La conmovedora historia detrás de la decisión de una figura de la NBA de donar su salario para construir un hospital en el Congo

Bismack Biyombo nació en el país africano y jugó en Medio Oriente y España antes de desembarcar en la liga de básquet más competitiva del mundo. Tras la muerte de su padre, en 2021, puso su carrera en pausa. Volvió al mejor equipo de la fase regular para cumplir un sueño

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Biyombo fue premiado por la NBA con el Cares Community Assist Award, distinción que obtuvo gracias a donar su salario para construir un hospital en el Congo en honor a su difunto padre
Biyombo fue premiado por la NBA con el Cares Community Assist Award, distinción que obtuvo gracias a donar su salario para construir un hospital en el Congo en honor a su difunto padre

Hoy en día no parece haber peores lugares para vivir que la República Democrática del Congo (ex Zaire), país de casi 100 millones de habitantes ubicado en el centro de Africa que, desde hace dos décadas, padece una grave crisis social, económica y hasta sanitaria. Ya en 2015 ocupaba el puesto N° 176 en el Indice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, con una tasa de pobreza del 80% y una esperanza de vida de apenas 58 años. Y estos datos son previos a que se desatara el segundo brote de ébola más grande del mundo, sumado al de sarampión y COVID-19. “La mayor emergencia ignorada del planeta”, como muchos la denominan, lleva más de 25 años, a partir de los constantes conflictos armados dentro del país, fomentados por los capitales extranjeros que buscan los minerales que hay en su suelo, el accionar violento e ilegítimo de grupos rebeldes y la corrupción y mala gestión de los gobiernos de turno. Una situación que ha multiplicado por ocho el nivel de hambre. Aún hoy se denuncia falta de agua potable y, a partir de la pérdida de cosechas enteras, se ha sumado la escasez de alimentos. Se calcula que, por la guerra interna, más de 5 millones de personas han abandonado sus hogares –es la mayor crisis de desplazados de Africa- y que 13 millones necesitan ayuda humanitaria de forma urgente.

De allí salió Dikembe Mutombo Mpolondo Mukamba Jean-Jacquez Wamutombo (sí, tiene cinco apellidos), pivote que fuera figura en la NBA durante buena parte de sus 18 temporadas (1991-2009) y así “pusiera en el mapa a un país olvidado”. El espigado jugador de 2m18 se hizo famoso por su defensa –ganó cuatro veces el premio al Mejor Defensor- y aquel gestito de hacer “no” con su larguísimo dedo índice cada vez que metía una tapa importante. Pero, claro, Mutombo fue más que eso: durante sus años de trascendencia popular se convirtió en un ícono humanitario, a partir de crear su fundación, en 1997, para mejorar la salud, la educación y calidad de vida de millones de chicos congoleños. Trabajó con las Naciones Unidas en su país, convenció al Congreso de USA para financiar clínicas y centros de salud en las zonas más necesitadas y hasta construyó un hospital que lleva su nombre. Fue un ejemplo, una inspiración para muchos y hoy vemos su caso repetirse en Bismack Biyombo, jugador que llegó en 2012 a la NBA tras un periplo hollywoodense por distintos países y hoy, después de altos y bajos en la élite –hasta hace meses no tenía contrato-, volvió a disfrutar de las mieles del éxito, siendo pieza clave del mejor equipo del momento (Phoenix Suns, último subcampeón y #1 de la fase regular). Pero, claro, como Mutombo, Biyombo pretende ir más allá y anunció que donará la totalidad de su salario de la temporada (1.366.392 de dólares) para construir otro hospital, en este caso en memoria de su querido padre, Francois, fallecido en 2021.

Bismack Biyombo, jugador congolés que llegó en 2012 a la NBA tras un periplo por distintos países
Bismack Biyombo, jugador congolés que llegó en 2012 a la NBA tras un periplo por distintos países

“Cuando mi padre murió, el amor por el básquet cayó un poco, porque él era mi todo: mi amigo, socio comercial, mi mentor... Pero, a la vez, su partida me sirvió como inspiración. Cada día que volvía del hospital me preguntaba: ‘¿Qué pasa con las personas que no pueden sacar a sus familiares?”. Mi padre pasó la mayor parte de su vida pensando en mí y mis hermanos, sirviendo a la gente más necesitada… Mi motivación, entonces, es hacerlo ahora por él. Le dije a mi agente que mi salario de este año se destinaría a la construcción de un hospital en mi país, para dar esperanza a los desesperanzados”, explicó quien nació el 22 de agosto de 1992 en Lubumbashi, la segunda ciudad más importante del país.

