 4 de noviembre de 1980 los médicos reportaron la muerte de Johnny Owen.
Aunque Pintor optó por continuar con su carrera, la falta de ayuda profesional para sobrellevar el trauma que representó la muerte de su colega trajo repercusiones en su salud mental. Incluso, años después, confesó tener sueños donde Johnny Owen le ofrecía su ayuda para salir de una situación de extravío.
“Yo sigo soñando con el flaco. Lo veo como nos conocimos hace 40 años. A veces en el sueño me veía en un cerro, perdido, y Owen me jalaba y me enseñaba el camino a seguir”, recordó en una entrevista para Milenio.
Lupe Pintor, lejos de evadir su responsabilidad, acudió a los homenajes póstumos que realizaron a Johnny Owen en Gales. Incluso, fue el encargado de develar una estatua en honor al Gallo Biónico, pero el trágico suceso marcó irremediablemente su carrera en el boxeo.
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