Cuando tomó noción de lo que le había pasado, Nicolás estaba sentado en el banco de suplentes del Estadio Monumental y a unos pocos metros Marcelo Gallardo le daba indicaciones a su equipo a poco de enfrentar a Boca por la primera final entre ambos de aquel 2018 soñado. Con 19 años, Molina había jugado toda su vida con amigos, pero nunca había estado en las inferiores de un club hasta que un golpe de suerte en su vida lo sacó de los torneos amateurs de Pilar y lo depositó en la Cuarta División de River Plate. En un puñado de semanas, pasó de estar en un pupitre de la Universidad Austral cursando alguna materia de Administración de Empresas a pelear el puesto con Federico Girotti y a un paso de ser futbolista profesional.
El comienzo del sueño duró un año. Un chasquido de dedos que transformó su vida. Nicolás Molina entendió que podía ser jugador profesional y otra palmada del destino lo hizo saltar al fútbol universitario de Estados Unidos para combinar sus dos proyectos: el estudio y el deporte. Se convirtió en una figura de ese sistema deportivo desconocido para los argentinos hasta recalar en este 2022 en la tercera división del soccer profesional ya con el título de business management y con un detalle más: se convirtió en todo un fenómeno de la red social TikTok (@molitofooty) donde relata cada paso de su extraño caso de vida con una frescura que le permitió traspasar las pantallas.
“Desde que arranqué a jugar profesionalmente tenía mucho tiempo libre y sé que muchos chicos están en la misma que yo hace unos años atrás. Me pareció interesante contar mi historia, mi experiencia, cómo me fue en Argentina, cómo llegué a Estados Unidos. Un poco de lo que yo hice para el que esté interesado en irse a Estados Unidos a estudiar y jugar. Incluso el que no, pero le divierte o le interesa escucharme. No creía que iba a tener tanta repercusión. Sé que TikTok es una red social donde el video se puede disparar así fácil, pero no esperaba tener tantas reproducciones y a tanta gente hablándome por mensaje privado”, relata ante Infobae desde Carolina del Norte, ciudad a la que desembarcó hace dos meses para jugar en el North Carolina FC de la tercera división norteamericana.
Su perfil cuenta con unos diez mil followers, pero no está ahí el centro de su expansión. Algunos de sus videos –donde relata con gracia su llegada y salida de River o cuenta cómo hacer para jugar en el fútbol universitario de EE.UU.– escalaron hasta las 330 mil reproducciones solamente en su cuenta sin contabilizar la expansión externa con otras cuentas que comparten material viral o envíos de las filmaciones por Whatsapp. A eso se le suman los múltiples comentarios que dispararon otros videos: “¿Son buenos los sueldos en tu liga?”, “¿cómo terminaste jugando en Estados Unidos?” o “¿cómo llegaste a jugar en River?”.
“La verdad es que no me lo esperaba pero es lindo que pase, me gusta, me entretiene. Yo subo un video, la gente por ahí se pregunta algo que dije en el video y de esa pregunta hago otro video. Es como una rueda que no termina. No creía que iba a tener tanta repercusión (el de su salida de River) porque es un video largo. Simplemente era contar el mensaje de cómo me sentía, de que si la oportunidad no estaba en ese lugar podés tenerla en otro lado. Contarlo de una manera natural, de la forma que me sale, nada planeado; yo simplemente agarro el teléfono y me voy a caminar por acá”.
Mientras espera que se terminen de definir los detalles de su visa para poder debutar oficialmente en el North Carolina FC, su primer club profesional en Estados Unidos con el que firmó por un año, este delantero de más de dos metros repasa la inesperada velocidad que tomó su historia desde aquel partido amistoso entre amateurs y jugadores de las inferiores que le transformó la vida. Pasó de estudiar Administración de Empresas en la Universidad Austral a jugar un año en el Millonario hasta que lo dejaron libre porque el club apostó por otros proyectos. Luego se marchó al St. Francis College de New York: por dos años, jugó y estudió. Una vez recibido, inició un Máster en la UNCW (University of North Carolina Wilmington) pero a los seis meses se destacó en la USL 2 –”la mejor liga amateur de Estados Unidos”– durante el verano y decidió dar el salto al profesionalismo.
“Cuando cuento esta historia la gente no puede creer que haya quedado en River a los 19 años. Jugar en River a esa edad sin haber jugado en un club previamente es algo loco, yo la verdad que en el momento no me lo esperaba. Se me dio la oportunidad y dije acá tengo que agarrar porque es el sueño de mi vida. Siempre jugué al fútbol, desde chiquito en torneos amateurs de buen nivel. A los 14 años estuve en una Academia de Boca de Zona Norte, pero nada oficial. No tenía esa idea de ser futbolista profesional. Un veedor me llevó a Independiente y me querían fichar, pero tenía miedo, era chico, mi familia se tenía que mudar de Pilar a Avellaneda y dejar el colegio. Y después de unos años llego a River de pura casualidad”, introduce su historia.
