Nació en Remedios de Escalada, pero se crió en Rafael Calzada. Sus primeros pasos en el fútbol los dio en Banfield, aunque a la edad de Sexta División se incorporó a Racing para trasladar su sueño al predio Tita Mattiussi.
Su preparación se basó en el sacrificio y la perseverancia. Todos los días su padre lo acompañaba en el tren y el bondi para no perderse ninguna práctica en la Academia. Y en 2017 tuvo su premio cuando Diego Cocca lo promovió al plantel profesional.
Su debut se dio bajo el interinato de Juan Ramón Fleita, luego de la partida del técnico campeón en 2014. Un 2 a 2 en Rosario ante Newell’s y un triunfo por 3 a 1 sobre Gimnasia en el Cilindro fueron sus primeras presentaciones con la camiseta albiceleste. Y en la era del Chacho Coudet también celebró los últimos dos títulos que consiguió la entidad de Avellaneda.
Rodrigo Schlegel forma parte de la Categoría 97 de Racing que arrojó a figuras de la talla de Lautaro Martínez, el Facha Gutiérrez, el Mono Mansilla y Fernando Valenzuela, entre otros. En la actualidad se encuentra afianzado en la defensa del Orlando City de la MLS y sus objetivos se focalizan en pelear el campeonato en Estados Unidos, incursionar en el fútbol europeo y regresar al club que lo formó como persona.
—¿Sos consciente de que te tocó vivir una de las mejores etapas en Racing?
— Sí, no tengo dudas. En ese plantel estaban Lisandro López, Gaby Arias, Leo Sigali y Nery Domínguez; que siempre estuvieron pendientes de los más jóvenes. Fueron referentes con los que me llevé muy bien y aprendí mucho de ellos. Lo mismo me pasó con Darío Cvitanich o Javi García. Todos ellos me demostraron que son personas extraordinarias con grandes carreras y una vigencia increíble. Era un equipazo que lo demostró con los dos títulos y muy buenos partidos en competiciones internacionales. A mí me tocó jugar en la Copa Sudamericana y tenía mucha tranquilidad por estar al lado de ellos. Todos los días aprendía algo nuevo, ya sea en los entrenamientos o en el vestuario. Cada tanto les escribo para seguir en contacto, porque me ayudaron mucho durante toda mi etapa en el club. Son personas que se cruzaron en mi vida y me aportaron muchísimo. Tengo un gran recuerdo de esa gente, y por eso entendí la cantidad de años que jugaron en Europa.
—También estaba Milito, ¿cómo era tu vínculo con él?
—Con Diego no tenía tanta relación, porque estaba como Secretario Técnico. Siempre pasaba por el vestuario y hablaba, pero yo era muy respetuoso y no me quería meter porque sus diálogos eran con los más grandes. Yo con 20 años, sin ser titular, solo me dedicaba a escuchar esas conversaciones. Sólo intervenía cuando me hacían participar Leo Sigali, el Flaco Donatti, Lucas Orban o Nery Domínguez. Además, sabía que iba a jugar cuando alguno de ellos estuviera lesionado o sancionado. Fue un aprendizaje que considero muy importante.
—¿Y con Lautaro Martínez te mantenés en contacto?
—Al Toro le perdí el rastro, pero demuestra día a día que es un jugadorazo. Es un animal que se afianzó en la Selección y ojalá que le vaya muy bien en el Mundial. Cada tanto tiro mensajes con el Mono Mansilla o Fer Valenzuela, pero con Lautaro nunca pudimos establecer una amistad. Estaba todo bien, pero sólo éramos compañeros de equipo.
—En la actualidad estás afianzado en el Orlando City de la MLS, ¿qué expectativas tenés en Estados Unidos?
—Es un torneo largo de 34 fechas en el que tenemos como objetivo clasificar a los Playoffs y pelear por el título. Tuvimos un buen inicio de temporada con la cabeza puesta en cada partido para seguir creciendo.
—¿Cómo es ese vestuario cargado de figuras internacionales?
