Messi hoy está más feliz que nunca en la Selección. No quiere que terminen los partidos. Ni las giras. Como si fueran los picados de los sábados con los amigos. O como si se tratara de un viaje de egresados que dura más de un año. Leo se divierte en la cancha. Uno de los futbolistas más profesionales del mundo se reencontró con su espíritu amateur en Argentina. Se ríe jugando y disfruta de cómo sus compañeros lo revolean por el aire. Quería hacerle 5 goles a Italia, bailar al clásico del otro barrio en Wembley.
La gran diferencia entre antes y ahora -él lo cuenta- fue coronar. A Messi le destrabó la cabeza el triunfo en el Maracaná. Ese día, después de más de 15 años, consiguió unanimidad en la Argentina. Hasta se quería quedar más días de vacaciones en el país para disfrutar ese amor... El ánimo, el ego bueno, el confiar en uno puede ser aún más importante que una táctica súper elaborada. La confianza libera el talento. Por eso la Selección de Brasil para acá no para de crecer. O de creer. Y de hacer creer al resto. Argentina era un equipo atado por la presión. Se había convertido en pesimista.
Lo sufrió Di María, que llegó a recurrir a un psicólogo. Ahora, las finales no sólo las juega sino que hace golazos picándola. Como Messi, que ya no pasa por al lado de la Copa sin levantarla. Ahora quiere jugar todos los domingos en la Selección.
Messi valoró “tener los pies en el suelo”. Aun cuando la Selección en Londres se convirtió en candidata para Qatar. En un momento pareció más una cuestión de escudo. Ahora aprobó la materia que le faltaba: el rival europeo. No es cuestión de subirse o bajarse de ningún lado -como se dice cuando se juega a ser tuitero- sino parte del análisis al ver al equipo antes y ahora. Pensar que hace justo tres años, Messi declaró que no sabía si iba a llegar a este Mundial. Menos aún imaginó estar casi a los 35 en este nivel en Argentina.
Se siente arropado, una palabra que solía utilizar Sabella, el DT que sacó su mejor versión. Scaloni, en cambio, declaró que hoy vemos al mejor Messi. Tiene su lógica el elogio. Entiende que es más completo, que maneja más facetas del juego. Desde el liderazgo hasta el pase. Puede ser Messi e Iniesta, o Messi y Xavi. O en su equipo, ser Iniesta y Xavi porque la electricidad de aquel Messi la aporta Mbappé. Dani Alves decía que hasta había que darle pases tontos para tenerlo activo. Hoy hace largo tiempo que no camina a un costado como en fotos viejas. Messi está on line los 90. O sea, es cierto lo puntual pero discutible el concepto. Diego tal vez era más completo en el 94, pero el mejor Maradona fue el del 86. Igual son tan genios que fue este Messi el que destrabó el partido con Italia: el 1-0 de Lautaro es casi todo de él.
Messi fue figura con otras figuras en Wembley. El blanqueó que hizo alguna jugada de más porque quería su gol. Es un permitido. Di María la descosió. Lautaro tal vez jugó su mejor partido en el ciclo, desde la elaboración además del gol. Tagliafico respondió como hacía rato quería y no podía. Y De Paul es dueño. Es el gran hallazgo de Scaloni, porque cuando llegó a la Copa 2019 nadie lo tenía en el radar. Tiempo después no sólo se fue al Atlético de Simeone sino que De Paul es el Cholo de los 90.
Scaloni también le ganó la pulseada a la desconfianza, hay que reconocerlo. Armó un grupo que respalda a Messi adentro y afuera. El ganar destrabó la mirada sobre la convivencia. Antes, para pegar, se le tiraba piedras al Club de Amigos, una frase que demuestra que no hacen falta malas palabras para descalificar. Ahora, para aplaudir, se banca a la Bandita, como bautizó Papu Gómez. Internamente lo tienen claro y lo manejaron bien. A Messi lo bajaron del póster. Y Leo también asumió un liderazgo clave para Scaloni. En la primera Copa, el Kun se empacó cuando el DT lo sacó. Fue Messi el que le bajó la temperatura. Messi tampoco se rebeló cuando Di María se quedó afuera por poner una mala cara... No parece un lugar común cuando desde adentro se habla de la unión del plantel. Y de un capitán feliz como nunca antes en la Selección.
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