“Hay un torneo de Pilar que se llama “Alto Nono” que es donde jugaba yo con mi hermano, el que no es futbolista profesional (NdR: su otro hermano es Tomás Molina, ex Ferro y hoy en Liga de Quito). Un amigo de él organiza todos los años un equipo de Pilar. Selecciona 13 jugadores para ir a jugar contra la Cuarta y la Quinta de River. Él arma un equipo de buen nivel, pero obviamente todos jugadores amateurs. Fui a jugar ese partido, yo venía jugando bien, me sentía cómodo, pero ni siquiera fui de titular. Tenía 19 años y los demás 26 ó 27. Era el pendejo del equipo y me mandaron al banco. Jugué nada más que el segundo tiempo. Nunca me imaginé que después de jugar ese partido, que ganamos 1-0, hice el gol y ni siquiera jugué tan bien, viniera el técnico y me preguntara: ¿querés venir a probarte a River?”, relata.
José Vidal y Juanjo Borrelli fueron los que le abrieron la puerta de ese sueño: “Me fui a probar dos semanas y me dicen: ‘Sí, la verdad tenés condiciones, queremos que juegues acá'. ¡Dejé la facultad, dejé todo y dije chau, me voy a jugar a River!”.
“¡No lo podía creer! De la nada terminé en China con River, que fuimos a jugar un torneo amistoso a mitad de año. También fuimos a jugar un amistoso con la cuarta vs. la primera. Antes de la final de la Supercopa había sido. Yo no jugué, recién llegaba. Estaba sentado en el banco del Monumental preguntándome qué hago acá. Vino Gallardo a hablarnos, a saludarnos uno por uno, a decirnos que sigamos así con esa intensidad que él siempre propone. Algo que se ve en cada categoría”, repasa.
Debió adaptarse a convivir en un vestuario casi profesional y recibió consejos de su hermano para no pisar en falso –”Me dijo: ‘No digas que no jugaste en ningún lado porque te van a mirar mal’”–. “Jugué varios partidos, la mayoría fui al banco pero estuveen algunos de titular e hice goles. Por ser mi primer año y sin haber tenido experiencia, me fue bastante bien. Mejor de lo que esperaba. Sentía que merecía una oportunidad más con un poco más de experiencia, pero no se dio. En el momento no me daba cuenta de lo que estaba viviendo, hoy miro para atrás y digo ‘a la mierda’. Me pasó de estar un segundo en el Monumental y decir cómo llegué acá”.
A fines de 2018, después de compartir un año categoría con Girotti, Elías López, Franco Petroli, Franco Paredes, Rodrigo Castillo, Augusto Aguirre y Lucho Vega, entre otros, los entrenadores le informaron que iba a quedar libre, ya que le iban a dar el espacio a otros chicos que llevaban más tiempo en el club. “Tu objetivo es llegar a Primera y te empezás a fijar quién está, quiénes ocupan el lugar que vos querés ocupar. Hay una cantidad de jugadores que no se acaban más. Un amigo me decía ‘¿cuándo vas a jugar en primera?’. Yo le decía ‘se tienen que lesionar 20 al mismo tiempo’. Encima fue uno de los mejores River de la historia. Tenías delanteros que hacían goles y goles no sólo en primera, también en Reserva, Cuarta y en Quinta, que estaban Lucas Beltrán y Londoño Bedoya. Eso te da un empujón a seguir mejorando y también ves que Gallardo no se enamora de nadie. Si estás en buen nivel, jugás, y si no estás en buen nivel, no jugás, no importa quién seas. Te motiva”. Uno de sus videos más virales relata precisamente este fragmento de su vida.
“Cuando quedé libre por una parte estaba muy enojado, no lo voy a negar, decepcionado. Sentía que podía dar mucho más de lo que había dado. En el momento dije qué hago, vuelvo a la facultad o trato de buscar otro club. Pero era otra vez adaptarse a un nuevo club, pasar por todo eso. Mi hermano estaba en Almirante Brown y estaba sufriendo mucho por poder llegar a primera y asentarse. Pensé: él tenía 22 años, estaba en tercera y no había estudiado nada. Uno no sabe lo que puede pasar en el fútbol. Gracias a Dios hoy le está yendo muy bien en Liga de Quito, pero por ahí podría haber sido otra cosa. Dije: ¿quiero eso para mi vida o no?”, reflexionó. Y otra vez la fortuna tocó la puerta.