—El año pasado estaba el portugués Nani y ahora tenemos a jugadores consolidados como Pedro Gallese de Perú y Alexandre Pato de Brasil. También está Facu Torres, que es una promesa de Uruguay, y Jhegson Méndez, que clasificó al Mundial con Ecuador. Es un lindo equipo con muchos sudamericanos que nos adaptamos a la diversidad cultural. Aprendemos día a día a vivir de otra manera el fútbol. Es lo lindo que tiene la MLS, porque conocés gente de Asia, Oceanía o África, que tiene un estilo de vida distinto al que estamos acostumbrados.
—Imagino que en los entrenamientos tenés que tener cuidado de no lesionar a Alexandre Pato cuando te toca marcarlo…
—Es un animal. Un jugadorazo. Tiene una técnica que no había visto nunca. Cuando practica la definición hace todos los goles. Si bien el año pasado tuvo una lesión en una rodilla y no pudo jugar mucho, esta temporada volvió y es una pieza muy importante para nosotros. Uno disfruta de ver su calidad de cerca… Yo lo usaba en la PlayStation y ahora lo tengo de compañero (risas). Lo mismo me pasa con Pedro Gallese, que es un arquerazo.
—¿Cómo es la relación con tus compañeros afuera de las canchas? ¿Hay tiempo para hacer amistades?
—En general los brasileños se juntan entre ellos, y el resto de los sudamericanos que hablamos en español nos reunimos a comer asados. Me hice muy amigo del uruguayo Mauricio Pereyra, porque conviví durante todo el año pasado con él. Como yo estaba solo, me ofreció ir a vivir a su casa junto a su familia. Hice una excelente relación con su mujer y sus hijos. Hoy lo considero un hermano mayor. Es difícil estar lejos de la familia, los amigos y la gente cercana. El año pasado también atravesamos momentos muy duros con mi familia y Mauri fue una compañía muy importante.
—¿Es complicada la vida del futbolista solitario en el extranjero?
—Es compleja. Mi novia vino en su momento, pero sólo puede estar 6 meses por el tema de la visa. Se quedó un tiempo como turista, pero después se tuvo que volver. Por eso son importantes los vínculos con el resto de los muchachos. Además de Mauri, también nos juntamos con Andrés Perea, que es colombiano, Jhegson Méndez, y los uruguayos que llegaron: Facu Torres y César Araujo. Está bueno porque son amistades que te deja el fútbol. En esos asados aprendemos mucho porque Gallese nos cuenta de lo que fue el Mundial de Rusia o la Copa América.
—¿Cómo son esas conversaciones privadas? ¿Qué les cuenta Gallese en la intimidad?
—Él en Rusia se enfrentó a Francia, en un partido peleado que terminó perdiendo Perú 1 a 0 por un detalle. Si bien tuvieron 2 o 3 chances para hacer un gol, nos decía que los franceses jugaban a otra velocidad. Tenían 3 marchas más que ellos. Ese Mundial de Mbappé fue una cosa de locos, porque estaba imparable. Ahora cuando compartimos unos mates y me cuenta esas cosas no lo puedo creer. Es un tipo que jugó contra Matuidi, Pogba, Griezmann, Varane, Umtiti y todas esas bestias que fueron campeones del mundo. También lo cargo porque tuvo que sufrir a Messi y Neymar en las Eliminatorias y la Copa América.
—¿Y no hay cargadas con los peinados que se hace?
—Lo volvemos loco (risas). Pero en ese sentido es muy relajado. No le importa nada, pero le mete mucha fantasía a su cabeza.
—¿Cómo fue reemplazarlo en una definición por penales?