Desde muy pequeño a Bismack le gustó el básquet y en su habitación tenía pegados los posters de Hakeem Olajuwon –pivote nigeriano, uno de los 15 mejores jugadores de la historia- y Mutombo, justamente. Y, cuando comenzó a destacarse, en especial a partir de su físico y altura, empezó a soñar en grande. “Sí, recuerdo que era uno de los mejores jóvenes del país y todo el mundo hablaba de mí. Pero, al principio, me costó convencer a papá sobre la posibilidad de encarar una carrera profesional. No fue algo fácil para él. En especial cuando le pedí emigrar”, recordó. Fue a los 16 años, tras dos temporadas muy buenas, cuando decidió emigrar a Qatar. El viaje incluía una parada obligatoria en Yemen, país de Medio Oriente, para poder conseguir el visado y seguir el camino. “Pero, en esos días en el país, una persona de un equipo de la ciudad me vio y me preguntó si me gustaría hacer un entrenamiento allí. Cuando terminó, me preguntaron qué me habían ofrecido en Qatar, que ellos podían ofrecer más. O lo que quisiera. La oferta fue irresistible y decidí quedarme ahí”, es la historia que contó el propio jugador.

Bismack Biyombo y su padre, quien murió en 2021
Bismack Biyombo y su padre, quien murió en 2021

Allí se destacó mucho y, lo más importante, fue visto por Mario Palma, entrenador portugués que conectó con él de una manera especial. “Fue en un campeonato en Jordania que jugué contra él… El juez me cobra una falta en una tapa que hago y escucho que alguien protestaba que no era falta, dando argumentos. Me doy vuelta y era él, no podía creerlo… Le agradecí, él me preguntó la edad y quedamos en volver a charlar luego del partido”, dice sobre cómo comenzó todo con quien había sido DT de Angola y en ese momento dirigía además a Portugal. Luego del partido se encontraron, Palma lo felicitó y le preguntó cómo estaba jugando en Yemen. “Le contó todo y él me dijo que si quería en un buen nivel debía salír de ahí lo antes posible. Me dijo que estaba seguro de que yo podría estar jugando en otras ligas, más importantes”, recordó Biyombo.

Al poco tiempo, el conocido representante Igor Crespo llegó a Yemen para ver en persona a ese diamante en bruto de apenas 17 años. El agente no dudó mucho en ofrecerle dar el salto a España. Así lo hizo y meses después ya estaba entrenando en Vitoria junto a Pepe Laso. Varios equipos fueron a ver las prácticas, pero sólo uno hizo una oferta formal, aunque de una temporada, como para evaluarlo: Fuenlabrada, un equipo 100% reclutador, que lo hizo varias veces en el país y que siempre tiene en el radar a aquellas joyas que otros creen que son descartables. En la ciudad ubicada a 23 kilómetros al sur de Madrid lo adoptaron como un hijo y desarrollaron como jugador. Durante la primera temporada jugó, a la vez, en la Liga EBA (cuarta división, los domingos) y en la LEB Plata (tercera, los sábados) hasta que, en la segunda, dio el salto a la ACB, hoy Liga Endesa, la máxima categoría, competencia top en Europa. Apenas jugó 14 partidos, suficientes para convencer a Charlotte de que debía mover piezas en la noche del draft para quedarse con él. Un arreglo con Sacramento Kings fue necesario para quedarse con él en el puesto N° 7 de la primera ronda.

Bismack Biyombo con niños del Congo a los cuales ayuda donando su salario
Bismack Biyombo con niños del Congo a los cuales ayuda donando su salario

Tenía 18 años y ya era un portento físico de 2m06 que aprendía muy rápido. El impacto lo causó en el Nike Hoop Summit, el más prestigioso campamento de los mejores talentos del mundo en el que se juega un partido entre un combinado de USA (en esa edición jugaron Bradley Beal, Anthony Davis y Austin Rivers) y otros de figuras extranjeras (como Dario Saric, Lucas Nogueira y Evan Fournier). En ese juego, Biyombo consiguió el único triple doble en la historia: 12 puntos, 11 rebotes y 10 tapas. “Pareció un hombre jugando con niños”, dijeron algunos scouts que marcaron la diferencia física que exhibió el pivote. “Fue una semana muy divertida y una gran oportunidad para mí. Quería que todos me conocieran… Y lo logré. En el vestuario, cuando me dijeron que había hecho el primer triple de la historia, no lo podía creer. Garnett se había quedado a un tapón…”, recordó. Aquella experiencia, tan especial como importante en su carrera, fue pocos meses antes del draft y sin el permiso del Fuenlabrada, que terminó enojado con el jugador. Pero era lo que él necesitaba. Ya no había dudas, la suerte estaba echada: la NBA lo estaba esperando.