“En ese momento me llama una persona y me dice que está la oportunidad de ir a estudiar y jugar en Estados Unidos. Fue todo como que todo se alineó”, repasa. “Uno de mis mejores amigos de la infancia estaba en Estados Unidos estudiando y jugando. Esta persona había llevado a mi amigo. Mi amigo sin preguntarme nada le cuenta de mí, que había quedado libre de River. Para irte a estudiar y jugar en Estados Unidos no solo tenés que ser buen jugador, tenés que tener el perfil: saber inglés, comprometerte con el estudio y es difícil a veces encontrar en Argentina ese perfil de jugador. A ellos les cerraba un poco por todos lados”, recuerda su desembarco en primera medida a New York.
Los encargados de llevarlo repartieron su video y la historia de vida por distintas universidades. Diferentes entrenadores se interesaron en él. A la distancia, tuvo entrevistas con coachs que le presentaban la propuesta: “Yo había investigado y las universidades salen carísimas, mis viejos no me podían pagar ni el 10%. Entonces fui claro: si me conseguían beca completa, iba. Pasé por muchísimas entrevistas. Algunos ofrecen algo, algunos te dicen que necesitás tal promedio. En Estados Unidos es todo muy correcto. Estaba por firmar con una Universidad que era bastante floja, pero no sabía porque mucho la verdad nunca me interesó el fútbol universitario de Estados Unidos. A último segundo aparece otra que me ofreció beca completa con todo, en una división mejor, en New York y tuve que cancelar al otro entrenador. Se calentó bastante, pero al final fue la decisión acertada”.
Permaneció defendiendo dos años los colores del St. Francis College de New York que es una “universidad división uno”, hasta que se recibió de business management –administración de empresas, en Argentina–. “Me fue bien ahí. En junio del 2021, mientras estaba haciendo clases de verano para recibirme, estaba jugando en una liga que se llama USL2, que es la mejor liga amateur y juegan en verano los de la Universidad. Salí mejor jugador y goleador, lo cual me ayudó mucho y me dio la posibilidad de probarme en el Inter Miami. Estuve una semana, me fue bien, pero no se terminó dando nada”.
Molina tenía dos caminos: probar el salto profesional o seguir estudiando para continuar en el fútbol universitario. Inició un Máster en UNCW con beca completa, departamento pago y todo cubierto. “Tenés que seguir estudiando. Siempre para jugar al fútbol universitario tenés que estar estudiando algo”, aclara. A finales de 2021, tras un semestre en Carolina del Norte, optó por ir detrás de su sueño de ser profesional del deporte: “Estuve buscando desde noviembre hasta enero, moviéndome, viendo qué equipos estaban interesados en mí. El hecho de que me había ido muy bien en el verano me daba mucha vidriera, la gente me conocía. Lo podés hacer vos solo, pero si tenés representante queda mejor visto. Muchos agentes me habían hablado, pero no me había comprometido con nadie. Seguía esperando, noviembre, diciembre... Por esas casualidades de la vida, mi hermano, yendo a Quito, le mostró mi video a su representante y quedó sorprendido por cómo jugaba. Me dijo que me iba a ayudar: tenía un contacto con un club de segunda división”.
Una prueba en un equipo de la categoría inmediata a la MLS fue positiva, pero el cupo de extranjeros se convirtió en un conflicto. El entrenador de ese club le permitió fichar, finalmente, en el North Carolina FC de la USL League One. “Acá el fútbol está creciendo muchísimo, están invirtiendo un montón en la MLS y las divisiones de abajo. Por suerte se vive bien porque el contrato te incluye departamento, comida y muchos gastos no tenés. Cobrás un buen sueldo por mes, no te vas a ahorrar la guita de tu vida, pero vas a vivir bien y vas a ahorrar un poco para irte de vacaciones a fin de año, ponele”, aclara sobre su presente deportivo.
A los 23 años recién cumplidos, después de que su vida haya dado un vuelco completo gracias a aquel partido casual, Molina reflexiona sobre sus múltiples roles entre el deporte, el estudio y la exposición que le dio TikTok: “Si sos futbolista tenés que meterle 100% a eso, pero en la cabeza tenés que entender que el fútbol no es todo. Puede pasar cualquier cosa y tu carrera se puede acabar. O incluso el día que te retires: tenés toda una vida después de eso. La educación o el título te permiten después de retirarte hacer otra cosa, relacionada o no al fútbol. Te va a ayudar, a dar más salida. A tener un plan B, básicamente”.
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