Hoy, comentarista televisivo. Antes, futbolista destacado. Diego Latorre habló de sus “dos vidas” y repasó algunos momentos importantes de su carrera. Sobre todo, los que estuvieron ligados a Boca Juniors, donde se formó como jugador, debutó como profesional y retornó tras su excursión por Europa.
Luego de pasar por la Fiorentina de Italia, Tenerife y Salamanca de España, el habilidoso delantero que fue campeón de América con la Selección en Chile 91 volvió al Xeneize, donde jugó desde el 96 al 98. Su estadía quedó marcada por buenas actuaciones y una frase célebre: “Boca es un cabaret”.
“Me guardé el 80 por ciento y contesté el 20. Era muy sanguíneo, vivía conteniéndome. Contestaba cuando explotaba. Escuchabas cada cosa en todos lados que te daban ganas de salir a aclarar. Ese día me saqué bien. Me arrepiento del malentendido, pero había un topo dentro del plantel que le pasaba información a la prensa”, manifestó el ex mediapunta.
Y añadió: “Ese fue el espíritu de lo que dije. No que Boca como club era un cabaret, sino qeu el equipo tenía uno adentro que les trasladaba a los periodistas todo lo que hablábamos en el vestuario. Yo quise decir puterío y dije cabaret. Después se le dio una connotación que no tenía el comentario. Ahora entiendo el negocio de la prensa, sacarlo de un contexto y ponerlo en otro”.
A los 14 años, Gambetita se había ido a probar a las inferiores del Xeneize y fue fichado en Octava División. Sin embargo, estuvo a punto de desechar la posibilidad: “El primer entrenamiento me robaron la ropa. Yo tenía ropa deportiva y generalmente iba con polvo de ladrillo en las zapatillas (practicaba tenis). Mi mundo era el country y el colegio en La Paternal. Yo era de clase media, tampoco una clase social elevada. No pertenecía a la aristocracia, pero teníamos un buen pasar económico dentro de la estabilidad el barrio. Claramente cuando llegué a Boca noté un cambio”.
En diálogo con el podcast 90+3, Latorre recordó el cambio de realidad que afrontó: “Me codeé con chicos que vivían en la pobreza, en la humildad, en familias violentas. Vas entendiendo cómo es el mundo. Antes de eso, vivía en una cápsula porque mis viejos me educaron así. Del colegio al country, los fines de semana jugaba, competía, tenis, fútbol, intercountry y me codeaba con pibes de mi estatus. Después fui entendiendo que la vida no era esa, que vivía en un mundo que era exclusivo, de pocos. Y que la realidad era otra. Me lo hizo entender el fútbol y las situaciones que viví”.
Ya habiéndose ganado un lugar en la Primera División, formó parte de un recordado equipo de Boca que llegó a las semifinales de la Libertadores 1991. “Estuve a punto de tocarla, muy cerca. Nos bajaron. En estos tiempos, hubiéramos sido campeones. En ese partido con Colo-Colo que obviamente tengo atragantado. El 1-0 en la Bombonera había sido corto. Era un buen equipo Colo-Colo, tenía un buen entrenador (el croata Mirko Jozic) y jugadores experimentados. Tuvimos una epidemia de fiebre y resfrío en la ida. Tres o cuatro jugadores no jugaron y alguno jugó disminuido”, repasó.
“Siempre le reclamo a Bati (Batistuta) una jugada que se va mano a mano con el arquero y me tiene a mí solo para empujarla. No me la da, contraataque y gol de Colo-Colo. Bueno, fue una fatalidad, después hizo mil goles. Nos ganaron 3-1 en el partido más bochornoso que viví en una cancha”, comentó el autor del tanto boquense en Santiago. El encuentro se llevó a cabo bajo un clima altamente hostil, clásico de las Libertadores de los 80 y 90: “Me parece que si hubiese habido un clima más pacífico y todo se hubiese desarrollado en términos normales, creo que tendríamos que haber ganado ese partido. Era una final anticipada, de ahí salió el campeón porque Colo-Colo le ganó fácil a Olimpia”.
Latorre lamentó: “Estuve cerca, muy cerca. Teníamos un equipazo, salimos campeones invictos del campeonato argentino. Seis goles en contra nada más y la delantera más goleadora. Estábamos en el punto ideal para ganar la Copa Libertadores”.
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