-Fue en los Playoffs del 2020, durante el primer partido de Orlando en esa instancia porque el club nunca había clasificado. A mí me tocó entrar en el tiempo suplementario como lateral derecho. Como a Pedro lo habían amonestado durante el partido, cuando se adelantó para atajar un penal el árbitro le sacó la segunda amarilla y lo expulsó. Fue durante la cuarta ejecución y cuando lo vi al técnico le dije que estaba dispuesto a ir al arco. Hubo mucha confusión, porque entró el arquero suplente, pero reglamentariamente no podía, entonces me puse los guantes y me animé. Me patearon tres penales: el primero me lo hicieron, el segundo me tiré para donde fue la pelota, pero también fue gol… Me dio bronca porque la había tocado. Y en el tercero lo pude atajar. Fue una locura porque pudimos pasar de ronda.
—¿Cómo fueron los festejos en la intimidad? ¿Qué te decían tus compañeros?
—Fue increíble. Apenas entré al vestuario estaban todos saltando… Me agarraron, me tiraron agua y me llevaron en andas. Después, en la semana me cargaban y me pedían que me pusiera los guantes. Los sudamericanos, que son los más jodones, me decían que me habían encontrado el puesto. También me mandaron mensajes los chicos de Racing. El Chelo Díaz me felicitó y también me cargaba diciéndome que el arco era mi posición. Fue una linda experiencia.
—¿Al tener como entrenador al colombiano Óscar Pareja se habla más en castellano en las charlas técnicas o hay que adaptarse al inglés?
—El profe da dos charlas. Si bien todo el cuerpo técnico es sudamericano, porque hay argentinos y mexicanos, en el plantel hay jugadores que no hablan castellano.
—¿Y cómo se hablan en la cancha, cómo es el idioma del fútbol?
—Hay palabras claves. Al principio solo hablaba en español, pero después fui aprendiendo y vas avisando con términos para que te entiendan. Desde que llegué voy dos veces por semana a clases de inglés para seguir creciendo. Desde chiquito mis viejos me decían que tenía que estudiar el idioma, pero no les daba bola. Hoy comprendo lo importante que es la comunicación, más allá del fútbol.
—En la MLS también te tocó enfrentar a figuras internacionales como Douglas Costa, Xherdan Shaqiri o Chicharito Hernández, ¿cómo es la exigencia ante estos rivales?
—Uno se prepara toda la semana sabiendo que tenés que marcar a esas bestias. Uno conoce la carrera que tuvo cada uno y tiene que estar pendiente de todo porque juegan a otra velocidad. Tanto en la forma de pensar el juego, como cuando lo ejecutan. Son futbolistas que brillaron en Real Madrid, Bayern Múnich, Manchester United, Juventus”…
—¿Y le cambiaste la camiseta a alguno de ellos?
—Pedí de varios jugadores, pero a veces no se puede. A Chicharito le quería cambiar, pero ya le habían pedido otros cuatro compañeros míos. En este tiempo me quedé con una de Alexandre Pato, la de Pedro Gallese de Perú y Facu Torres de Uruguay. A rivales le cambié a Gonzalez Pirez de Miami, a Esequiel Barco del Atlanta y la del zurdo Bravo que fue compañero mío en las inferiores de Banfield. La realidad es que no cambio mucho, porque prefiero quedarme con las mías para dárselas a la familia, que es muy numerosa. No es como en Argentina que te dan dos por partido. Acá son 15 por año y hay que cuidarlas (risas).
—¿Cuáles son tus objetivos para el futuro? ¿Creés que la MLS pueda ser el salto para incursionar en Europa?
—Todo jugador tiene como objetivo incorporarse a una liga europea. Sobre todo para los sudamericanos. Sería una posibilidad hermosa, pero eso lo veo para más adelante, como el regreso a la Argentina; porque ahora estoy muy cómodo en Estados Unidos. El club se portó muy bien conmigo, el año pasado tuve un problema personal y me dieron un gran apoyo. Además, creyeron en mí cuando no tenía muchos partidos en Racing y eso no lo voy a olvidar nunca. Mi familia me enseñó a ser muy agradecido y siempre voy a estar con Orlando City por la oportunidad que me dieron. Al igual que a Racing, que se ganó una parte de mi corazón y muchos familiares que tengo se hicieron fanáticos de la Academia. Es el club que me formó como jugador y como persona, por eso algún día ojalá pueda volver.
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