Estalló la fiesta en el Estadio Olímpico Universitario, donde luego de 17 años de espera, el complejo volvió a albergar una final internacional para los Pumas.
En punto de las 21:30 horas y en medio de una auténtica tormenta en la Ciudad de México, Pumas y Seattle Sounders saltaron al terreno de juego y la afición auriazul estalló, pues los cánticos estuvieron acompañados con un show de pirotecnia que iluminó los alrededores de Ciudad Universitaria.
Mientras salía el equipo capitaneado por Alfredo Talavera, quien encabezó la fila de su equipo al son del himno de la Concacaf Liga de Campeones, un torneo que no ganan desde 1989 y en el cual buscan revancha, luego de perder la última final en el 2005 contra el Saprissa de Costa Rica.
Quien se llevó los reflectores previo al juego de fuegos artificiales fue Jorge Campos, quien dejó el trofeo de la Concachampions sobre el césped del estadio y se llevó una auténtica ovación por parte de todo el público.
Los propios Pumas presumieron el momento en sus redes sociales y agradecieron al Brody haber llevado el trofeo a la cancha, justo antes de que se entonara el himno de la Universidad, otro momento espectacular en esta noche de final.
“¿Quién mejor que tú para este momento, Brody? Nuestro emblemático ex jugador y ex campeón de goleo de @TheChampions, Jorge Campos, fue el encargado de traer al campo esta belleza”, redactó el conjunto capitalino.
Esta fue solo la confirmación a lo que se vivió un día antes en el hotel de concentración, donde un extenso grupo de seguidores se dio cita en la sede de Pumas previo al partido y atiborraron la entrada con banderas, mantas y papeles.
Los cánticos se apoderaron de la calle al sur de la Ciudad de México hasta que bajaron los jugadores del conjunto universitario, quienes se emocionaron ante la convocatoria de su afición, cantaron a su lado y se tomaban fotografías.
Efraín Velarde, Alfredo Talavera y Alan Mozo, entre otros, protagonizaron las reacciones por parte de los futbolistas auriazules, quienes buscarán corresponder a su afición en esta noche sobre la cancha del Estadio México 68.
Todo comenzó alrededor de las 17:00 horas, cuando granaderos resguardaron la entrada principal de las instalaciones. En ese momento, algunos aficionados auriazules ya recorrían las inmediaciones con playeras, banderas y algunos instrumentos, mientras esperaban al resto de los grupos de animación, quienes se dieron cita a un costado del Anillo Periférico.
Para las 19:00 horas de la noche, miembros de la Rebel comenzaron a afinar sus instrumentos para hacer retumbar el lobby del hotel. Hasta que el distintivo grito de Goya de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio inicio a las acciones.
Las banderas azul y oro ondeaban por el aire adornado por tintes opacos de humo amarillo. Los tambores no daban tregua para que las gargantas que cantaban y tocaban las trompetas recuperaran el aliento por algún instante. No hizo falta, pronto los jugadores se abrieron paso por la puerta de cristal y se unieron a los cantos, gritos y saltos.
Andrés Lillini no faltó a los actos de apoyo. El entrenador argentino que devolvió a la afición la esperanza por el título respaldó a sus jugadores y miembros del cuerpo técnico con cantos y ademanes de júbilo. El emotivo momento con la afición sirvió como motivación para encarar el reto de salir campeón de Concacaf en esta serie final.
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