No resultó azaroso el ingreso de Manu Ginóbili al Salón de la Fama del básquet. Su legado va mucho más allá de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas y el subcampeonato del mundo en Indianápolis con la selección argentina, o los cuatro anillos de campeón en la NBA con los San Antonio Spurs. Dejó huella en compañeros... Y también rivales.
Puede dar fe de ello CJ McCollum. El escolta de 30 años, figura de New Orleans Pelicans, eligió al argentino como el primer rival que le “pateó el trasero” en su desembarco en la liga de baloncesto más competitiva del mundo, allá por 2014.
El basquetbolisya de 191 centímetros, participó del ciclo de entrevistas a cargo de Quentin Richardson y Darius Miles y ya en la primera pregunta, seleccionó a Manu como el adversario que le hizo pagar el derecho de piso (luego completó el podio con Jamal Crawford y Lou Williams).
“Ginóbili, lo vieron jugar en su época... hablaba mucho. Primero que nada, él hablaba en otro idioma (español) todo el tiempo y uno no podía cruzar palabras. Recuerdo que pide una jugada a la cual llama ángulo plano al final del cuarto”, prologó su calvario deportivo.
“Entonces regateó hasta mitad de cancha dándome la espalda, lo cual me parecía una falta de respeto (risas) el darme la espalda. Luego se da vuelta y viene hacía mí a toda velocidad, haciéndome un Eurostep y bandeja”, narró el primer golpe. “Siguiente jugada, Euro bandeja, y falta. La otra dio un stepback y triple. Me anotó siete, nueve... Anotó casi diez puntos seguidos sobre mí”, continuó con su relato, una verdadera lección de básquet para un novato.
“Fue como un ‘wow, ni pude jugar’. Básicamente terminé saliendo del partido. El entrenador me quiso decir algo y yo le contesté: ‘Le hace esto a todos, ¿qué querés que haga?’”, completó su difícil experiencia con el bahiense.
De la mano del citado McCollum, los Pelicans, junto a Atlanta Hawks, fueron los últimos clasificados a los playoffs de la NBA, instancia en la que se miden ante los Phoenix Suns. Traspasado hace unos meses desde Portland Trail Blazers,
Ante las dudas que viene generando el cuidado personal de Zion Williamson, llamado a ser megaestrella de la Liga, y los problemas físicos de Brandon Ingram, se erigió como líder de la franquicia para llegar a la postemporada.
“Necesitaban más liderazgo, más orientación, pero también necesitaban un tipo que realmente pudiese anotar con asiduidad. Pensé que podía encajar perfectamente… Fue una especie de bendición inesperada. Podía llegar a un lugar donde me necesitaran, pero también se trata de un lugar en el que podía mostrar todo lo que tengo por ofrecer”, dijo sobre su influencia, según rescata NBAmaniacs.
Prueba de su evolución y crecimiento, del que formó parte como rival un tal Manu Ginóbili, quien le dio una de sus primeras grandes lecciones.
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