Tan alto quedó en la consideración general que Michael Jordan y Charlotte hicieron una movida para quedarse con este portento físico de gran crecimiento. Un canje entre tres equipos, que involucró también a Milwaukee y Sacramento, además de a otros siete jugadores, le permitió ser elegido en el puesto N° 7 y terminar con los Bobcats, con un contrato por cuatro años y 12.7 millones de dólares. El sueño de jugar en la NBA y ser millonario se había cumplido para este africano que había salido de su país con una mano atrás y otra adelante. Claro, no todo fue color de rosas en una franquicia estancada y para un chico –llegó con 19 años- que todavía necesitaba pulirse para tener un rol destacado entre los mejores. En la primera temporada, el equipo apenas ganó siete partidos (de 66) y Biyombo promedió 5.2 puntos, 5.8 rebotes y 23 minutos. Saltó a 27m en la segunda, subiendo su media de rebotes, aunque sin lograr que el equipo diera el salto (ganó 27 de 82 juegos). En la tercera y cuarta campaña su protagonismo decreció y el pivote se dio cuenta de que un cambio de aire era necesario.

Todo cambió en la 2015/2016, cuando el nigeriano Masai Ujiri, mandamás de los Raptors, lo fue a buscar y le firmó un contrato para jugar en un equipo de Toronto que estaba destinado a cosas grandes. Junto a Lowry y DeRozan y saliendo como reserva del lituano Valanciunas, Biyombo se hizo un lugar importante dentro del éxito del conjunto canadiense, que ganó 56 de los 82 partidos de la fase regular y llegó a la final del Este. En los playoffs (promedió 9.4 rebotes y 6.2 puntos) sorprendió a propios y extraños, en especial en la final ante los Cavs de LeBron, cuando tuvo 10.3 y 6.3, incluyendo un partido (Juego 3) en el que anotó 26 puntos, tras la lesión que sacó a Valanciunas de la serie.

Bismack Biyombo (18) en defensa frente a San Antonio
Bismack Biyombo (18) en defensa frente a San Antonio

Al finalizar esa temporada, Biyombo hizo uso de una cláusula que le permitía salirse del contrato y firmó otro multianual con Orlando, por la friolera de 68 millones por cuatro temporadas. De ganar 3 millones anuales pasó a 17, nada menos. En el Magic siguió siendo lo que era, un obrero: un pivote intenso, muy buen rebotero, de gran defensa aunque con limitaciones ofensivas. “Pero yo sé bien cuál es mi rol en la NBA”, dejó claro. En 2018, Orlando lo cambió y volvió a Charlotte como parte de otro cambio que involucró a tres equipos. Su protagonismo, fue similar pero en su última temporada con acuerdo, la 19/20, promedió 7.4 puntos y 5.9 recobres, lo que le permitió ganarse otro año de contrato, aunque mucho más módico y en relación a su aportación: 3.500.000 de dólares, superando así la ganancia de 87m desde su llegada a la NBA.

Pero, claro, a veces, de poco sirve el dinero. Durante la última temporada, en Charlotte, Bismack la pasó mal cuando le descubrieron una enfermedad grave a su padre. Se sometió a tratamiento durante meses en Turquía, pero falleció en agosto del 2021. Un momento muy difícil que bajoneó y desmotivó al pivote, quien decidió tomarse un tiempo libre y no comenzar la temporada. Esos primeros tres meses le permitieron pensar y se le ocurrió una idea que hubiese puesto orgulloso a su padre. “En esas semanas estaba sin ganas de nada, buscando encontrar algo que me motivara, hasta que dije voy a jugar y a donar mi salario para construir un hospital, para que aquella gente que sufre en mi país y así darle mejores condiciones. Yo tengo la bendición de tener un plan médico que me permitió sacarlo del Congo y llevarlo a Europa, pero mucha gente en mi país no tiene ese privilegio. Entonces, de alguna manera, este hospital podrá cubrir, aunque sea en parte, ese problema y continuar el servicio que mi padre le daba a los demás”, contó.

Esa fue la motivación y, a los pocos, meses lo consiguió. A principios de este año, firmó un acuerdo temporal, de 10 días, con Phoenix y enseguida los Suns se dieron cuenta de que era la pieza que le faltaba al último subcampeón de la NBA, extendiendo el vínculo, por casi 1.400.000, hasta el final de la temporada. Hace pocas semanas, Biyombo anunció la donación. No es la primera vez que lo hace. En 2020, durante la pandemia, había aportado un millón en suministros médicos. Además, para completar esta temporada especial, en honor a su padre, lleva el N° 18, día de cumpleaños de Francois. Así encontró la motivación y hoy hace un aporte valioso al mejor equipo de la NBA, que ya se aseguró ser el primer preclasificado para playoffs, buscando el título que se le escapó en junio, tras estar 2-0 en la final ante Milwaukee (la ganó 4-2).

Pero, claro, la historia de Biyombo va más allá de un éxito deportivo. Su gran victoria fue poder salir del país y cumplir sus sueños: por él y su familia. Ahora, a su manera, le toca devolver. Y eso también es un éxito.

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