Los Pumas de la Universidad Nacional se preparan para enfrentar su primera final internacional en casi 17 años. En un suceso histórico para la institución y la afición, los barristas acudieron al hotel de concentración donde se hospedaron los dirigidos por Andrés Lillini con la finalidad de mostrarles su apoyo. La convocatoria contempló a cientos de personas que entonaron cánticos en conjunto con los futbolistas que bajaron desde sus habitaciones para presenciar el acto.
Desde las 17:00 horas del martes 26 de abril, granaderos resguardaron la entrada principal del hotel ubicado al sur de la Ciudad de México. Para entonces, algunos aficionados auriazules ya recorrían las inmediaciones con playeras, banderas y algunos instrumentos a la espera de que el resto de los barristas se diera cita a un costado del Anillo Periférico y comenzar los cánticos.
Minutos antes de las 19:00 horas, los miembros de la Rebel comenzaron a afinar sus instrumentos y gargantas para hacer retumbar el lobby del hotel. Antes de entonar cualquier cántico, los aficionados ejecutaron el distintivo Goya de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para dar inicio a las acciones.
El ambiente fue peculiar debido a la larga espera de la afición para protagonizar un acto de dicha magnitud. Las banderas azul y oro ondeaban por el aire adornado por tintes opacos de humo amarillo. Los tambores no daban tregua para que las gargantas que cantaban y tocaban las trompetas recuperaran el aliento por algún instante. No hizo falta, pronto los jugadores se abrieron paso por la puerta de cristal y se unieron a los cantos, gritos y saltos.
Andrés Lillini no faltó a los actos de apoyo. El entrenador argentino que devolvió a la afición la esperanza por el título respaldó a sus jugadores y miembros del cuerpo técnico con cantos y ademanes de júbilo. El emotivo momento con la afición sirvió como relajación y desestres para encarar el reto que vivirán cuando reciban al Seattle Sounders en la cancha del Estadio Olímpico Universitario.
La presión por enfrentar el primer capítulo de la final está justificada. Si bien los Pumas cuentan con un historial de tres campeonatos en la Concachampions, la más reciente vez que intentaron levantar el trofeo vivieron una amarga experiencia. Han pasado 17 años desde la ocasión en que, a pesar de haber ganado por dos goles a uno al cuadro de Saprissa en la Ciudad Universitaria, perdieron la oportunidad de asistir al Mundial de Clubes.
El encuentro de ida de aquella justa se desarrolló en el Estadio Ricardo Saprissa Aymá. Los ticos hicieron valer su localía y pudieron afianzar un cómodo marcador de dos goles a cero ante los dirigidos por Hugo Sánchez. El reto que enfrentarían en la vuelta tampoco era sencillo, pues habría que mantener la ventaja en la difícil plaza de la Ciudad de México.
Los aguerridos centroamericanos saltaron a la grama de la Ciudad Universitaria con ímpetu suficiente para aguantar el ambiente en su contra. Apenas al minuto 32, Ronald Gómez adelantó a los visitantes y el panorama se complicó. A pesar de ello, el ánimo de disputar la final impulsó a los universitarios que se acercaron en el marcador de la mano de Leandro Augusto al minuto 65 y Joaquín del Olmo al 92. El esfuerzo no fue suficiente y el campeonato de esfumó.
Después de 17 torneos la revancha con la propia institución se vuelve a presentar. Lillini tiene frente a sí la posibilidad de coronar el trabajo que comenzó en el anonimato tras la salida de Miguel González Michel. No obstante, Seattle buscará el histórico campeonato que los convierta en el tercer combinado de la MLS en levantar el título de la Concachampions.
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